El trabajoso parto de lo nuevo

Por Jorge Falcone*

“Hubo momentos, e incluso épocas, en donde los individuos se interesaron apasionadamente por los asuntos comunes. Salieron a la calle, pidieron cosas, impusieron cierto número de ellas. Si vivimos hoy en un régimen liberal, no es porque este régimen nos haya sido otorgado por las clases dominantes. Los elementos liberales en las instituciones contemporáneas son los sedimentos de las luchas populares en Occidente desde hace siglos, luchas que comienzan con los combates llevados a cabo a partir del siglo X por las comunas para obtener un relativo autogobierno. Si hoy constatamos una atonía, incluso una atrofia de las luchas, nadie puede decir que sea éste el estado definitivo de la sociedad. De todos modos, no hay y no habrá jamás estado definitivo de la sociedad. Apenas se había secado la tinta de los textos de Fukuyama cuando su idiotez quedaba ruidosamente demostrada por la historia”. 

Cornelius Castoriadis, filósofo, sociólogo, economista y psicoanalista greco-francés, defensor del concepto de autonomía política y fundador en los años 1940 del grupo político Socialismo o barbarie.

Empeñosamente, el mundo va dejando atrás el COVID, sin descartar el  eventual surgimiento de pestes igualmente o más virulentas, mientras la nueva hegemonía global se disputa en Europa del Este, permitiendo avizorar lo que para muchos analistas podría conducir a una globalización fragmentada en bloques geopolíticos.

A simple vista, lo uno parece obra de Madre Natura, y lo otro de las ambiciones humanas. Sin embargo, ambas cuestiones comparten este segundo origen, y forman parte de una crisis civilizatoria más enunciada que comprendida por la dirigencia política mundial. Se trata, ni más ni menos, que de un cambio de etapa geológica (del holoceno al antropoceno), determinado por la huella indeleble que está dejando buena parte de la humanidad sobre nuestro planeta.

Si el sentido común de nuestra especie – y, por qué no, su instinto de supervivencia – no reacciona cuanto antes, todo indica que no quedará demasiado tiempo para garantizar la continuidad de la vida en la tierra.

Sabido es que, desde la implosión de la última utopía laica de la humanidad – el derrumbe de la Unión Soviética -, no hay un nuevo fantasma recorriendo el mundo en nombre de la esperanza. La prédica del Vaticano en contra del ecocidio en curso y a favor de la concordia ha caído en saco roto.

No obstante, resulta imprescindible y urgente que todas las expresiones genuinas del pensamiento popular internalicen, asuman, estudien, debatan, e incorporen a sus agendas militantes estas problemáticas de nuevo cuño con las que nos desafía el presente.

La dificultad para producir grandes cambios ha propiciado el desaliento y fomentado  un pragmatismo cortoplacista de vuelo rasante. En las actuales condiciones, eso constituye una tendencia suicida de la política.

Muchxs de lxs que hoy peinamos canas, además de haber confrontado con gobiernos de facto, alguna vez votamos eufóricos y con plena convicción a favor de la liberación y en contra de la dependencia, cuando para la mayor parte de  nuestro pueblo esa era entendida como la verdadera y única grieta existente.

Es cierto, ocurrió en un momento en que el ansia colectiva de transformaciones estaba plenamente vigente, y distraía de advertir que la economía mundial inauguraba un ciclo de financiarización que daría por tierra con el modelo productivo industrial, inaugurando este otro de especulación y servicios ante el que las viejas fórmulas han caducado.

Entre aquellas y estas circunstancias – nunca está de más recordarlo, aunque no siempre alcance con ello para interpretar este presente tan descafeinado -, por aquí pasó Atila, y aún no ha vuelto a crecer el pasto.

Así lo recuerda el escriba contrainsurgente Ceferino Reato en uno de sus libros: explicándole a un general “legalista” la imposibilidad de una represión “por derecha”, el dictador Jorge Rafael Videla habría dicho “Ya nos dijo Martínez de Hoz que, si hacemos lo que hizo Chile, nos van a cortar todos los créditos”. Traducción: Si bombardeamos la Casa Rosada y concentramos a todxs lxs opositorxs en un estadio deportivo ante los ojos del mundo… este nos dará la espalda. En consecuencia, el “discreto” faenamiento de una generación no impidió que, por ejemplo, la propia URRSS continuara vendiendo granos a los genocidas.

Lejos de haber sentado todo aquello un precedente unánime y atroz, la pauperización económica y cultural en que cayó la Argentina desde entonces ofrece el inquietante panorama de que una legisladora porteña de esa ultraderecha autodenominada libertaria, que abreva en el fracaso de la política tradicional, se erija en defensora de los desaparecedores, o que una diputada salteña presente una demanda penal contra los representantes de las distintas organizaciones piqueteras que en las últimas semanas realizaron cortes y manifestaciones en rutas y calles de su provincia.

Recapitulando, que un gobierno asumido bajo el lema “primero los últimos” haya firmado un acuerdo leonino con el FMI cuyas condiciones resultan impracticables  sin ajuste y represión, y que procure disimular sus consecuencias parchando la crisis con bonos que la inflación devora de inmediato no resulta tan sorprendente como que su política exterior coquetee por un lado con mandatarios dizque progresistas de la región, para luego votar en la ONU contra Rusia por supuestas violaciones a los DDHH en territorio ucraniano, ¡enviando a continuación una delegación multitudinaria a Israel, para acordar con MEKOROT, la empresa nacional de aguas de aquel país, que figura en el puesto 112 de los registros de la ONU  como una de las promotoras de las violaciones de DDHH a los palestinos, siendo nuestro país quien preside la Comisión de DDHH de la ONU!

