El mito de ser tu propio jefe

A pesar de que las plataformas digitales de trabajo se quintuplicaron en la última década, un nuevo informe de la OIT señala que sus beneficios son geográficamente desiguales. ¿Cómo se expande por nuestras latitudes esta modalidad y cuál es su impacto en las condiciones de trabajo?

Por Jeremías Herrera para El grito del sur

Te descargás una app, abrís una cuenta y ya podés comprar lo que quieras y cuando quieras, con envío directo a tu casa. Así, pedir un Uber o recibir comida a domicilio por Rappi se volvieron hábitos desde hace apenas unos años. ¿Qué hay detrás de estas economías de plataformas? ¿Desde qué enfoque se pueden analizar los discursos que pregonan? ¿En qué se basa su éxito y su expansión a nivel planetario? ¿Cuál es el impacto de esta modalidad de empleo en las condiciones de trabajo?

Un exhaustivo informe publicado el martes pasado por la Organización Internacional del trabajo (OIT) señala que, durante los últimos diez años, el número de plataformas digitales de trabajo se quintuplicó a escala planetaria. Aumentaron de 142 en el año 2010 a más de 777 en 2020, con un rápido crecimiento de empresas como Uber, Gojek, Deliveroo, Rappi, Upwork y Topcoder. Por su parte, en América Latina, aumentaron de 14 a 56 en el último decenio.

El informe del organismo que integran representantes de empresas, sindicatos y gobiernos pretende echar luz sobre cómo las plataformas digitales están transformando el mundo del trabajo. Para ello, el estudio se basa en las conclusiones de las encuestas realizadas a 12 mil trabajadores y trabajadoras de distintos países que se desempeñan en diversas tareas: desde programación y desarrollo de software hasta servicios de taxi y delivery. No obstante, el estudio hace alusión a la precariedad laboral y los bajos salarios que ofrecen las plataformas digitales, especialmente las de servicios de delivery. Asimismo, insta a los Estados a implementar políticas públicas que regulen la actividad en pos de garantizar el pleno goce de los derechos laborales.

¿Cómo y cuándo surgen? “Para entender el negocio, hay que situar el punto de inflexión durante la crisis financiera de 2008, con el colapso de Lehman Brothers, momento en que se reconfiguró el modo de producción capitalista de la mano de las economías de plataformas. A partir de entonces, este nuevo modelo de negocios comienza a expandirse por el mundo”, explica a El Grito del Sur Hernán Palermo, Doctor en Ciencias Antropológicas e investigador del CONICET.

El aumento del desempleo y la falta de oportunidades debido al coletazo de la crisis en distintos países convirtieron también a las plataformas digitales en un sector atractivo para la gran mayoría de jóvenes, principalmente, debido a las laxas barreras de ingreso para desempeñarse como repartidor/a. Palermo sostiene que “este fenómeno transformó radicalmente la concepción del trabajo, su forma de organización e, incluso, la forma de pensar el tiempo de ocio”. En la actualidad, no podríamos siquiera imaginarnos cómo desarrollar ciertas actividades que requieren necesariamente de la mediación digital, sobre todo, en un contexto de pandemia en el que la presencialidad física pareciera volverse, cada vez más, algo del pasado.

apps-plataformas-pedidos-ya-2
(Imagen: El grito del sur)

Refiriéndose a las características de la relación entre el trabajo y las tecnologías digitales, el investigador del CONICET señala que hay “dos procesos que se dan a partir de las economías de plataformas. Uno es la ‘informacionalización’ del trabajo, esto es cada vez más trabajadores y trabajadoras vinculados con tecnologías para manejar datos o información, por ejemplo, programadores o diseñadores de software. Y el otro proceso es la ‘plataformización’, que son los trabajadores vinculados con apps que brindan servicios a los usuarios. Es el caso de Uber, Rappi, etc.”. Y agrega: “El teletrabajo vuelve borrosa la distancia entre tiempo productivo y tiempo de descanso, sobre todo, cuando se da al interior del hogar. Pero también lo que hay que entender, para no exagerar, es que, en Argentina, estas nuevas modalidades de empleo representan el 1% en relación al universo laboral vinculado a otras actividades. Aun así, no deja de ser una tendencia en crecimiento”.

