Coronavirus: En medio de la pandemia los intereses de la deuda suman $ 6.000 millones por día

Suman 6.000 millones de pesos diarios los intereses que el Estado paga, y los que no paga por falta de fondos y se acumulan incrementando el capital, lo que compromete a nuevos intereses, engordando una bola de nieve. La que es indispensable detener porque impide la recuperación de la economía, agobiada por años de recesión y por el parate de una pandemia que no estaba en los cálculos del equipo económico que busca negociar la reestructuración de la deuda.

Por Héctor Giuliano*

La pandemia del Coronavirus (Covid 19) ha desplazado lógicamente a segundo plano las pocas noticias que se tienen con respecto al agravamiento de la Crisis de Deuda Pública que vive la Argentina.

Las negociaciones en curso para una nueva Reestructuración de Bonos del Estado Nacional y gran parte de los Bonos Provinciales se mantienen bajo secreto informativo: no se sabe quiénes son los acreedores con los cuales el Gobierno está negociando, qué montos y por qué títulos de deuda lo está haciendo.

Tampoco sabemos qué condicionamientos o qué tipo de “apoyos” internacionales se estarían acumulando a los fines de la futura restructuración, a partir de los contactos directos con el Fondo Monetario Internacional y los gobiernos de Estados Unidos, Israel y de países de la Unión Europea, entre otros.

Esta situación se da con un agravante: el país –y gran parte del Mundo– está parado. La cuarentena social ha detenido la actividad económica y social de la gente, la pobreza y la indigencia castigan a más de la tercera parte de la población, la Inflación sigue carcomiendo la capacidad de compra de los salarios de los trabajadores y el valor de las jubilaciones/pensiones, así como de los planes sociales.

Frente a este cuadro, el Estado resolvió aumentar el gasto público – se estima entre 500 y 700.000 millones de pesos – para poder atender la Emergencia Sanitaria y Socio-Económica de los más necesitados (incluso a costa de los que no lo son tanto).

Mientras el Fisco deja de recaudar por la caída de la actividad y la necesidad de atenuar la presión impositiva, los ingresos del Comercio Exterior pueden entrar en una zona comprometida y la tormenta financiero-cambiaria arrecia en el Mundo Globalizado.

Sin embargo, mientras todo esto ocurre nuestro país sigue pagando los altísimos intereses de su deuda pública.

Números duros

Según datos de la Secretaría de Finanzas Públicas del Ministerio de Economía, publicados el 30 de septiembre de 2019, el Tesoro Nacional tiene intereses a pagar para 2020 por 1.344.600 millones de pesos, equivalentes a unos 23.400 millones de dólares al tipo de cambio de 57,56 $ x U$S vigente a la fecha del corte de la información. En promedio, unos 3.700 millones de pesos diarios.

Vale señalar que el 80 % de la deuda está en Moneda Extranjera y sólo el 20 % en pesos. De tal manera con la cotización del dólar oficial a $67,10 el promedio de intereses diarios comprometidos que dejó la gestión macrista alcanzan los 3300 millones de pesos y reduce el total de intereses del 2020 a alrededor de 20 mil millones de dólares.

En este contexto, aunque el 37,2 % de la deuda total fue contraída con Entes del propio Estado, fundamentalmente con el Banco Central (BCRA), el Fondo Garantía de Sustentabilidad de la ANSES y bancos oficiales -con el Banco Nación a la cabeza–, y consecuentemente no implican una exigencia negociable, la proporción de la deuda con acreedores privados y organismos multilaterales de crédito, como el Club de París, mantiene una incidencia elevada y agravada a su vez por una fuerte concentración del perfil de vencimientos.

Paralelamente a lo que ocurre con el Tesoro, el Banco Central – que es la cara oculta de la ‘deuda bicéfala’ del Estado Argentino – tiene pasivos totales de corto y cortísimo plazo por el equivalente a otros 78.400 millones de dólares, que a su vez implican intereses de 16 mil millones de u$s anuales, un promedio de casi 2.700 millones de pesos más por día..

Esto es, que si sumamos los Intereses a Pagar por parte del Tesoro y del BCRA tenemos que el Estado Argentino afronta actualmente vencimientos de servicios – sólo por Intereses – del orden de los 2.2 billones de pesos por año (1,2 del Tesoro más 1,0 del BCRA). Equivalentes en conjunto a 36.000 millones de dólares (20.000 del Tesoro más 16.000 del BCRA). En este último caso, se trata de pasivos conformados por cuentas corrientes en dólares, Leliq a 7 días, Pases Pasivos a 1 día y el Swap chino, entre otros rubros

De esta forma, sumada la deuda de Tesoro más la del Banco Central, los intereses a pagar diariamente alcanzan los 6.000 millones de pesos (3.300 más 2.700 respectivamente).

