Por Juan Carlos Giuliani*
El nuevo aniversario del Día de la Lealtad fue la radiografía de la fragmentación del Movimiento Obrero que parece estar más preocupado en tejer alianzas electoralistas con diferentes vertientes del Partido Justicialista que en responder a las urgentes demandas populares. Cuatro actos distintos reflejaron ese estado de atomización, desconcierto, alienación y, en muchos casos, resignación a seguir apostando por el menos malo de los otros, en lugar de apuntalar al mejor de los nuestros.
La CGT conmemoró la fecha en un local cerrado -el Estadio de Obras Sanitarias- comandada por los “Gordos” que le tienen urticaria a la calle y allí largaron un autodenominado Movimiento Político Nacional Peronista con el propósito de obtener lugares expectantes en las listas de candidatos del Justicialismo de cara a los comicios del 2023. El acto en la Plaza de Mayo donde participó nuestra CTA Autónoma junto a la CTA de los Trabajadores, la Corriente Federal, el “Moyanismo” y otros sectores, estuvo hegemonizado por el Kirchnerismo y se dio en el marco del divorcio entre los principales socios del gobernante Frente de Todos, lo que termina decantando inevitablemente en la interna del PJ y, de paso, poniendo en tensión uno de los principios fundacionales del “Grito de Burzaco”: La autonomía de la Central.
El tercer acto fue el de las 62 Organizaciones Sindicales Peronistas en el Estadio Atenas de La Plata, reivindicando la ortodoxia del pejotismo. Y el cuarto se realizó en La Matanza, con sectores de la UTEP, Movimiento Evita y otros agrupamientos sociales afines al Presidente Alberto Fernández, donde anunciaron el lanzamiento del llamado “Partido de los Comunes”, una estructura electoral con la que intentan dirimir la interna dentro del PJ bonaerense.
Semejante diáspora de sindicatos y movimientos sociales reniega del legado del 17 de octubre de 1945: La unidad de la clase trabajadora por encima de sus conducciones, de abajo hacia arriba, de la periferia al centro, con el objetivo de recuperar el liderazgo del General Perón de su prisión en la Isla Martín García para transitar un camino certero hacia la liberación del país de toda potencia extranjera, asumir los derechos de los trabajadores como un bien social y protagonizar los diez años más felices del pueblo argentino.
Esta perspectiva de corte electoral asumida por parte del Movimiento Popular se da en un contexto en el que los salarios no recuperaron el 20% de la caída que tuvo lugar entre 2017 y 2019; donde en el mejor de los casos las negociaciones paritarias le empatan a la inflación aunque en la mayoría de los casos quedan por debajo de la línea de pobreza; en el que la distribución del ingreso es cada vez más regresiva; y los niveles de precarización laboral siguen siendo muy elevados. La inflación de 6,2% en septiembre, 66%,1 en los primeros 9 meses del año y 83% interanual destroza el poder adquisitivo de las trabajadoras y trabajadores que a duras penas sobreviven para llegar a fin de mes.
De los 20,5 millones de personas que según el INDEC figuraban como asalariados en el segundo trimestre de 2022, apenas algo más de 6 millones pertenecen al sector privado registrado y tienen chance de arrimarse a la inflación. El resto pierde por paliza. La Reforma Laboral que promueve el “Macrismo” ya está hecha y se basa en salarios de hambre. El ajuste vía inflación que ejecuta el Ministro de Economía Sergio Massa para cumplir al pie de la letra con el plan económico neoliberal impuesto por el FMI, se complementa con la profundización del Modelo Extractivista-Dependiente, el saqueo de nuestros bienes comunes, la criminalización de la protesta, la demonización de los pueblos originarios, la extensión de la pobreza e indigencia y la concentración y extranjerización de la riqueza: El emporio de la injusticia social.
No alcanza con la unidad de acción para enfrentar el ajuste. “Conceptuar la realidad y no meramente conceptuar conceptos, como lo hizo siempre la agónica izquierda tradicional, es el mayor salto cualitativo que ha dado el movimiento obrero revolucionario”, afirmaba -con razón-Rodolfo Puiggrós.
El Gobierno del Frente de Todos, que la mayoría del pueblo votó después de combatir en las calles las políticas antinacionales y antipopulares de Macri, incumplió sus promesas de campaña y claudicó frente a los factores de poder: Desde la salida de la pandemia del Covid-19 está haciendo todo lo posible para que en el próximo turno electoral retorne la restauración oligárquica.
Es justo y necesario decir acá y ahora que los sobrevivientes del terrorismo de Estado no estamos para aplaudir el acuerdo del Gobierno con el FMI, para callar ante el escándalo de la pobreza, el hambre y la entrega de Soberanía; para mirar para otro lado mientras en nombre del “progresismo” los canallas malversan la historia de la generación del ’70 sentados en sus oficinas de Puerto Madero o hablan de los padecimientos del pueblo desde sus mansiones en los barrios cerrados.
Que nadie se haga el ofendido: No vamos a traicionar la memoria de nuestros 30.000 que vivieron, militaron y murieron por una Patria Liberada. Vamos a seguir peleando por esas banderas y desenmascarando a los farsantes. En palabras del histórico dirigente de ATE Córdoba, Héctor “La Perra” Castro: “A lo que le temo es al frío del corazón de los compañeros que se olvidaron de donde vinieron”.
*Periodista. Congresal Nacional de la CTA Autónoma en representación de la provincia de Córdoba