Juan Bialet Massé: “He encontrado en la República una ignorancia técnica asombrosa, más en los patrones que en los obreros”

Juan Bialet Massé nace en Mataró, Cataluña, el 19 de diciembre de 1846. Cursada la escuela secundaria, ingresa a la Facultad de Medicina de la Universidad de Madrid. Recibido de médico, viaja a la Argentina, a principios de la década del setenta.

Su llegada resulta oportuna, pues el presidente Avellaneda se halla empeñado en su campaña de reforma educacional. Así Bialet se desempeña, a partir de 1874, como profesor y luego, como rector, en colegios nacionales de Mendoza, San Juan y La Rioja. En el año 1875, publica “Compendio de Anatomía, Fisiología e Higiene Humana”, adaptada a los programas oficiales de enseñanza.

En San Juan, contrae matrimonio con Zulema Laprida, descendiente de Narciso Laprida, el prócer del Congreso de Tucumán. En La Rioja, poco después, ejerce la docencia y también su profesión. Milita en la avanzada de la posición nacional integrando el círculo “proteccionista” que trata de rodear a Avellaneda.

Luego, se traslada con su familia a Córdoba. Allí cursa la carrera de Abogacía para fortalecer sus conocimientos en medicina legal, cuya cátedra asume en Córdoba.

En 1880, realiza una recopilación de fallos del Superior Tribunal de Justicia de Córdoba. En 1885, publica un tomo de lecciones sobre Medicina Legal. Entre 1886 y 1890, junto con el ingeniero Carlos Casaffousth, asume la responsabilidad de la construcción de dique San Roque en la provincia de Córdoba, que se inaugura en 1891.

La obra es muy importante pues da riego a una enorme extensión, así como fuerza para producir energía eléctrica. Pero arrecian las críticas, especialmente por parte del clero cordobés. Corren versiones de que el dique se va a desmoronar y tanto Bialet como Casaffousth son acusados por “defectos en la construcción” y son detenidos. Durante un tiempo permanece en prisión, hasta que el juez De la Vega reconoce su inocencia y recupera la libertad.

En 1903, cuando una formidable creciente del río San Antonio es detenida por el dique, Bialet declara públicamente: “La Providencia ha querido dejarme contemplar este triunfo”.

Otro importante aporte de Bialet se produce en materia de enseñanza, pues formula una fuerte crítica a la tendencia a copiar modelos europeos, ajenos a la realidad del país.

Así, en una conferencia titulada “Cuatro verdades sobre enseñanza secundaria”, señala que es imprescindible ubicar las cosas de acuerdo a las características mentales de la población. Manifiesta que hay que utilizar experiencias extranjeras poniendo el acento en las peculiaridades nacionales y un enfoque práctico. En cuanto a la problemática de la tendencia “dependiente”, que muy agudamente observa en la intelectualidad rioplatense, respecto a toda expresión europea afirma: “Aquí recibimos sin beneficio de inventario todo libro que nos viene de Europa…, no importa que sea del ultra reaccionario Donoso Cortés; es europeo y envenene o no nuestras ideas, bienvenido sea”.

En sus actividades como industrial y empresario Bialet reúne observaciones y pensamientos acerca de los caracteres de la clase obrera argentina y de la situación social de la misma. Se abre así ante sus ojos el mundo social, por entonces sacudido y conflictuado por nuevos problemas y por la creciente protesta reivindicadora del anarquismo y del socialismo.

En 1902 publica, en Rosario, un Proyecto de Ordenanza Reglamentaria del servicio obrero y doméstico “de acuerdo con la legislación y tradiciones de la República Argentina. En una advertencia al lector señala, entre otras cosas, “… que las leyes de conchabos… han fracasado, porque fueron dictadas en interés de los patrones, e impuestas a los obreros, violando los principios de libertad de trabajo, de igualdad ante la ley, sancionados por la Constitución Nacional, y porque fueron dictadas por autoridad incompetente e inadecuada”. En la ordenanza aparecen propuestas como preaviso, indemnización por enfermedad inculpable y por antigüedad, pago del salario en moneda nacional, consideración de mujeres y niños y descanso dominical.

Cada vez más interesado en la cuestión social, Bialet participa, como delegado de la Sociedad de Obreros Estibadores y de Ribera de Rosario, en el congreso constituyente de la Unión General de Trabajadores. A partir de esta época, se dedica cada vez con mayor entusiasmo a las cuestiones relativas a la defensa de los trabajadores, instando a una legislación protectora. Escribe sobre el tema y da conferencias, acerca de los derechos de los obreros, el preaviso y el descanso dominical. De sus posiciones liberales sustentadas desde la juventud pasa a convicciones socialistas.

