Después del cierre de la Fábrica Militar, ATE volverá a tener Seccional en San Francisco

La Pandemia ha retrasado acontecimientos muy importantes para la Asociación Trabajadores del Estado (ATE-CTA) San Francisco. El 30 de abril iba a ser la sede del XXIV Congreso Provincial del gremio y para este mes de mayo estaba programada la elección de Comisión Directiva con la que se recuperaría el estatus de Seccional que se perdió luego de la privatización de la Fábrica Militar acaecida en 1996.

Seguramente ambas actividades serán reprogramadas luego que se normalicen la actividades subordinadas a los avances que se produzcan en la lucha contra el COVID-19 para darle un marco de institucionalidad a esta nueva etapa de ATE que encabeza la Delegada Regional del gremio y Secretaria Adjunta de la CTA Autónoma San Francisco, Gladys Medina.

Para tener una idea de la importancia que tenía la Fábrica Militar de San Francisco como ámbito de organización y desarrollo de ATE, y la trascendencia del próximo paso que le devolverá el rol de Seccional al sindicato en la ciudad cabecera del Departamento San Justo, reproducimos la siguiente nota que fuera publicada por el diario La Voz de San Justo el 19 de agosto de 2018.

A pesar de la resistencia de los trabajadores, la Fábrica Militar se privatizó en los ’90, poniendo fin a “una escuela” para la industria local. Los masivos despidos ocurridos en 2018 en Villa María y Río Tercero obligan al revisionismo histórico y la comparación. Las plantas estatales en esas ciudades “no cambiaron el proceso productivo”, cómo sí ocurrió en San Francisco, recordó Luis Chiappero, ex titular de ATE.

El centenar de despidos que Fabricaciones Militares efectivizó en este 2018 en sus plantas de Córdoba reavivó el recuerdo de lo ocurrido en los ´90 en la Fábrica Militar San Francisco, donde 141 personas perdieron su fuente de trabajo en una planta que fue cerrada definitivamente y privatizada.

Mientras desde el Gobierno Nacional sostienen que “no hay un plan para desactivar ni vaciar” la empresa estatal, la coyuntura productiva en esas plantas viene complicada, a partir de la baja inversión y la escasa demanda del propio Estado del que dependen.

A diferencia de San Francisco, en las fábricas militares de esas ciudades “no se cambió el proceso productivo”, dijo Luis Chiappero, que dirigió la Seccional local de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE-CTA) y en ese rol encabezó junto al histórico dirigente sindical Víctor De Gennaro, el proceso de resistencia que desembocó en el previsible final hace 22 años.

En Villa María se fabrican pólvora y explosivos para la minería (dinamita y dinamita a granel), además es la única fábrica sudamericana que fabrica éter. En Río Tercero, en tanto, la planta fabril produce ácido nítrico, nitrato de amonio y también vagones para trenes. 

Cambio de matriz productiva

Tras su fundación en 1944, en su apogeo, la Fábrica Militar San Francisco llegó a contar con 657 trabajadores que supieron trabajar allí entre los años 1970 y principios de los años ’80.

Luego, el principio del final coincidió con la reconversión de la matriz productiva. De pasar a fabricar balas y material bélico, los trabajadores debieron reconvertir su tarea para encarar la fabricación de vagones de tren y puentes ferroviarios. Ese fue el principio del final, que se materializó en diciembre de 1996.

En ese momento, la Fábrica Militar local contaba con un plantel de 141 trabajadores con un promedio de edad de 41 años.

Eran trabajadores con capacidad productiva plena que, sin embargo, comenzaron a sufrir el desgaste diario de la falta de trabajo.

Previo a la pérdida de la fuente laboral, comenzó a sobrevenir lo que fue descripto como “un verdadero calvario”. Esto ocurrió cuando, de repente, comenzaron a faltar insumos y por ende se paralizó el proceso productivo. Desde allí hasta el final, el personal solo se limitaba a ingresar a la planta, fichar el ingreso y esperar pasivamente que transcurran las horas hasta la salida diaria, volver a fichar e irse a su casa. En medio de eso, la nada misma, no realizaban ningún tipo de tareas.

Todo era igual día tras día, jornada tras jornada, en un proceso que para muchos resultaba una verdadera tortura hasta que con el menemismo sobrevino el final que todo el mundo estaba vislumbrando. El cierre definitivo y la posterior venta de las instalaciones a la empresa Héctor Codini SA.

Desde el inicio de la decadencia de la que otrora supo ser una generadora de la mayoría de las empresas pymes que aún hoy se encuentran en la ciudad, la seccional San Francisco de ATE mantuvo una activa participación gremial a través de manifestaciones, protestas, reuniones y gestiones que pese a todo, resultaron infructuosas y no lograron evitar el cierre. 

Mano de obra ociosa. “Había mucha incertidumbre que derivó en un agotamiento mental de todos los trabajadores. Cobrábamos el sueldo a partir de las 5 y entrábamos a las 8 para no tener gastos de energía y no hacíamos nada hasta que nos retirábamos”. 

