“Cordobazo”: Poner el acento en las reivindicaciones del pueblo

Detenido político durante la dictadura, ex Secretario de Derechos Humanos de la Municipalidad de Córdoba y actual director de la revista Tiempo Latinoamericano, Luis Miguel “Vitin” Baronetto fue también participe de la gran gesta del “Cordobazo” del 29 y 30 de mayo de 1969. En diálogo con Comunicación CTA-A provincia de Santa Fe, el referente rememora aquellos días revolucionarios analizando el rol de las CGT, sus dirigentes y el movimiento estudiantil.

-¿Cómo recuerda hoy esas jornadas?

-Con admiración por el entusiasmo juvenil de aquellos tiempos, parte de aquel clima de cambios profundos de transformaciones revolucionarias que se vivían en muchos países de Latinoamérica, y en Argentina particularmente desde las experiencias de resistencia del movimiento obrero y también políticas por la proscripción del peronismo.

En ese contexto, la agudización del despojo de los derechos y la represión que se fue instaurando a partir del golpe de Onganía en 1966, fue preparando un clima tal que el Cordobazo al estallar no sorprendió.

El 5 de mayo en Córdoba fue el paro de la UTA que conducía Atilio López, y durante el mes hubo más medidas como la de SMATA con una gran asamblea, determinante diría yo para la concreción del Cordobazo, que fue la del 14 de mayo en Córdoba Sport Club. Que si bien terminó con una fuerte represión se logró aprobar allí un paro que se realizó días antes del 29, con bastante repercusión.

Mientras tanto se fue articulando entre los dirigentes sindicales de los distintos sectores, y las distintas centrales en donde estaba organizado movimiento. Fundamentalmente la CGT de los Argentinos con Agustín Tosco, la CGT Córdoba con Atilio López, y la CGT que respondía más a la corriente nacional, aunque con sus características propias, representada por Elpidio Torres. Este último creo fue que el dirigente sindical que aportó las huestes principales para el Cordobazo. Sin su participación y la de los más de 10 mil trabajadores mecánicos de distintas fábricas, el Cordobazo no hubiese tenido la dimensión que tuvo.

El Cordobazo no fue una protesta espontánea, tuvo una planificación en la clandestinidad entre los distintos dirigentes sindicales, pero que también fue elevada a un plenario de más de 80 gremios de Córdoba. Es decir hubo una planificación y una decisión del conjunto orgánico del movimiento obrero que subo superar las diferencias y poner el acento en las reivindicaciones de entonces.

Hay que decir también que fue organizado en sus inicios, y espontáneo luego de que la policía asesinara al obrero mecánico Máximo Mena. Eso hizo que estallara. A partir de ahí es como que se “habilita” de algún modo la participación activa de los jóvenes estudiantiles y la población en general.

Hubo una participación de la gente, desde la casas, en las que incluso se arrojaban cosas para ayudar a las barricadas. El seminario mayor donde yo estudiaba estaba a una cuadra de la Plaza Vélez Sarfield donde se iba a concentrar el acto (que no llegó a realizarse). Siempre digo que nuestra edad nos dio la oportunidad participar. No protagonistas, que lo fueron otros, sino participantes activos de una jornada que sin ese compromiso de los trabajadores, estudiantes y pueblo en general, no hubiera tenido la magnitud y trascendencia que tuvo.

-¿Cómo se conectaron el Correntinazo, el Rosariazo y el Cordobazo?

No hay que pensar el Cordobazo aisladamente, no fue una hecho excepcional contra la dictadura. Hay que tener en cuenta, no sólo el cierre de los ingenios en Tucumán, sino la clausura de las universidades y de los comedores universitarios, que fueron el detonante de las protestas en Corrientes y en Rosario, y los posteriores asesinatos de Cabral y Blanco.

Recuerdo haber participado en los días previos de una misa en la Iglesia del Pilar que oficiaron los sacerdotes Milcovich y Ortiz, después de la que se hizo una marcha en silencio encabezada por Tosco, hasta un lugar emblemático que hubo y hay en Córdoba. El lugar donde la policía mató a Santiago Pampillón. En esa ocasión la misa se organizó para recordar a los asesinados en Rosario y Corrientes.

Había un clima de protesta a la dictadura y de rechazo a los planes económicos imperialistas, que hacía una articulación a los hechos. El principal ente articulador de los trabajadores fue la CGT de los Argentinos. Sin ser la que nucleaba los gremios más numerosos adquirió una representación que logró constituirse en referencia de un conjunto muy amplio de la población, particularmente de la juvenil/estudiantil, y de la que militaba en los barrios.

Esto es importante porque las protestas también se dieron antes en Tucumán y con los docentes en Mendoza. En aquel momento la organización parecía estar más asentada en el interior, que en Buenos Aires.