Por otro lado, el informe de la OIT demuestra en cifras cómo la distribución mundial de la inversión en plataformas digitales de trabajo y de las ganancias recaudadas con ellas son geográficamente desiguales. Alrededor del 96% de la inversión en plataformas se concentra sólo en tres regiones: Asia (56.000 millones de dólares), América del Norte (46.000 millones de dólares) y Europa (12.000 millones de dólares). Esto frente al 4% de la inversión distribuida en América Latina, África y los Estados Árabes (4000 millones). Si bien, en 2019, las plataformas digitales obtuvieron, a nivel mundial, ingresos por 52.000 millones de dólares, alrededor del 70% de esas ganancias se concentraron en dos países: Estados Unidos (49%) y China (22%). El porcentaje fue inferior en Europa (11%) y en otras regiones (18%).

Discurso meritocrático, precarización y desigualdad de género

El informe de la OIT reconoce que, si bien las plataformas brindan oportunidades laborales en los países en que operan, también exacerbaron problemáticas relacionadas a las condiciones de trabajo, especialmente, en la actividad de servicios de taxi y de delivery: precarización laboral, baja remuneración, falta de protección social, cercenamiento de la libertad sindical y del derecho a la negociación colectiva. En definitiva, en el mercado de plataformas, los derechos laborales parecieran no existir. Mas aún, las consecuencias de la pandemia pusieron de manifiesto los riesgos a los que se exponen los repartidores y repartidoras en la vía pública, quienes tienen que realizar las entregas lo más rápido posible con el objetivo de acortar los “tiempos muertos” y obtener así un ingreso medianamente aceptable. Durante 2020, en Argentina, al menos diez repartidores perdieron la vida durante su jornada laboral.

El discurso que pregonan las empresas -basado en el emprendedurismo- pretende enmascarar que existe una relación laboral, con el fin de evadir los convenios colectivos y las leyes laborales del territorio en que operan. El investigador Hernán Palermo señala que “es una actividad que intenta presentarse como autónoma bajo cierto ideario del emprendedor o emprendedora, pero, en realidad, lo que se está haciendo es encubrir una relación contractual con una empresa. Se supone un ideal de ‘manejo mis propios tiempos’; ‘gestiono mi propia jornada laboral’, pero, sin embargo, existe una gestión algorítmica que es la que configura la relación de control entre la plataforma y lxs trabajadores”.

apps-plataformas-uber
(Imagen: Semana)

A partir de 2015, con la llegada al gobierno de la alianza Cambiemos, hubo una revalorización del discurso del emprendedor meritocrático, que se presentó como una reedición edulcorada del paradigma liberal basado en el individuo que se realiza a sí mismo en base al esfuerzo y el sacrificio propio. En este sentido, Palermo agrega: “¿En dónde surgieron Silicon Valley, Facebook, Google, Apple? En un garaje. No importa que haya sido cierto o no. El mito intenta transmitir que un grupo de personas (varones) se juntaron en un ámbito privado y, a partir de sus ideas brillantes, de su actitud emprendedora y de sus méritos individuales, lograron construir una mega empresa. El mito del garaje es, por antonomasia, el mito de la idea del emprendedurismo y la meritocracia. Así, el sujeto sería empresario de sí mismo. Estos discursos fueron fortalecidos y dinamizados durante los cuatro años de gobierno de Macri”. Sin embargo, aclara en un tono optimista: “Ese gobierno perdió las elecciones, con lo cual esos sentidos acerca de la vida y el trabajo tienen anclaje, pero, en Argentina, no terminan de cuajar en un proyecto político de largo alcance debido, en parte, a nuestras tradiciones políticas y organizativas”.

Por otra parte, los resultados de las encuestas de la OIT muestran que la mayoría de los trabajadores y las trabajadoras de estas plataformas son menores de 35 años con un alto nivel de estudios, en particular, en los países en desarrollo. A nivel global, las mujeres sólo representan cuatro de cada diez trabajadorxs en las plataformas basadas en la web (servicios de traducción, financieros, programación, desarrollo de software) y una de cada diez en las plataformas basadas en la ubicación (servicios de taxi, delivery, reparaciones a domicilio).

Pero, ¿a qué se debe esta desproporción en términos de género? “El mito del garaje es un mito masculinizante, porque es un sitio del hogar exclusivamente de varones, es un lugar que no está surcado por el significante femenino. Es el ámbito de los autos, de las herramientas y demás. La idea del emprendedor y de la meritocracia tracciona un sentido de producción de masculinidad. ‘El que es capaz de liderar equipos’, ‘el que puede reconfigurarse a partir de sus errores’, son sentidos anclados en la masculinidad”, sostuvo Palermo. Y concluye: “Cuando uno va a una empresa de software, por ejemplo, encuentra mayoritariamente varones, y generalmente las mujeres performatean la masculinidad para poder ser exitosas en esos ámbitos”.

Imagen de portada: El grito del sur

Fuente: www.latinta.com.ar