Por Marcela Somaré*
Esta semana, en el medio de la lluvia entre las 7 y 7.30 horas me encontré cruzando Presidente Perón y Ayacucho (lo hago todas las mañanas) en nuestra ciudad de Río Cuarto.
Esta mañana tuvo la particularidad de los chaparrones, y la empapada, sin embargo no estaba sola, en esa esquina éramos cuatro. Cada una se dirigía a diferentes domicilios, no las cruzo nunca, hoy nos unió la lluvia y mientras nos ayudábamos a cruzar semejante río, grité: Vivan las Trabajadoras de Casas de Familia.
Responsables, solidarias, sonrientes y mojadas.
Me detuve a verlas continuar bajo la lluvia y pensé en cada una de ustedes que hoy también asistieron a trabajar bajo la lluvia. Nos mojamos porque tenemos bici o motos o caminamos porque el horario del colectivo es insuficiente y nos demora una eternidad .
Las admiro siempre porque somos quienes silenciosamente sabemos lo que pasa en cada familia y guardamos respeto. Las admiro porque bancamos los malos gestos y caras avinagradas hacia nosotras, cuando están en sus días.
Las admiro a cada una porque sostiene la esperanza de un mañana mejor.
Nos cruzamos a la salida, espero que no llueva.
*Secretaria General de la Asociación Personal de Casas de Familia (APECAF-CTAA) Río Cuarto