-¿Cómo se logró el encuentro entre las distintas CGT?

-Hay que decir que en su mayoría, su identidad peronista, los hacía ser amplios en la práctica. Podía haber mucha diferencia entre dos sectores, como lo había, pero sabían distinguir claramente cuando lo importante eran los intereses de los trabajadores.

En el caso de Tosco -que no era peronista sino que venía desde un sector independiente (con su cercanía al partido comunista aunque no estaba afiliado)- él surgió como dirigente sindical durante la primera recuperación de la CGT en 1957 junto con Atilio López, de tal manera que él también venía de una práctica pluralista.

Los dirigentes sindicales que estaban apareciendo, quienes eran mayoritariamente de segunda línea ya que los de primera habían estado presos, o estaban presos, fueron los que protagonizaron esa resistencia primera cuando se recuperó la CGT aquí.

Eso le dio al conjunto del movimiento obrero en Córdoba esta particularidad de pertenecer a distintos núcleos organizativos, por diferencias ideológicas o políticas, pero saber priorizar en lo principal. Lo que en ese momento se expresaba en las quitas de derechos que afectaban a los trabajadores. Tal como fue el caso de los trabajadores del SMATA cuando le quitaron el sábado inglés.

-Es difícil imaginar hoy una gesta popular de esas características ¿Cómo mantener el Cordobazo vivo hoy?

-Sin dudas hubo contexto -político, social y económico- muy distinto. El país en que hoy vivimos es otro. Pasó una dictadura genocida que a la par de la represión y la violación de derecho humanos ejecutó un plan económico de neoliberalismo, que en aquella época no lo conocíamos con la virulencia que empezó a tener ya a fines del año 74/75, con el Rodrigazo. Y que se profundizó con Martínez de Hoz, y que continuó con aquella democracia, tan importantemente conseguida por las luchas del movimiento obrero, pero que no lograron desterrar de fondo el neoliberalismo económico que luego se evidenció con fuerza en los 10 años del menemismo.

De todas maneras, y como los pueblos no se suicidan, en todas estas etapas hubo modos y formas en que los trabajadores y el pueblo general han encontrado como resistir. Y de esa resistencia supieron surgir distintos modos de organización popular.

Ayer recordaba el surgimiento de los movimientos piqueteros a comienzos de este siglo, cuando las privatizaciones y las flexibilizaciones laborales iban dejando en la calle a los desempleados.

En ese marco surge inclusive la CTA como una de las referencias más fuertes, que tuvo un protagonismo muy importante con Víctor De Gennaro, y que dieron a luz a una forma organizativa que se extendió por todo el país con mucha fuerza. Sobretodo incorporando la novedad que el movimiento obrero organizado debía incluir no solamente a los trabajadores empleados, sino también a los trabajadores desempleados.

Allí el movimiento obrero se extendió a los movimientos sociales, y los piqueteros fueron como una semilla muy importante para que se pudiera reorganizar la resistencia.

Hoy estamos en otro contexto aún distinto del de 20 años atrás. Creo que hay que mirar bien la realidad porque las transformaciones en el aparato productivo -la financialización de las economías en Argentina y el mundo, junto a las consecuencias imprevisibles de la pandemia- nos van a exigir grandes cuotas de generosidad, especialmente a los dirigentes, para buscar la manera de preservar los derechos conquistados con sangre y esfuerzo de los trabajadores.

También para saber ver la realidad y no chocar permanente contra la pared. Sino buscándole la vuelta para que esas resistencias tengan efecto positivo en los trabajadores y los derechos puedan mantenerse en su mayor expresión. Algo que no es tan fácil porque además hay que mirar del otro lado, y ver cuales son los movimientos de los poderes fácticos, sobretodo económicos, que van desarrollando su propia concentración y modos de actuación que son los que nos afectan al pueblo.

Luego está el instrumento político que a veces sirve para un lado, o sirve para otro, o a veces en el medio. Allí hay que moverse, en el tironeo de las relaciones de fuerza que se puedan construir desde el campo popular para contrarrestar a los poderes fácticos.

Veo que hay movimientos, me parece que son insuficientes, pero es juntamente en el movimiento que es posible crecer. Es importante tener esta actitud de apertura, sabiendo que no todos piensan lo mismo, que hay actitudes que a lo mejor nos pueden parecer demasiado concesivas o burocráticas. Pero hay que saber distinguir bien quién es el enemigo, quienes son posibles aliados, y no confundir lo principal con lo secundario para poder sumar fuerzas y avanzar por este camino que no va a ser fácil para los pobres y los trabajadores.

Fuente: www.ctasatanfe.org