Pero nada de ello ha impedidoque Emilio Pérsico, del Movimiento Evita; Juan Grabois, del MTE; y Juan Carlos Alderete, de la CCC; vuelvan a compartir una movilización como en los tiempos de Mauricio Macri. Así, los movimientos sociales del Frente de Todos confluyen en una masiva manifestación para celebrar el Día del Trabajador. Aunque algunos se muestren más cerca del Presidente y otros respondan a su Vice, el acto implica un respaldo al impuesto a la “renta inesperada” y sobre todo una demostración de fuerza al interior del oficialismo para impulsar su propia agenda vinculada a la economía popular, que incluye varios proyectos de ley demorados en el Congreso.

El gesto ratifica que, pese a estarse demostrando en el mundo entero que las democracias están bastante lejos de constituir el mejor de los sistemas posibles y que este fenómeno cada vez convoca a menos votantes – sin ir más lejos, en Francia acaba de ser electo un gobierno débil en medio de un océano de abstencionismo -, subsiste una masa crítica no escarmentada ante semejante evidencia, que apuesta a construir poder constituyente por dentro del poder constituido.

Eso no es todo, ya que -en sintonía con el comienzo de esta nota- en el mundo actual no alcanza con legitimarse enarbolando la bandera de la Justicia Social, sin comprometerse además con la Justicia Ambiental.

Cabe recordar, por ende, que – dada la primarización de nuestra economía – desde los años 90 Argentina produce más forrajes que “alimento para 400 millones de personas”, como algunxs desavisadxs continúan sosteniendo. Y que en 2014 el propio Pérsico convocó en Añatuya (Santiago del Estero) a un encuentro entre el MOCASE – Vía Campesina y los grandes sojeros, donde ante la presencia de un sector de la Iglesia, se firmó un acuerdo de coexistencia entre el modelo de la economía familiar y el de los agronegocios. Acaso ese haya sido el significativo antecedente del incidente ocurrido hace poco en una singularísima charla llevada a cabo en la Universidad de Córdoba, cuando Grabois interpeló a uno de los asistentes que cuestionó su entendimiento con el zar de la soja Gustavo Grobocopatel -alguien que oportunamente no vaciló ni en aconsejar a las FARC desmovilizadas en la conveniencia de sembrar el cultivo que lo consagró en el mercado de las commodities-, sobre quien expresó que no tendría mayor inconveniente en besarse en la boca si ello redundase en que 50.000 familias de pequeños productores agrarios accedieran a la propiedad de algunas parcelas. Ante tales circunstancias cabe preguntarse si tan resignadxs estamos, no a perder las elecciones de 2023 sino a la inminencia del fin del mundo, que no somos capaces de detenernos a considerar para qué matriz productiva disputamos la tenencia de la tierra con iniciativas como el “Proyecto Artigas”.

Afortunadamente, docentes de Universidades Nacionales, investigadorxs del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, miembrxs de asambleas, redes y organizaciones socioambientales, y pueblos y comunidades indígenas salieron al cruce del “exabrupto” del titular del MTE.  “No está muerto quien pelea”.

La vigencia de un pensamiento desarrollista/productivista al interior de cierta dirigencia embanderada con la denominada “economía popular” no es un hecho menor o que convenga soslayar. Más aún cuando se trata de legitimar el acercamiento a opacos pools bio tecnológicos blanqueados por la onda cool de referentes con pasados de izquierda como Grobo o Hugo Sigman -el pope de la discutida vacuna anticoronavirus local y de la promoción de mega factorías de cerdos para exportar ese ganado a China en medio de una zoonosis-, expertos en apelar a un lenguaje en común con las víctimas del modelo que promueven.

Huelga, en consecuencia, revisar el predominio de un pensamiento metropolitano que apuesta a crear empleo a como dé lugar, aunque el costo a pagar sea el sacrificio de nuestro ecosistema, concepción remanente de miradas abrumadoramente rebatidas por el pensamiento crítico.

A ojos vista entonces -pese a que el mundo del trabajo formal tampoco sea ajeno a un lento y atendible proceso de recambio generacional desde las regionales de la central obrera-, no correspondería esperar que el mundo actual o este país administrado  por una clase política venal y rentista vayan a encontrar alguna solución profunda y duradera a partir de los sectores más dinámicos de las grandes urbes, como ocurría bajo el paradigma metal mecánico e industrial, sino desde esas periferias no frecuentadas por el pool mediático.

Porque en remotas serranías resisten comunidades originarias que conviven con la nieve que ilustra el paisaje elegido por el turismo cosmopolita, desde allí se vela por las últimas gotas de agua potable, desde lo profundo de las  forestas se cura a la tierra herida. Se interpela a fondo a un  capitalismo apocalíptico. Se hace frente a avasallantes topadoras y sabuesos uniformados.

Este sistema agónico lo advierte, por eso se ensaña con lxs antiguxs dueñxs de la tierra persiguiéndolxs, judicializándolxs y estigmatizándolxs. Son muchxs lxs que   no se resignan, son pueblos que se aprestan a librar quizás la postrer batalla  después de cinco siglos. Ni sobra tiempo y ni el antagonista de proyecto histórico es pequeño. Pero indudablemente algo germina entre la pólvora y los agrotóxicos. Nuevas voces se alzan ante el discurso falaz y los perdigones. Vienen de la Pacha Mama y se abren camino desde Chiapas, Walmapu, Ecuador, Perú y Paraguay. En tales coordenadas palpita un viejo anhelo de poder. Resulta incontrastable: La tierra es hembra en rebelión.

Hoy el domicilio de la esperanza está en el cruce entre lo mujer y lo originario.

A la memoria de Domitila Barrios de Chungara, Berta Cáceres, y Marielle Franco.

Fuente: La Gomera de David