De aquella “hermanita perdida” a esta Base de la OTAN que acecha la soberanía

Por Adrián Camerano

Las miradas de un ex combatiente, del primer director del Museo Malvinas, de un conscripto movilizado y del abogado que inició la causa por torturas. Memoria, Verdad, Justicia y Soberanía. 

Los dibujos quedaron arrumbados en un cajón. Aviones, helicópteros, soldados. Bombas, fuego. La cándida producción gráfica de un estudiante del primer grado allá por abril de 1982 era producto no de un incipiente interés artístico que el tiempo no confirmó, sino del contexto de escuela pública del conurbano bonaerense marcado por un patrioterismo sin par, la Marcha de Malvinas como banda de sonido y el machacado concepto de “Hermanita perdida” que Atahualpa Yupanqui y Ariel Ramírez habían inmortalizado cuando la guerra siquiera se sospechaba.

Esos garabatos sobre hojas Canson N°5 no eran casuales, sino consecuencia del bombardeo mediático que del 2 de abril al 14 de junio de aquel año oficiaba de andamiaje ideológico-comunicacional. Las tapas triunfalistas de las revistas Gente, Somos y Siete Días, un “Vamos ganando” que la realidad desmintió más temprano que tarde, y el colmo del patetismo encarnado en algunas de las producciones periodísticas de la entonces Argentina Televisora Color.

A aquellos últimos estertores dictatoriales le seguiría la primavera alfonsinista y el desprecio a quienes volvieron de las islas; en los ´90, una desmalvinización extrema con políticas de seducción más ancladas en muñecos Winnie the Pooh que en resultados concretos; y en los primeros 2000 un informe Rattenbach desclasificado que daba pie al abordaje del tema Malvinas en el marco de las violaciones a los Derechos Humanos perpetradas por la última dictadura cívico-eclesiástica-militar.

En este marco, a 40 años del conflicto bélico La Nueva Mañana presenta cuatro voces autorizadas acerca de los desafíos que plantea la fecha, las tensiones entre los relatos a veces contrapuestos sobre la Causa Malvinas y las perspectivas a futuro.

Cuatro miradas a cuatro décadas del conflicto bélico que cambió la historia argentina y marcará también los años por venir.

“Malvinas es la causa mayor de la soberanía en América latina”

Jorge Giles es de los más experimentados periodistas de la Argentina. Ha escrito libros sobre el peronismo y el terrorismo de Estado, y fue preso político de la dictadura hasta su liberación en 1982, el año de la guerra. Señala que “Malvinas es la causa mayor de la lucha por la soberanía en la Argentina y en toda América latina”, y recuerda que “la historia larga de esta causa, que tiene los mismos años que la Patria”.

Quien fuera guionista y primer director del Museo del Bicentenario y del Museo Malvinas parte de la historia para contar el derrotero y el sentir nacional para con las islas que son parte de su territorio. “Desde la misma Revolución de Mayo de 1810 hay registro del sentido de pertenencia que los padres fundadores de la Nación tenían respecto a las Islas del Atlántico Sur. En 1820 el gobierno criollo envió al marino David Jewett a sentar posición soberana, en 1826 el gobierno de Buenos Aires encarga a Luis Vernet la instalación de un establecimiento permanente, y es ese pueblo pacífico, laborioso, pujante y decididamente argentino el que va a ser atacado en 1832 por un buque de guerra de los Estados Unidos y en 1833 por la Fragata británica Clio, concretándose desde entonces la usurpación colonial  de nuestro territorio nacional”, completa.

Este periodista y docente de raigambre peronista señala que “partimos de esta larga historia para medir los avances y retrocesos de la Causa Malvinas; una causa que será defendida en estos casi dos siglos de ocupación”.

Señala como hitos en esa historia “la Resolución 2065 de la Asamblea General de la ONU; la defensa inclaudicable de Manuel Moreno, en el siglo XIX; la solidaridad de la Patria Grande haciendo suya la causa, con la hermana Bolivia en primer lugar, a pocos días de conocida la invasión inglesa a las Islas Malvinas; el vuelo solitario de Miguel Fitzgerald en 1964 para sentar presencia argentina; el vuelo de los militantes peronistas que participaron del “Operativo Cóndor” en 1966; la instalación en Malvinas de plantas de Gas del Estado, YPF, Correo, Líneas Aéreas del Estado y la construcción del primer aeropuerto; el intercambio de estudiantes entre el continente y las Islas; la enseñanza a cargo de maestras argentinas enviadas por el Ministerio de Educación; y la inminente firma, durante la presidencia de Juan Domingo Perón, de un acuerdo de reconocimiento  de la soberanía argentina por parte del Reino Unido en 1974, trunco por la muerte de Perón y el cambio de orientación política en el gobierno británico”, completa.

