AMMAR-CTA: Trabajo sexual y derechos

Por Juan Beron 

AMMAR es una organización que vela por los derechos laborales de las trabajadoras sexuales, para que tengan acceso a la salud, para que puedan realizar sus aportes al Estado, para que cuenten una obra social y que puedan jubilarse como los millones de trabajadores en Argentina.

“Nosotras también leemos libros. El nuestro se llama vení y parate en la esquina”. Así es como Patricia Figueroa, presidenta de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina AMMAR-CTA (Filial Córdoba) expresa su postura.

Trabajo sexual, trata, víctimas, dictadura policial, lucha, proxenetas, sexualidad, amor y decisión. Todas estas eran algunas de las palabras que se entrelazaban en su discurso, generando una sensación de firmeza, seguridad y perseverancia.

En sus comienzos, allá por 1994, AMMAR nace como una organización tomada por la iniciativa de mujeres y travestis cansadas de la represión policial contra la prostitución callejera. En esos años era muy difícil ser trabajadora sexual y quienes se dedicaban a esto tenían que lidiar diariamente con amenazas, violaciones, y torturas en los calabozos de muchas ciudades del país. Pero especialmente en Córdoba, donde existían ciertos códigos entre las fuerzas de seguridad y los proxenetas.

Patricia (así como las más de 1200 trabajadoras sexuales cordobesas) un día tomó la decisión de no ser más explotada y se paró en una esquina a ofrecer su servicio: ese día comenzaría una lucha que lleva más de 25 años.

La odisea comenzaba cuando una trabajadora salía a la calle y se paraba en una esquina, si la policía la encontraba la detenían por una o dos semanas bajo el estatuto de códigos contravencionales que habilitaban su detención (esta duración con el correr del tiempo pasó a ser más rigurosa y se llegó a extender hasta 180 días), de ahí las puerta de los calabozos pasaban a ser giratorias para ellas, con un sinfín de salidas y entradas. Hasta que, por fuerza mayor, decidían someterse a los proxenetas que se llevaban el 50% de su ganancia a cambio de “protección”. Claro está que era un escenario con un trabajo precario y muy agotador pero todo era mejor antes de caer encerradas dentro de aquellos calabozos que presenciaron toda clase de violaciones y torturas.

La dictadura policial (así lo llaman ellas) de los ’90 fue una época muy oscura para las trabajadoras sexuales y es que esta fue la razón de AMMAR para organizarse y combatir contra aquellos que afectaban su sustento diario y se aprovechaban de su esfuerzo. En el ´95 la Embajada de los Países Bajos fue quien colaboró para la conformación de la Asociación y la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) fue quien les dio un refugio para llevar a cabo sus objetivos.

En 1997 se integraron a la Red de Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe (RedTraSex), que tiene como objetivo apoyar y fortalecer a las organizaciones de mujeres trabajadoras sexuales en la defensa y promoción de sus derechos humanos. La red hoy está compuesta por más de 15 países.

A partir del año 2000 las trabajadoras comenzaron a organizarse en Córdoba, filial que en la actualidad es totalmente independiente de la red nacional, debido a un conflicto de intereses que tuvieron durante el 2010 entre las provincias y la sede central en Buenos Aires.

Desde ese año AMMAR Córdoba entendió que era un colectivo fuerte y que no iban a parar hasta derribar mitos, prejuicios, y conquistar derechos. Este sindicato se comprometió a llevar una lucha para buscar el respeto de los derechos humanos y laborales del sector, a fundamentarse en la auto-organización de mujeres que han sido excluidas, discriminadas, marginadas y sometidas históricamente a todo tipo de maltratos. Y a fortalecerse mediante la defensa de la libertad laboral al conocer y ejercer sus derechos y generar estrategias para el cuidado de su salud integral.

Muchas de las que comenzaron en los ‘90 y cuentan con objetivos personales ya resueltos permanecen enAMMAR por las que quedan y por las que siguen sin ser respetadas. Desde su posición, el trabajo sexual es una decisión que se toma de manera autónoma y se trabaja de forma deliberada separándolo de la trata, con la cual llevan más de 20 años luchando contra proxenetas que aún explotan mujeres y niñas a lo largo y ancho del país.

El academicismo es una postura que poco o nada ha hecho para acompañarlas en su lucha y, ante esto, afirman “se enojan por la palabra puta, mientras a nosotras nos sacan nuestros hij@s”“se encierran a leer libros y a querer obligarnos a dejar nuestro sustento de vida. Que vengan y se paren en la esquina si quieren hablar por nosotras, tenemos voz propia y sabemos cómo utilizarla”.

AMMAR en la actualidad lleva a cabo muchas actividades que no solamente se circunscriben a la esfera de las trabajadoras. En el ámbito educativo cuentan con su propia escuela primaria y secundaria para adultos abierta a toda la comunidad, un área de alfabetización para personas mayores, una sala cuna para cuidar a l@s hij@os de padres que necesitan trabajar durante el día para solventarse. Ante esto, muchas veces quienes están encargadas de esta área se ven desbordadas por la cantidad de niñ@s para atender y las trabajadoras sexuales cumplen un rol fundamental donde toman turnos para colaborar. También ofrecen talleres de formación y capacitación como diseño de indumentaria, peluquería, computación, maquillaje, entre otros. Por otro lado, llevan adelante la copa de leche en los barrios adyacentes de Córdoba, brindan asesoramiento legal a compañeras que lo precisen ante diversos casos y realizan actividades públicas para difundir la necesidad del reconocimiento del trabajo sexual.

En el ámbito político participan de la elaboración y promoción de herramientas para derogar todo tipo de norma legislativa que criminalice el trabajo sexual. Forman en Derechos Humanos y Laborales, multiplicando su conocimiento entre pares para fortalecer las bases de la organización. Y también promocionan la participación en espacios de debate, paneles, y foros compartiendo su mirada y propuestas de trabajo.

En lo que respecta a la salud existen espacios de formación para la prevención entre pares, cuentan con un centro de distribución de preservativos, gratuito y amigable. Llevan adelante el Centro de Testeo de VIH, Hepatitis B y Sífilis con jornadas mensuales, el Centro de Vacunación en articulación con Epidemiología de la Provincia, y con el Hospital Rawson se suma la atención ginecológica.

Hoy en día en nuestro país existen una serie de normativas que afectan al trabajo sexual, incluso cuando éste se ejerce de manera autónoma (cuestión que no constituye delito alguno). En el año 2012, la reforma de la ley de trata comportó la modificación de buena parte de la legislación existente, agravando y ampliando las figuras penales que perseguían la promoción, facilitación y explotación de la prostitución ajena. Es importante señalar que estas modificaciones, al restarle importancia al consentimiento de las personas y eliminar los medios comisivos, implicaron la no distinción entre prostitución forzada y trabajo sexual realizado de manera autónoma.

Solo queda por decir que la lucha de AMMAR es entre pares y se ayudan entre sí para sostener este movimiento que lleva más de dos décadas como organización. Y para darle un cierre, algo que Patricia recalca junto a un juego de palabras es “aprendimos a AMMARnos, tanto a nosotras como a nuestro cuerpo y nuestro trabajo. Tenemos voz propia y no necesitamos que nos representen, para nosotras la sexualidad es dignidad, y se respeta. Respétennos”.

Fuente: www.nadieescool.com