Pato rengo

Por Hernán Vaca Narvaja*

Fue legislador, convencional constituyente y ministro de Educación de José Manuel De la Sota. Llegó a la Corte Suprema de Justicia por un acuerdo político con el presidente interino Eduardo Duhalde. Contribuyó a la caída de la mayoría automática menemista y disfrutó del prestigio del mejor tribunal de la democracia, pero su voto a los cortesanos que entraron por la ventana permitió construir una nueva mayoría. El escándalo de la obra social.
La vida ha sido generosa con el “Pato” Maqueda, apodo con el que todos conocen en Córdoba al ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Sin destacarse en el ámbito académico, su aureola de abogado constitucionalista, pero sobre todo su estrecho vínculo con José Manuel De la Sota, lo convirtieron en protagonista de cuanta reforma constitucional hubo en la geografía nacional.

Juan Carlos Maqueda fue convencional constituyente en dos oportunidades en Córdoba: en la primera permitió la re reelección del radical Eduardo Angeloz; en la segunda, apoyó el cambio de la Legislatura bicameral a unicameral, acotando sensiblemente el protagonismo del Poder Legislativo en la división republicana provincial.  Maqueda también participó de la histórica convención reformadora de Santa Fe, que -Pacto de Olivos mediante- modificó la Constitución Nacional instaurando el voto directo, que en los hechos empoderó a la provincia de Buenos Aires en desmedro de las provincias del interior del país.

La expertise de Maqueda en reformas constitucionales lo llevó a ocupar también una banca en la convención constituyente que sancionó la actual Carta Orgánica de la Municipalidad de Córdoba.

La vocación política del “Pato” Maqueda lo llevó también a ocupar cargos ejecutivos. Fue director de Cultura de la Municipalidad de Córdoba en el efímero gobierno peronista de José Domingo “Cacho” Coronel, que desplazó a Duilio Brunello después del Navarrazo. Entre sus funcionarios también estaba un joven De la Sota, que con solo 24 años tomó las riendas de la estratégica Secretaría de Gobierno. Muchos años después, en los albores del nuevo siglo, un De la Sota ya gobernador de Córdoba convocaría a Maqueda a ocupar el máximo sillón del Ministerio de Educación de la Provincia. Paradójicamente quien por entonces confrontaba con él, el sindicalista de la Unión de Educadores (UEPC) Walter Grahovac, se perpetuaría en ese cargo durante más de tres lustros, sobreviviendo incólume a la alternancia acordada entre De la Sota y su socio político Juan Schiaretti, baluartes del conservador cordobesismo que rige los destinos de la provincia desde 1999.

Cultor del bajo perfil, de andar irregular -“camina como un pato”, dicen sobre el origen de su sobrenombre-, Juan Carlos Maqueda también ocupó sendas bancas en la Legislatura provincial y en ambas Cámaras del Congreso Nacional. Era senador nacional cuando un acuerdo entre De la Sota y el presidente interino Eduardo Duhalde lo depositó en el máximo sitial de la Corte, que ocupa desde entonces.

Su designación, en medio de la crisis del 2001, fue aprobada en tiempo récord. Y fue la última de un mecanismo arbitrario y discrecional que sería modificado por el presidente Néstor Kirchner en el marco de su embestida contra la mayoría automática menemista.

El último cortesano

“Maqueda llegó de la forma menos transparente a la Corte Suprema de Justicia. Nunca se destacó intelectualmente y no tiene una obra escrita. Lo designó Duhalde por una negociación con De la Sota, de quien Maqueda acataba órdenes. Su pliego se aprobó en tiempo récord en el Senado, sin que nadie se enterara de sus escasos pergaminos para integrar la Corte”, admite a esta revista un hombre de prestigio en el ámbito del Derecho, que conoce bien la trayectoria del constitucionalista cordobés.

De hecho, Maqueda fue el último candidato en ingresar a la Corte con el viejo sistema de designaciones -aprobación en el Senado del pliego elevado por el jefe de Estado-, modificado por Kirchner a través del Decreto 222 que reglamentó los nombramientos estableciendo una serie de requisitos que exigen audiencias públicas para avalar y/o impugnar los antecedentes de los y las candidatas a integrar el máximo tribunal de la Nación.

Desde su llegada a la Corte, Maqueda profundizó su bajo perfil. Nunca disputó la presidencia del cuerpo y acompañó con su voto las sucesivas jefaturas del santafesino Ricardo Lorenzetti, a quien solía acompañar con su voto junto a Elena Highton de Nolasco. Los tres conformaron durante años una mayoría más o menos estable. Pero pasaron cosas.

Lo primero que pasó fue el escandaloso fallo del 2 x 1 que favoreció al represor Luis Muiño y que Highton de Nolasco acompañó junto a Rosencrantz y Rossatti, contra las disidencias de Maqueda y Lorenzetti. El polémico fallo provocó el repudio generalizado de los organismos de Derechos Humanos, que convocaron a una multitud en Plaza de Mayo para repudiarlo, lo que obligó a los supremos a volver sobre sus pasos.

Se atribuye el sorpresivo alineamiento de Highton de Nolasco con los nuevos cortesanos que Mauricio Macri pretendió designar por decreto a la prórroga de su permanencia en la Corte (para entonces había superado la edad para jubilarse) y la designación de su hija en la Justicia. Sea como fuere, su voto dejó por primera vez a Maqueda y Lorenzetti en minoría. Highton repitió la performance para reemplazar a Lorenzetti por Rosenkranzt en la presidencia. Maqueda permaneció fiel a Lorenzetti, hasta que cambió sorpresiva y radicalmente su posición: él mismo postuló a Rosatti y Rosenkrantz como presidente y vice y en un acto sin precedentes en la historia institucional del tribunal, votaron sólo tres de los cinco miembros del cuerpo. Lorenzetti estaba de viaje y Highton pidió sin éxito postergar la elección, de la que tampoco participó.