Aquí no tomamos en cuenta los servicios por la deuda de provincias, que sumarían un stock de entre 26 mil y 30 mil millones de dólares. Ni de municipios, empresas del Estado, Organismos Nacionales y fondos fiduciarios, deudas flotantes (con proveedores) ni juicios contra el Estado con sentencia en firme, como los juicios remanentes de los Holdouts, las demandas ante el CIADI y los reclamos locales de los jubilados con fallo de la Corte Suprema de Justicia.

Esa deuda conjunta, que constituye la “Deuda Pública Nacional” y pesa como carga financiera fiscal junto a la principal del Estado Central y del BCRA, es una información que no es suministrada por las autoridades de Gobierno.

Bola de nieve

Actualmente, la mayor parte de los intereses no se pagan sino que se capitalizan por anatocismo, esto es que los intereses se suman al capital originario y aumentan el monto final generando intereses a futuro en función del nuevo monto conformado, mecánica propia de la usura.

En consecuencia la bola de nieve que implican tales servicios viene aumentando en forma inmanejable por el mecanismo de los ‘intereses compuestos’. Este mecanismo financiero irracional fue llevado al paroxismo bajo la gestión Macri pero no ha cesado con la nueva administración Fernández.

Tal el cuadro de situación del costo financiero del sistema de la deuda pública argentina que pesa hoy sobre las finanzas del Estado, bajo el actual esquema de crisis de deuda, que en estos días se habría directamente descontrolado con la emergencia por la pandemia del coronavirus.

En estas circunstancias, a la patética situación del esquema financiero-fiscal existente, se le agrega entonces la carga adicional por combinación de incremento del gasto público y caída de la recaudación. Con el consiguiente agravamiento del déficit fiscal, por la baja de la actividad económica.

El sometimiento de la administración kirchnerista del presidente Alberto Fernández a las exigencias de los Fondos Buitre, que hoy son la mayoría de los nuevos bonistas de la Argentina, se pone de manifiesto en una realidad tan cruenta como escandalosa: la fórmula de “pagar mientras se negocia”.

Es decir, que el gobierno estuvo haciendo hasta el momento lo contrario de lo que por lógica y por necesidad debiera hacer en momentos de una flagrante situación de incapacidad de pago.

Existe un problema insoluble de Iliquidez e Insolvencia, del que por un lado las autoridades se lamentan en sus declaraciones públicas. Pero que paralelamente soslayaron en la práctica al “cumplir” en forma financieramente ruinosa con los servicios del endeudamiento: los de Capital, a través del reperfilamiento sistemático de los plazos de pago a medida que los vencimientos se van produciendo. Y los de los intereses devengados de dichas deudas por vía de capitalizaciones continuas.

Y así se da el caso que mientras el país está dramáticamente parado en su economía los capitales financieros, en cambio, siguen enteramente activos, gozando de las ganancias extraordinarias derivadas del “Sistema de la Deuda del Estado” – por capital e intereses a cargo del Tesoro, del BCRA, de las provincias y demás entes públicos- a donde se agregan también las rentas producto de las operaciones especulativas, por arbitraje entre tipo de cambio y tasas de interés, etc.

Es una muestra trágica de cómo, bajo condiciones de crisis de deuda perpetua, la premisa financiera del ‘Valor Tiempo del Capital’ se contrapone a las necesidades producto de la crisis sanitaria y a las del crecimiento económico: una verdadera lección gráfica de divorcio entre finanzas y economía.

Dicho en términos simples: que el país está económicamente parado por efecto de la deuda y del coronavirus, pero la deuda no: La deuda no para nunca. Y por eso mismo agrava las condiciones en que necesita recuperarse la economía.

Y cuando trabajosamente, mediante los grandes sacrificios económicos y sociales derivados de los sucesivos planes de ajuste fiscal, se llegue a una nueva reestructuración de deuda, al enésimo ‘Megacanje’, como el que está actualmente en curso de negociación, el país va a tener así otra vez, como “premio”, la oportunidad de regresar al mercado de capitales, es decir, la puerta nuevamente abierta para volver a endeudarse.

*Licenciado en Administración y Finanzas y experto en Deuda Pública y Externa. Asesor del Foro Argentino de la Deuda Externa.

Fuente: www.stripteasedelpoder.com