Por Carlos del Frade
La Argentina es un país narco.
Terceros exportadores de cocaína desde hace años, segundos exportadores de metanfetaminas, según datos de las Naciones Unidas en los últimos diez años y puertos en manos de empresas multinacionales que declaran lo que se les da la gana.
En 2007, cuando México fue sancionado por Estados Unidos y Canadá y dejó de importar efedrina desde la India, ese lugar fue ocupado por Argentina.
Un Secretario de Lucha Contra el Narcotráfico fue procesado por venderle decenas de kilos de efedrina a los carteles mexicanos.
El Macrismo le sumó la desarticulación del SENASA y todavía hoy sigue vigente la legislación del Terrorismo de Estado que no permite saber qué llevan las bodegas de los barcos que transitan por nuestros ríos, por eso en febrero del año pasado salieron 16 toneladas de cocaína desde el Paraná y llegaron a Europa donde se denunciaron.
En las grandes provincias las bandas son narcopoliciales, como sucede en Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba.
Los gobiernos trabajan sobre las causas o solamente mitigarán las consecuencias como la tremenda matanza con cocaína envenenada en el principal Estado argentino.
Todavía tenemos tiempo.