Villa María: La Gruta

Por Jesús Chirino*

Es hito de la entidad villamariense que trasciende su carácter religioso; alcanza con decir “La Gruta” y, quienes somos de la ciudad, entendemos a qué nos referimos. Una obra que sobrevivió distintas épocas y cambios realizados en el sector.

Plazoleta pública

Desde principio de la década del 40, frente a las aguas del Ctalamochita, sobre la costanera, donde termina la calle Rivadavia, se erige la “Gruta Virgen de Pompeya”, cuya entrada se ubica en uno de los vértices de la manzana triangular que comparte con las instalaciones del Club Almagro. El ingreso al santuario está en el vértice situado frente al monumento ecuestre del Libertador Gral. José de San Martín, donde se levanta una pared, con doble arcada, en la cual, desde hace años, está el cartel que marca la entrada al lugar, aunque la mayoría de los visitantes ingresan por el sector que da a la Avenida Libertador General San Martín, donde se encuentra una decena de bancos de mampostería para quienes asisten a las misas o simplemente van a sentarse a meditar, muchas veces empujados por agradecimiento, miedo, esperanza, anhelos, fe o compromiso con sus creencias. Sobre la misma avenida, un cartel de chapa identifica el lugar como “Plazoleta Gruta Virgen de Pompeya”.

La categoría de plazoleta señala que se trata de un lugar público, de todos los integrantes del municipio, no privativo de los católicos que en el lugar realizan los ritos propios de esa religión. A espaldas de la gruta donde se alberga una representación de la virgen, por la parte que da a la calle Santiago del Estero, aún se encuentra una tradicional bomba a mano para extraer agua, testimonio de otros tiempos. Actualmente, se encuentra con candado.

“Obras cristianas”

En la misma gruta existe una placa de mármol donde se señala que la misma fue construida durante la intendencia de Salomón Deiver, en el año 1941. Ya no se encuentra otra placa que estaba en la referida entrada, en la cual figuraba 1942 como año en el cual se edificó ese paredón con doble arcada (sí existen testimonios fotográficos). Esta obra de Deiver no solo provino de la devoción cristiana, también intervino la alianza política que este gobernante realizó con la feligresía católica para fortalecer el apoyo popular necesario para poder soportar los embates que recibía de diferentes sectores políticos de la ciudad. La Gruta se enmarca en un conjunto de “obras cristianas”, tal cual las denomina Pedro V. Capdevila en su libro “Salomón Deiver”.

Entre otras, el autor menciona al Cristo Redentor, la Capilla en el Cementerio, la ampliación del Hogar de Ancianos y de la Asistencia Pública, la celebración de “misas y responsos el día de los difuntos por los vecinos que no podían honrar así a sus seres desaparecidos; hizo bendecir todas las obras públicas” y estableció la “obligación del Tedeum en las fechas patrias”.

Construcción de la costanera

La gruta también formó parte de una serie de acciones que Deiver desarrolló para que la ciudad volviera su cara hacia el río. Debemos recordar que, en los años 30, la costanera, lejos de tener el desarrollo actual, poseía una corto tramo que iba desde las inmediaciones del puente Vélez Sársfield (actualmente caído) hasta el bulevar Cárcano. En esa zona se encontraba el lugar donde se albergaban los caballos propiedad municipal. En las inmediaciones de la caballeriza existía un basural a cielo abierto. Bernardino Calvo, en una de sus obras acerca de la historia de la ciudad, señala que “el problema de la existencia del basural, en esa área, se complicaba con la del Corralón Municipal, motivo por el cual, vecinos del sector, ya el 6 de diciembre de 1937, solicitaban la clausura debido, dicen, al progreso alcanzado por el sector en edificaciones”.

La aprobación de la obra abrió un debate en el Concejo Deliberante de la ciudad. Desde la oposición se plantearon reparos en cuanto a la construcción de la Gruta. Entre otros conceptos, se señaló: “miren que construir una gruta en un parque infantil, expuesta al bullicio de los chiquilines, al ruido que producen los distintos juegos, en pleno centro de diversiones, es una medida inusitada y completamente fuera de lugar…”.

En el sector, Deiver hizo construir el paseo denominado El Rosedal, el Parque Infantil y el Zoológico. La Gruta, al igual que El Rosedal y la extensión de la costanera, persisten.

En la misma plazoleta hay un sector que, según indica una placa de metal del lugar, es un Altar de Promesas inaugurado durante la segunda intendencia de Deiver. Las letras de metal señalan que el período gubernamental iría del 58 al 62, aunque en realidad, en el 60, la intendencia fue ocupada por el comisionado Alfredo Vijande.

Luego de ochenta años de existencia, La Gruta Virgen de Pompeya continúa convocando fieles y no fieles, pues está integrada al paisaje urbano y al corazón identitario de la ciudad.

*Docente. Periodista. Secretario General de la Unión de Trabajadores de Estados Municipales (UTEM-CTA). Delegado Normalizador de la CTA Autónoma Regional Villa María

Fuente: www.eldiariocba.com.ar