Pasado que vuelve

En plena ebullición del conflicto de las plantas de Río Tercero y Villa María, Chiappero trazó una diferencia con lo sucedido antes en San Francisco, puesto que allí “no se cambió el proceso productivo” como sí ocurrió en su momento en la fábrica de nuestra ciudad.

Recordó que “todo comenzó con el traslado de la fábrica de balas hacia Fray Luis Beltrán y ahí empezó el desguace de la planta de San Francisco. Eso ocurrió entre los años 1990 y 1991 y se extendió hasta 1996 cuando finalmente se produjo el cierre de la fábrica”.

Durante todo ese proceso, “había mucha incertidumbre que derivó en un agotamiento mental de todos los trabajadores. Cobrábamos el sueldo a partir de las 5 y entrábamos a las 8 para no tener gastos de energía y no hacíamos nada hasta que nos retirábamos. Era un tiempo ocioso en el cual la mente trabajaba a ‘mil por hora’. Eso produjo el agotamiento mental de muchos”.

Con la llegada de un director civil en la Fábrica Militar San Francisco recordó que “nos había informado que el proceso iba a desembocar como una verdadera aplanadora como finalmente ocurrió con el cierre de la fábrica y posterior privatización”.

Tras el recambio del proceso productivo, Chiappero dijo que “se fabricaba un promedio de tres vagones de carga diarios; discos de arado, balas, cargadores para el FAL, ajustes de ametralladoras para los tanques de guerra y a eso se agregaban trabajos para terceros. De ahí pasamos a una paralización total antes del cierre”. 

La lucha para frenar la privatización

Como organización gremial, Chiappero explicó que desde un principio ATE se manifestó “en contra” de la privatización. “Si bien hacíamos asambleas donde decidían los trabajadores, la gran mayoría quería cobrar la indemnización e irse porque estaban agotados”.

Ante la resistencia de trabajadores, sindicato y parte de la sociedad civil local que apoyaba la continuidad de la Fábrica Militar, “se logró que podamos resistir durante mucho tiempo más de lo pensado originalmente porque la decisión política del gobierno nacional de entonces estaba tomada. No solo querían achicar el Estado con este cierre sino que también cerraron muchas más porque de 14 que había en ese momento, solo quedaron cinco fábricas militares en pie en el país. No caímos nosotros solos, el cierre se precipitó porque no hacíamos más armamento bélico”. 

Una de las fotografías que dejó la lucha de los trabajadores captada por la cámara de LA VOZ DE SAN JUSTO

“Se perdió una escuela”

Tras recordar el empuje industrialista de la ex Fábrica Militar, que hizo de San Francisco el polo productivo que aún hoy se destaca en el contexto provincial y nacional, Chiappero dijo que “con el cierre se perdió una escuela” de empresas.

La Fábrica Militar “fue una verdadera escuela donde se aprendió mucho, de allí salieron grandes industriales que pusieron empresas en la ciudad y aún hoy muchos continúan aplicando conocimientos que adquirieron allí”.

“Aún hoy hablar sobre la Fábrica Militar San Francisco me genera mucha tristeza”, señaló el gremialista.

“Pasé allí 22 años de trabajo. Con el cierre se perdió una fuente de trabajo y de formación profesional muy interesante que nunca más se pudo recuperar”, añadió con nostalgia.

 

Toma pacífica de las instalaciones de avenida Urquiza 

Resistir no alcanzó

A partir de que se conoció la decisión política del Estado Nacional de proceder al cierre de la Fábrica Militar San Francisco surgieron en esta planta numerosas gestiones que contaron con la participación de la Seccional San Francisco de ATE para intentar torcer su destino inexorable.

Entre otras cosas, los mismos trabajadores realizaron una toma pacífica de las instalaciones que con el correr de los días cedió a partir de gestiones que el entonces obispo diocesano, Baldomero Martini, que llegó a pronunciar una oración en la planta donde se oró por la continuidad de la fuente de trabajo y por el futuro de los 141 trabajadores y sus familias.

En el plano político, desde el Concejo Deliberante se llegaron a enviar cartas documento dirigidas al entonces presidente Carlos Menem, solicitando que se arbitren las medidas necesarias para la continuidad como emprendimiento industrial de la Fábrica Militar San Francisco y de las fuentes de trabajo de todo su personal.

Estratos de publicaciones de LA VOZ DE SAN JUSTO sobre el conflicto en San Francisco  

En el momento en que se efectivizó el cierre de la Fábrica Militar se produjo un fuerte impacto en la comunidad. No por ser una situación esperada dejó de causar dolor en la ciudadanía que veía cómo el último día de 1996 se cerraba de manera definitiva el sueño de cientos de familias para dar paso a un proceso privatizador que un tiempo más tarde concluyó con la venta de las instalaciones a la empresa que actualmente continúa desarrollando actividades productivas en el lugar.

 Fuente: www.lavozdesanjusto.com.ar