Semblanza de una militante de fierro

Una casona antigua es la sede de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE-CTA) Río Cuarto. Allí, desde una especie de sala de espera, se ve un cartel verde con letras violetas que dice: “8M”. Una puerta entreabierta que deja ver un escritorio y en la pared un cuadro con una de las fotografías más icónicas de Eva Perón.

Por Camila Petenatti

De tez trigueña, pómulos bien marcados y mirada intensa, Silvia Alcoba, o Silvita, como le dicen sus compañeros de militancia, es desde agosto de 2018, Secretaria General de la CTA Autónoma en la ciudad. Por primera vez en la Central de Río Cuarto, una mujer ocupa el cargo.

“Para mí la militancia cambió todo. Hasta mi forma de ser con el otro, el poder participar, el decir: ‘sí, estoy y voy a cualquier hora’, eso es lo positivo de todo esto” explica Alcoba.

A principio de los ’80, la mala situación económica obligó a sus padres y sus nueve hermanos a tener que dejar la localidad de Olaeta para instalarse en Las Higueras.

“Nosotros en el día trabajábamos, y a la noche tratábamos de superarnos. Yo y mi hermana logramos terminar a tiempo el secundario, los más chicos terminaron ahora de grandes. A nosotros no nos costaba el estudio, no tuvimos la oportunidad, eran las condiciones que nos tocó económicamente; éramos muchos, nada alcanzaba” recuerda mientras mira al costado.

Actualmente, Silvia trabaja en la parte administrativa de ATE: “Acá empecé limpiando tres veces por semana, después hice trámites bancarios y luego quedé efectiva en la parte de administración”.

-¿Cómo fue tu acercamiento con la militancia?

-Gabriela y Rafaela, mis hermanas, militaban en la CTA, eran militantes fundadoras de la Central junto a Federico Giuliani, Julia Giuliani, Walter Avalos, toda esa banda fundadora de la CTA en Río Cuarto.

A mí siempre me gustó, pero yo era más de acompañar, más de base. También porque tenía los niños muy chiquitos.  Es difícil militar siendo mujer, siendo mamá, con niños en épocas escolares, cuando se te enferman.

Silvia es madre de tres hijos: Nahuel, Lucrecia y Valentina. Lucrecia, su primer hija, en esa época, tenía muchos problemas de salud.

“Cuando yo empiezo a militar y que cada vez empiezo a involucrarme más, ellos eran más grandes, Lucre mejoró muchísimo su salud, entonces yo me dediqué a la militancia y a lo que a mí me gustaba” afirma Silvia.

Además, resalta la colaboración de su esposo, quien la ayuda en la ardua tarea que conlleva su trabajo y la crianza de sus hijos. “En mi caso tengo el respaldo de mi esposo, hace 20 años que estoy con él, de estar cubriéndome cuando yo no puedo estar con los chicos, en el colegio, de ver que los chicos estudien, de que no les falte nada, de la cena, del almuerzo. Porque también sería egoísta sino dijera eso: El gran apoyo que yo tengo de mi familia”.

“A mí siempre me gustó más la parte social. No sé bien porqué, no sé si es porque yo lo pasé y me duele porque otra persona lo pase o porque te nace eso. Si me duele, me veo reflejada por ahí en cosas que viven los compañeros y compañeras de los barrios, que les cortan la luz, por ahí la tristeza de ver las caritas de los chicos cuando te preguntan: “¿No te quedó más nada?” o cuando vas al barrio y te abrazan, y te agradecen porque les llevás un pedacito de pan. Me veo muy reflejada en los compañeros de los barrios, veo las necesidades que yo pasé, por eso será que me gusta y donde voy a estar siempre”.

Desde hace casi un año, ocupa el cargo de Secretaria General en la CTA-A Regional Río Cuarto y recuerda entre risas la anécdota de cuando tuvieron que llevar 2800 fichas de afiliación a la Central Nacional en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires: “Llegamos y abrimos una mochila llena de papeles y fotocopias de documentos”. Eso le dio el aval de sus compañeros y “se propuso por el trabajo barrial que tenía, que fuera yo” comenta Alcoba.

-¿Cuál fue la parte más difícil de tener un cargo tan importante en una Central?

-Cuesta mucho, primero ser militante, ser mujer, haber llegado a la Secretaria General, venir de los barrios. Porque soy la primera mujer en ser Secretaria General de la CTA-A de Río Cuarto, que viene de los barrios, que no viene de ningún sindicato.

Silvia asegura que era un desafío y que hasta el día de hoy no es fácil, cuando tu nivel socioeconómico no es el mejor, cuando venís de un barrio empobrecido y aún más cuando el patriarcado atraviesa todos los ámbitos.

“Tenemos todas las condiciones, dijera una compañera, para que nos digan: Somos negras, feas, venimos de los barrios (risas) muchas condiciones que molestan. Por ahí no se bancan el hecho de ser mujer o venir desde abajo, que hayas llegado a un lugar y que no te consideran autoridad por el hecho de que no venís de un sindicato directo”, afirma la Secretaria General.

“En la mayoría de los cargos sindicales y de las centrales, no hay mujeres que sean secretarias generales en cargos nacionales y eso se siente” sostiene Silvia.

“Y ahí es donde nosotras más fuertes nos tenemos que hacer ¿no? y donde por ahí imponemos o vamos con una decisión, y esa decisión la tomamos y estamos firmes por más que tengamos que discutir tres horas lo mismo. Hacer ver que las posturas son equivocadas y no porque una mujer venga con una propuesta es más que la propuesta de un hombre, es una propuesta mejor, la podría haber traído otra persona”.

La CTA-A Río Cuarto junto al Movimiento de Acción Popular (MAP-FeNaT), cuenta con 30 merenderos distribuidos en los barrios más humildes de la ciudad, donde se le brinda alimento y contención a niños y niñas. Trabajo que realizan sobre todo mujeres, que, desde un plato de comida, brindan amor y le ponen el pecho a la dura situación económica que se vive en las barriadas.

“Gracias a Dios tengo una militancia de mujeres porque hoy ante la crisis y, ante todo, la primera que sale al frente y pone el hombro, la que pone su casa, la que sale a hacer comida, la leche, que esto, que aquello, son mujeres. Tengo un grupo de compañeras mujeres que le ponen el hombro y vamos al frente a full”.

Silvia sostiene que van a ser 4 años de gestión difíciles: “tendremos que andar pisando fuerte, tratando de imponer el respeto que nos merecemos las mujeres, y tratando de que más mujeres se sumen a esta lucha. Es una lucha difícil porque muchas veces hay reuniones y tenés que viajar a Córdoba o Buenos aires, y tenés que estar porque sos la representante de una Central”.