Verónica Huilipán, la dirigenta indígena que llegó al Ministerio de las Mujeres

Eli Gómez Alcorta la designó para abordar la violencia de género contra integrantes de pueblos originarios. “El machismo es uno de los tantos vicios que las culturas indígenas adoptaron de los procesos de colonización y conquista”, asegura en esta entrevista Verónica Huilipán.

Por Pablo Bassi

Verónica Huilipán es una pionera. Fue la primera mujer elegida, en 2006, werkén (vocera) de la Confederación Mapuche del Neuquén. La primera dirigenta en ocupar una Secretaría de Relaciones con los Pueblos Originarios de una central obrera, como la CTA, en 2008. Y ahora, fue designada por la primera ministra de las Mujeres, Géneros y Disidencias, coordinadora de Abordaje de la Violencia por Razones de Género contra Integrantes de Pueblos Indígenas.

“Es un hecho histórico que la ministra Gómez Alcorta haya tenido el gesto político de crear un área específica para abordar la temática desde las mujeres indígenas”, sostiene en declaraciones a Canal Abierto.

– ¿Hay una singularidad en la violencia de género contra integrantes de pueblos indígenas?

-La violencia de género es una práctica machista. Uno de los tantos vicios que las culturas indígenas adoptaron de los procesos de colonización y conquista de nuestros territorios. Los territorios invadidos fueron la cabeza, el pensamiento, la acción. Es decir, estamos atravesadas por las distintas situaciones de violencia que vivimos en conjunto. Y asimismo estamos atravesadas por una violencia estructural, que parte de la negación a nuestro derecho colectivo. Una violencia institucional por defender los territorios, nuestra cultura y la vida. Somos criminalizadas, perseguidas. Somos víctimas de abusos policiales en los retenes cuando ahora, en el marco de la pandemia, salimos de nuestras comunidades rurales y nos dirigimos a zonas urbanas a comprar o visitar médicos.

– Mujeres indígenas auto convocadas denunciaron el año pasado que los femicidios en sus comunidades no eran registrados.

– Es parte de la tarea que tenemos que realizar desde el ministerio de manera participativa: un diagnóstico preliminar de la situación sobre las mujeres indígenas en el país.

– ¿Qué es lo primero que vas a hacer en funciones?

-Ya empezamos a trabajar, a partir de todas las denuncias que vamos recibiendo, comunicaciones, llamados de atención de las hermanas de distintas regiones y pueblos. Estamos armando una primera agenda: una lista amplia y diversa de contactos para promover reuniones regionales y pensar las políticas públicas necesarias.

-Hay un proceso emergente de organización y visibilidad de mujeres indígenas. ¿Cómo lo caracterizás?

-Es una respuesta al recrudecimiento de la violencia institucional. Cuanta más represión haya como respuesta a la demanda de reconocimiento de derechos, criminalización y persecución, habrá mayor organización y movilización del mundo indígena. En el caso concreto de las mujeres, tiene que ver con el intento de silenciarnos o invisibilizarnos dentro del mundo indígena. Cuanta más violencia recaiga sobre nosotras, más visible será nuestra presencia física y nuestra voz. Por nuestra naturaleza, si no encontramos esos espacios en los ámbitos culturales, los construimos. Nuestra identidad genera condiciones favorables para ello. La diversidad de voces indígenas habla, a las claras, de voces que no están siendo contenidas en el ámbito cultural.

– ¿Hay un aumento de la criminalización hacia los pueblos indígenas?

-Hay un incremento muy fuerte. Pocos meses atrás, una gestión de Estado declaró enemigo interno al pueblo mapuche. Esa declaración sirvió para justificar la desaparición y asesinato de Santiago Maldonado en territorio mapuche en lucha y el asesinato por la espalda del jovencito Rafael Nahuel en Bariloche. Es un hecho histórico que la ministra Gómez Alcorta haya tenido el gesto político de crear un área específica para abordar la temática desde las mujeres indígenas.

– ¿Qué experiencia desarrollada en tu paso por la CTA te parece interesante poner en práctica desde el Ministerio?

-Esta gestión me encuentra con un cúmulo de experiencia generada a partir de los distintos procesos colectivos de los que fui parte. No sólo desde el movimiento indígena, fuente de mi saber y práctica, sino también de los procesos de articulación intercultural, incluido el de la CTA. Allí generamos un proceso de movilización muy potente: fuimos capaces de protagonizar un parlamento, de carácter autónomo, con más de 30 naciones originarias en el país, en un territorio en lucha como es Formosa, acompañando al pueblo Qom. Ese fortalecimiento de nuestra identidad junto a otras organizaciones, mi trabajo de incidencia en la política de derechos humanos de los pueblos indígenas en sistemas como la ONU y la OEA, son aprendizajes que me van a ayudar.

-La implementación del cupo laboral para el colectivo LEGTBQ+ indígena, ¿es parte de tu agenda?

-Forma parte del diálogo interseccional dentro del Ministerio.

– ¿Y el derecho y la educación plurinacionales?

-Un principio de actuación, que marcó la ministra Gómez Alcorta, es que todo nuestro trabajo esté coordinado con distintos organismos nacionales de relación directa con los pueblos indígenas. Uno de ellos es el INAI, el órgano de relación política con los pueblos indígenas. Pero también está el Centro de Educación Autónoma de Pueblos Indígenas del Ministerio de Educación, que trabaja para el cumplimiento del programa de ejecución bilingüe intercultural para pueblos indígenas. Dentro del Ministerio de Ambiente, Parques Nacionales tiene una polítca de comanejo con pueblos indígenas, en particular con el pueblo mapuche en Neuquén. La articulación con todos ellos será permanente.

– ¿Que te gustaría haber transformado o sembrado hacia el final de tu gestión?

-Mi paso tiene que servir para instalar en la agenda institucional del Estado la especificidad de las distintas formas de violencia de las que formamos parte las mujeres indígenas y que el Estado asuma necesario poner en agenda una materia pendiente: la implementación de los derechos colectivos de los pueblos indígenas. Porque si bien la Argentina tiene un marco de reconocimiento de derecho indígena potente, hay un vacío en materia de políticas públicas.

Fuente: www.canalabierto.com.ar