“De allí veníamos cuando la dictadura cívico-militar decide el desembarco del 2 de abril de 1982, rompiendo la tradición de lucha pacífica por la soberanía argentina” recuerda, y afirma que “con esa decisión, basada en la especulación de perdurar en el poder, los dictadores posibilitaron la instalación de una poderosa base de la OTAN en Malvinas, alejaron la conquista de nuestra legítima soberanía y truncaron la vida de nuestros únicos héroes en esta historia: los soldados argentinos que regaron con su sangre suelo malvinense. Ellos no murieron por Galtieri, sino por la Patria que nos legaron San Martín, Belgrano, Güemes, Rosas, Castelli, Yrigoyen y Perón”.

Para el periodista, el imperativo histórico es “desmilitarizar la Causa Malvinas para retomar la defensa de nuestra soberanía en paz y en democracia, con Memoria, Verdad y Justicia”. “Es el mejor homenaje que a 40 años de la guerra le podemos rendir a los excombatientes” concluye y recuerda que “la violación de los Derechos Humanos y el Terrorismo de Estado ejecutado por la dictadura en el continente también fue ejercido contra nuestros soldados en Malvinas, con estaqueos y otras formas de torturas. Eso también debemos recordar y denunciar en este aniversario de la guerra”.

“Nada nos alejó más de Malvinas que la guerra”

Quien impulsó esa denuncia judicial por las torturas a la tropa propia durante la guerra es el abogado correntino Pablo Vassel. Ex subsecretario de Derechos Humanos de Corrientes, Vassel recorrió parte del interior profundo recolectando testimonios de soldados torturados por sus propios jefes; con todo ese bagaje hizo un libro y la denuncia penal en el Juzgado Federal de Río Grande, que llegó a la Corte Suprema.

“La causa por las torturas, aunque se simplifica llamarla de esta manera porque también se investiga el asesinato de un soldado correntino por parte de su cabo y la muerte de soldados correntinos por hambre, está paralizada en la Corte. Nosotros tratamos de que el máximo tribunal de la Argentina entienda algo que parece tan obvio: que las torturas son violaciones a los Derechos Humanos y por lo tanto son imprescriptibles. La Corte ya perdió la oportunidad de expedirse en 2012, y ahora eso no puede repetirse: tiene que garantizar justicia y expedirse”, se esperanza.

A 40 años, Vassel cree que “es un buen momento para reflexionar”, tiene la convicción de que “es posible la recuperación de las islas por vías diplomáticas, pacíficas” y cita como ejemplos recientes “la devolución de Hong Kong de Inglaterra a China y la devolución del Canal de Panamá”.

El abogado y especialista en Derechos Humanos señala inconsistencias históricas en la política exterior argentina pero a la vez considera “muy necesaria esta decisión del Presidente de crear un Consejo Asesor Malvinas para discutir entre oficialismo, oposición y sectores interesados, políticas de Estado sobre el asunto Malvinas”.

“Hay una mirada de Malvinas que mira solo el hecho bélico, solo 1982; una mirada de soldados tipo ´rambos´ que perdieron vaya a saber por qué razón. Se perdió por las conclusiones del informe Rattenbach, que a partir de nuestra lucha en la causa por las torturas a los soldados logramos que se desclasifique, porque no podía ser secreto”, evalúa.

“Nosotros creemos que nada nos alejó mas de Malvinas que la guerra. La vida cotidiana de los habitantes de Malvinas el 1 de abril de 1982 era que tenían el petroleo de Ypf, el gas de Gas del Estado, el correo de Encotel, el teléfono de Entel, maestras bilingues, comunicación aérea por Lade, un puente aéreo con Río Gallegos o Comodoro Rivadavia. Hoy la realidad es muy distinta, de aquella economía agropastoril de 1982 a tener hoy uno de los PBI más altos del mundo, producto de la depredación pesquera”, contextualiza.

Vassel cifra esperanzas en que “la diplomacia es el camino” y de que “con inteligencia se va a recuperar Malvinas”. Pero distingue dificultades, explica que las islas son “un apetecible bocado para los imperios, por la reserva de agua, por el cambio climático, por la biodiversidad antártica” y que “el imperialismo inglés está adaptando Malvinas para que sea el puente de ingreso a la Antártida, con un gran aeropuerto, que ya lo tiene, y con un puerto de aguas profundas que lo esta construyendo”.

“Malvinas hoy es una base con capacidad de destrucción de la totalidad de la Argentina y gran parte de América Latina, por el armamento misilístico que posee; además, allí hay violación del tratado de no proliferación de armas nucleares, y es una base de la Otan que amenaza la soberanía de la región y resguarda la depredación de recursos pesqueros de la Argentina”, finalizó.

