Reflexiones

Por Marta Maffei*

He visto, después de las declaraciones de Alberto Fernández referidas a cuales deberían ser las “formas” que el establishment  y poder están dispuestos a legitimar para la protesta social, que algunos/as ciudadanos/as, desde el campo popular, coinciden con esas miradas.

No es la primera vez que distintos sectores sociales, medios de comunicación, políticos u opinadores de diverso pelaje, se pronuncian sobre cuales deberían ser  las estrategias defensivas adecuadas para que trabajadores, desocupados, marginados, hambrientos, mujeres o  jóvenes reclamen una y otra vez por la pérdida, avasallamiento, ninguneo o abierta violación de sus derechos, de las leyes que los amparan y de la más elemental ética social en que debería inscribirse la política y las acciones gubernamentales.

Siempre he pensado que se trata de un planteo devenido de la hegemonía cultural  que sostiene una gobernabilidad, un status quo que termina arrollando la autonomía crítica y la posibilidad de pensar desde otros parámetros  capaces de cuestionar el sentido común dominante para  poder mirar la realidad con los ojos de los sometidos….

¿Desde cuándo un pensamiento plural y democrático se plantea cuestionar las formas en que se organizan y reclaman los desposeídos, los que ya no encuentran alternativas porque no son escuchados, ni respetados, ni atendidos? ¿Por qué se reitera la sordera, la corrupción, la indiferencia de quienes están legal, política e institucionalmente obligados a dar respuestas? ¿Porqué los pobres deben protestar una y otra vez, esperar años?

Años de silencio ante las demandas. Años sin respuestas desde los funcionarios locales o nacionales ante  la emergencia social, el hambre, la enfermedad,  la falta de vivienda, saneamiento, energía, trabajo, dignidad. Años de promesas incumplidas o como mucho, migajas de políticas clientelares para ponerle sordina al conflicto.

¿Cuánto tienen que esperar? ¿Cuánta pobreza? ¿Cuánta injusticia? ¿Cuánto dolor para que, quienes nos permitimos opinar sobre cuales son las formas adecuadas del reclamo, nos pongamos a pensar y a actuar en función de articular la fuerza social para que no tengan que reclamar una y otra vez en el más absoluto vacío institucional? Para exigir juntos respuestas que no les llegan y los obligan a reclamar una y otra vez en vez, en lugar de opinar sobre como deberían protestar?

Cada vez que veo las calles pobladas de reclamos, de gente viviendo a la intemperie, de pibes vendiendo baratijas, me pregunto ¿Qué más tienen que hacer para sacarnos de la indiferencia, para bajarnos del pedestal de la crítica, para que asumamos la dignidad de humanos y la solidaridad que nos ayude a reclamar a su lado?

Perdonen pero no puedo dejar de sentir que a veces, por distintas razones, nos paramos del lado equivocado. Y siento que es así  cuando hablamos de sus “formas” y no de las formas del poder, y aún de nuestras formas de mirar la realidad.

*Docente. Ex Secretaria General de CTERA. Ex Secretaria Adjunta de la CTA. Diputada Nacional (MC). Dirigente Nacional de Unidad Popular (UP)