“Es insólito -e ilegal- que en una Corte de cinco miembros voten solamente tres. En esa elección deberían haber estado los cinco y no puede haber abstenciones. Ese mamarracho jurídico fue el precio que Maqueda pagó a cambio de su impunidad”, reflexiona el hombre de leyes, que prefiere mantenerse en el anonimato para evitar eventuales represalias en los litigios que patrocina ante la Corte Suprema. ¿Qué llevó a Maqueda a cambiar su posición? Todos los consultados coinciden en señalar el escandaloso manejo de la obra social del Poder Judicial, una millonaria Caja de Pandora que el propio Maqueda admite haber manejado discrecionalmente durante poco más de un lustro. El desfalco es investigado hace un tiempo en Comodoro Py, sin que se conozcan grandes avances.

“En los once años que pasé junto a Maqueda en la Corte nunca vi nada que me hiciera pensar que Maqueda es un corrupto”, dijo en su defensa Eugenio Zaffaroni en declaraciones a esta revista (ver páginas 8 y9). Una defensa llamativa teniendo en cuenta que Zaffaroni –que abandonó la Corte cuando cumplió los 75 años, como estipula la ley- es uno de los más acérrimos críticos del máximo tribunal. Y el arquitecto de la nueva mayoría automática no es otro que Maqueda.

Otras causas

Horacio Tailhade es uno de los diputados nacionales más activos en la Comisión de Juicio Político a los cortesanos. En diálogo con El Sur, advierte que la de la obra social no es la única causa que pesa sobre el cortesano cordobés. “Maqueda firmó los fallos contra la mal llamada coparticipación federal de CABA -el conflicto con la Nación por los fondos de la Policía Federal-;  firmó el fallo que consagró a Rosatti presidente del Concejo de la Magistratura, derogando una ley vigente para restaurar otra que estaba derogada; y por supuesto fue administrador de la obra social, que hasta ahora es el cargo más serio, pero los otros todavía no han sido analizados por la comisión”, advierte.

El diputado aclara que Maqueda tampoco es el único responsable del descalabro de la obra social, pero admite que las pruebas lo incriminan en forma directa: “Estaba a cargo de la supervisión y semanalmente se reunía con el supervisor Aldo Tonón, de quien además tenemos la noticia de que era su médico personal”, insiste Taihlade. En ese sentido destaca el testimonio del contador Héctor Marchi, que era el administrador general de la Corte hasta que informó a la Comisión el ocultamiento de varias auditorías que alertaban sobre el caos financiero de la obra social, cajoneadas por el vocero de prensa de Rosatti, Silvio Robles.

– ¿Está confirmado que la sobrina de Maqueda era la administradora de la obra social y ni siquiera era contadora?

– Se llama María Guadalupe Burgos y negó todo vínculo familiar o político con Maqueda. Si bien no podemos decir que mintió, efectivamente era quien  firmaba los cheques sin tener ninguna formación de nada. Como protesorera de la obra social era la encargada del manejo de las cuentas bancarias. Y Marchi dijo que solamente en ocho meses del año pasado, por la pésima administración de las cuentas bancarias, la obra social había perdido tres mil millones de pesos por dejar el dinero en cuenta corriente en lugar de hacer plazos fijos. Sobre su parentesco, si bien no puedo decir que mintió, entiendo que es la hija  del marido de la hermana de Maqueda.

– Más allá del parentesco, ¿está confirmado que la designó Maqueda?

– Sí. Llegó junto a otros cordobeses que tomaron el control de algunas áreas de la obra social.

– Como Aldo Tonón, el médico personal de Maqueda.

– Bueno, entiendo que sí. Tonón no quiere venir a declarar a la Comisión porque dice que está imputado en la causa judicial que investiga fraude en la obra social, a la que renunció hace algunas semanas.

– Maqueda es el único sobreviviente de las últimas tres Cortes (las de Menem, Kirchner y Macri). ¿Cómo evaluás su rol en el máximo tribunal?

– Hoy la función que cumple Maqueda es facilitar la tercera firma para que Rosenkrantz y Rosatti lleven adelante sus fechorías. Maqueda es considerado un traidor por Lorenzetti porque fue uno de sus principales aliados durante su larga presidencia, hasta que le tiraron un carpetazo por la cabeza y lo llevaron a la escudería de Rosenkranzt y Rosatti.

– Su firma cotiza mucho.

– Claro, porque hoy son cuatro los miembros de la Corte y Lorenzetti no firma nada con Rosenkranzt y Rosatti. Si falta una de las tres firmas, no hay Corte.

En el mismo sentido se expresa, en diálogo con esta revista, Irina Hauser, periodista especializada en temas judiciales y autora de dos libros sobre la Corte Suprema. Tras destacar el apoyo de Maqueda a la depuración de la mayoría automática menemista y su compromiso con las políticas de Estado del presidente Néstor Kirchner en materia de Derechos Humanos, advierte que la situación cambió a partir del estallido del escándalo de la obra social del Poder Judicial. “Maqueda se solidarizó con Lorenzetti cuando Rosatti logró, con el apoyo de Highton de Nolasco, que Ronsenkranzt fuera electo presidente de la Corte. Pero con el tiempo se fue acercando a Rosatti -ambos fueron convencionales constituyentes- y terminó bancando su ajustada designación como presidente del cuerpo, con su célebre auto voto. Imagino que la cuestión de la obra social tuvo que ver con este viraje, porque los desmanejos se empezaron a conocer públicamente en el año 2021, justo cuando se eligió presidente a Rosatti”, concluye Hauser.

*Periodista y escritor

Fuente: www.revistaelsur.com.ar