“Son 40 años de la guerra y 40 años de impunidad”

Ernesto Alonso combatió en Malvinas, sobrevivió a la guerra y a su regreso al continente fue socio fundador del Centro de ex Combatientes de Islas Malvinas (CECIM). Consultado por la Nueva Mañana, señala que “se cumplen 40 años de la guerra de Malvinas y son también 40 años de impunidad, de hechos ocurridos en el contexto de la dictadura militar y de una guerra que fue decidida por esa Junta militar que estaba muy alejada de la defensa de los intereses de los argentinos, no estaba para nada vinculada a una actitud antimperialista sino todo lo contrario”.

Alonso enmarca Malvinas en un terrorismo estatal que “perpetuó un plan de exterminio, desmanteló el aparato productivo, persiguió a trabajadores e implementó un plan económico con todo lo que ya sabemos”. Y en ese marco, desde el Cecim “este año estamos haciendo un eje muy fuerte en este contexto de la guerra y las asignaturas pendientes, porque hay centenas de compañeros que fueron victimas de violaciones a los Derechos Humanos cometidos por esa dictadura”.

Combatiente en las islas, este integrante de la Comisión Provincial de la Memoria bonaerense sostiene que “a Malvinas se traslada lo peor del aparato represivo”. “Claramente no fue el Ejército de San Martín; si repasamos la cantidad de militares que fueron condenados por la represión en los centros clandestinos, vamos a encontrar a cientos de ellos”.

En la actualidad, desde el Cecim “vemos con cierta preocupación que el Poder Judicial de la Nación está encabezado por cuatro cortesanos muy alejados del servicio de justicia que estamos reclamando los ex combatientes, la causa lleva 15 años, y la Corte Suprema se ha transformado en una cámara frigorífica que friza todas las causas de lesa humanidad”.

“Entendemos que Malvinas es mucho mas que esa guerra y que tenemos que proyectarnos con la perspectiva de que Malvinas es parte del futuro de los argentinos, que el nuestro es un país bicontinental y que ´la pampa azul´ nos pertenece a todos los argentinos”, finalizó.

“Aún hoy falta Memoria, Verdad y Justicia”

El cordobés Julio Giménez tiene una historia pública, que relata cómo se sumó a la Policía de Córdoba para investigar quiénes integraron el grupo de tareas vinculado a esa fuerza que asesinó a su padre durante el terrorismo de Estado; en esa tarea Giménez llegó a comisario y casi pasa a mejor vida. También ostenta una historia más desconocida, la de conscripto movilizado al Regimiento de Infantería Mecanizado 8 “General O’Higgins”, en Comodoro Rivadavia, que al regreso fue mantenido oculto unos dos meses en el cuartel de José de la Quintana y que 40 años más tarde sigue reclamando Memoria, Verdad y Justicia.

“La decisión de la guerra estuvo vinculada a una cuestión de política interna, donde la Junta venía observando que perdía poder y control sobre la población y decidió iniciar este conflicto armado sin ningún tipo ni planificación ni estudio” señala Giménez y considera que “ni siquiera se analizó la época del año, donde comenzaba el frío en esa zona inhóspita”.

“La clase 63 era una clase nueva y habían quedado muy pocos de la clase 62, que estaban medianamente capacitados en lo que respecta a la instrucción militar. Todos estos errores son los que de alguna manera vaticinaron la matanza que hubo”, explicó.

Licenciado en Instrumentación Quirúrgica de la Universidad Nacional de Córdoba y actual jefe de Instrumentistas del Hospital San Roque, Giménez remarca que con el enemigo inglés “había una gran diferencia en la capacitación, la logística armada, las vestimentas” y que los comandantes “tal vez evaluaron que Inglaterra no iba a emprender la venida a este confín del mundo, tan austral, o que iban a tirarle los bigotes al león y que el león no iba a responder; estamos hablando de un país que era y es potencia armamentística, pirata y con una experiencia bélica de generaciones tras generaciones”, analizó.

Tras reconocer el apoyo del pueblo argentino a los soldados que estaban en el frente, a quienes esa ayuda nunca les llegó, el conscripto durante 1982 señala que “en la época democrática los políticos terminaron revictimizando a los soldados ex combatientes”. Y como militante de Derechos Humanos confiesa que “siento mucha tristeza al notar, aún hoy, la falta de Memoria, Verdad y Justicia; no hay reconocimiento ni memoria y eso llevó a una gran cantidad de suicidios”.

“Las conductas delictivas de estos militares son violaciones a los Derechos Humanos y tienen consecuencias antropológicas, políticas, sociales y humanísticas al día de hoy”, finalizó.

Fuente: www.lmdiario.com.ar