“Queríamos tanto a John”

Por Manuel Justo Gaggero*
John William Cooke militante e intelectual revolucionario falleció en Buenos Aires el 19 de setiembre de 1968. Había nacido en La Plata en noviembre de 1919. Este es un relato de lo que vivimos aquellos días. “En los primeros días de setiembre recibí una llamada de Alicia Eguren que me preocupó seriamente. Me comentó que había participado junto al Mayor Bernardo Alberte en la discusión del Programa de la C.G.T. de los Argentinos y en los actos que se estaban realizando para la difusión del mismo. Me adelantó que John seguía muy mal batallando contra un cáncer que tenía un pronóstico de sobrevida muy corto. En ese momento me vinieron a la memoria todos los diferentes episodios vividos con este compañero al que había conocido en abril de 1962 en La Habana.
Rememoré aquellos días con una gran nostalgia. Llegué al Hotel Riviera ubicado frente al malecón de la capital habanera y como me había indicado Alicia en Montevideo lo hice llamar identificándome en la “carpeta”; la Recepción del mismo. Su respuesta fue inmediata: “Espéreme y mientras tanto regístrese ya que esta noche dormirá aquí”. Cuando lo veía aproximarse, con su uniforme verde oliva, que honrosamente había ganado por su intervención en la defensa de la Revolución en Playa Girón sentí una gran emoción. Recordé que fue el diputado nacional más joven en el Congreso del primer peronismo en 1946. Presentó infinidad de proyectos entre los más importantes una ley que combatía los monopolios. Se opuso a la firma del Pacto de Chapultepec y del Tratado de Defensa que imponía Estados Unidos y su adhesión a la huelga de los trabajadores ferroviarios en 1951 determinó que no fuera incluido en la lista de los que serían reelectos en las elecciones de 1952.
Antes de todo esto había participado en la Francia de la postguerra en el debate entre Maurice Merleau Ponty y Jean Paul Sartre; estrechando fuertes lazos de amistad con este último. Como interventor del Partido Peronista trató de organizar las milicias obreras en 1955 para enfrentar a los golpistas siendo, indirectamente, desautorizado por Perón. Entre risas nos contaba el episodio. “Había llegado a la residencia de Olivos para presentarle al General su proyecto. Este lo recibió con las valijas preparadas ya que la Embajada del Paraguay estaba realizando gestiones para que se le otorgara asilo en una cañonera de esa nacionalidad que estaba ya en el puerto de Buenos Aires”.  Nuestro amigo le dijo “que no estaba todo perdido y que le diera autorización para lanzar desde la Radio Nacional una convocatoria a los trabajadores para organizar la defensa del gobierno popular”. El “Líder” le extendió la carta pero al llegar a la emisora fue detenido por las tropas que respondían al General Lucero que ocupaban la misma que según le manifestaron “obedecían órdenes del Presidente”.
Esta típica expresión de la política de la “ranada”, como la calificara nuestro amigo, no lo desanimó y luego del golpe y después de fugarse de la prisión en el sur del país organizó la resistencia a la Dictadura Militar conformando los “Comandos Coronel Perón” junto a Alicia y a César Marcos. Luego de participar en la negociación del Pacto Perón-Frondizi -que llevó a este último a la presidencia- denunció la traición del mismo y planteó la oposición férrea al gobierno entreguista confrontando con la burocracia sindical y política del Movimiento personificada en Iturbe, Paladino y Vandor; que pretendían conciliar con el régimen.
Acompañó al General en el exilio pero la cercanía de este con dictadores pro norteamericanos como Pérez Jiménez en Venezuela y Leónidas Trujillo en la República Dominicana, personajes que él repudiaba, determinó que empezara a planificar con Alicia su alejamiento de ese grupo. Le hizo saber al General la intención de ambos de trasladarse a Cuba donde se vivía un proceso revolucionario que los tenía impactados. Por primera vez en la historia de la Patria Grande un ejército profesional era derrotado por una fuerza militar popular. Este era el punto de partida para un proceso antiimperialista que llevaría a construir el “Primer País Socialista de América” -a sólo 90 millas del Imperio-.
Como nada era fácil la llegada a la “Ciudad de las columnas” como llamara Alejo Carpentier a la capital habanera tuvo sus momentos de tensión. En el aeropuerto “José Martí” fueron detenidos ya que un representante del Partido Comunista Argentino los había acusado de “fascistas”. Cuando esperaban para ser deportados y leían en un gran cartel la consigna “Territorio libre de América” pensaban que era una paradoja estar presos en este lugar. Cuando habían pasado varias horas apareció el Che, al que no conocían personalmente, pero sabían de su epopeya en la guerra revolucionaria. Este los estrechó en un gran abrazo y les informó que eran invitados del gobierno revolucionario cubano y los acompañó al que sería su alojamiento durante los años que vivieron en esta Nación.
A partir de ese momento se estableció una relación política, militante y revolucionaria entre los tres argentinos históricos naciendo el proyecto de conformar un Frente de Liberación del que formé parte y me permitió conocer a estos extraordinarios “hombres nuevos” que soñaron y dieron su vida por una Patria y un Continente liberado. Hay una frase que se le atribuye a Bertold Brecht, poeta y dramaturgo alemán, que señala “…Pero hay hombres que luchan toda la vida, estos son los imprescindibles…”.
Sin duda que este era el caso de John William Cooke.
*Abogado y periodista. Ex director del diario “El Mundo” y de las revistas “Nuevo Hombre” y “Diciembre 20”.
Nota: Este relato integra el primer tomo de la saga de mi autoría “Un Viaje hacia las Utopías Revolucionarias” que acaba de ser editado por la Editorial De la Comarca.