En enero de 1904, el Poder Ejecutivo Nacional, con la firma del Presidente Roca y del Ministro Joaquín V. González, lo comisiona para que se traslade a las distintas localidades y centros de trabajo del interior de la República y eleve un informe detallado sobre las condiciones del trabajo de la población obrera en general, de las industrias y de los sindicatos.

Finalizada la investigación, presenta su informe. Ya en la nota de remisión a Joaquín V. González aparecen párrafos concluyentes y de interés. “Esta comprobación demuestra: 1º) el error y la falta de fundamento del menosprecio con que se ha mirado al obrero criollo; 2º) el error gravísimo con que se ha procedido y procede en materia de inmigración y colonización, atendiendo exclusivamente al elemento extranjero y 3º) la necesidad de legislar para el hijo del país, mirando su desarrollo y bienestar,

… Y la primera y más grande afirmación que creo poder hacer es: que he encontrado en toda la República una ignorancia técnica asombrosa, más en los patrones que en los obreros”. En otra parte, sostiene: “Uno de los errores más trascendentales en que han incurridos los hombres de gobierno de la República Argentina, ha sido preocuparse exclusivamente de atraer al capital extranjero, rodearlo de toda especie de franquicias, privilegios y garantías, y de traer inmigración ultramarina, sin fijarse sino en el número, y no en su calidad, su raza, su aptitud y adaptación, menospreciando al capital criollo y descuidando al trabajador nativo, que es insuperable en el medio”.

De toda esta gigante introspección surge un verdadero tesoro de conocimiento y una interesante plataforma creativa, integrada por las siguientes proposiciones de revolución estructural: contrato de trabajo en forma escrita; alimentación y remuneraciones en base a un tope mínimo legalizado y al pago en moneda nacional; institucionalización por medio de una legislación nacional de la jornada de ocho horas, del descanso semanal, de la indemnización por enfermedad y por accidente de trabajo, de la prohibición a los patrones de imponer multa al personal; protección de la mujer y el niño; fomento y protección oficial de las asociaciones de trabajadores y de patrones, en función de un convenio colectivo de conciliación y de arbitraje; legalización del derecho de huelga por incumplimiento de contrato, violación de la ley o causa justa; incentivación de obras públicas y de industrias nacionales. El informe también contempla el acceso a la tierra en el sector rural, mediante el uso de lotes de propiedad del Estado o, en algunos casos, mediante la expropiación de bienes privados no ocupados.

Por entonces, el Presidente Roca envía al Congreso el proyecto de Ley Nacional de Trabajo o Código de Trabajo, preparado en base al Informe de Bialet, por una comisión dirigida por el Ministro, e integrado por Manuel Ugarte (delegado del Partido Socialista ante el Comité internacional de Bruselas), Enrique del Valle Iberlucea (miembro del Consejo Nacional del citado partido) y Augusto Bunge (miembro del Comité Ejecutivo Socialista y director de su órgano “La Vanguardia”), contando también con la colaboración de José Ingenieros y de Leopoldo Lugones.

Después de largas discusiones, la Ley de Trabajo no fue aprobada por el Congreso. El influyente empresariado se sentía afectado por el posible incremento en el costo de la mano de obra. También temía las consecuencias inmediatas de una mayor libertad sindical, por canalizada que fuera dentro de normas legales e inspecciones de la autoridad.

Más tarde, el 11 de julio, Roca vuelve a designar a Bialet para realizar un nuevo informe de tipo complementario. Así se lanza a recorrer nuevamente Córdoba, Tucumán, Mendoza, San Juan y San Luis. Aporta, de este modo, una increíble tabla de medición comparada de la fuerza muscular obrera por regiones, y sendos análisis de la zafra tucumana, del sur cordobés, de la industria vitivinícola cuyana y de la zona puntana. Completa entonces el Informe que luego será publicado en tres tomos, por decisión oficial.

En 1905 el silencio del Parlamento, el mantenimiento de las disposiciones de represión por el Ejecutivo, frustran definitivamente el proyecto, al que los socialistas dejan de apoyar. De allí en adelante el “Informe” de Bialet Massé pasa a ser un tesoro de biblioteca y de gabinetes.

Las opiniones políticas de Bialet, más progresistas que las del régimen con el que colaboraba, carecían en realidad de “plafond” histórico. Su “Informe”, al pedir medidas sociales, comicios democráticos, etc., tenía una coherencia revolucionaria que las “elites” no podían aceptar.

En abril de 1905, presenta al ministro de Agricultura un “Informe sobre la creación de Colonias Nacionales Algodoneras” en las provincias del centro y norte de la República.

En 1906 realiza la compilación del “Censo General de la Población, Edificación, Comercio, Industria, Ganadería y Agricultura de la Ciudad de Córdoba”. En ese mismo año es designado como primer profesor de la cátedra de Legislación industrial y Agrícola y su consecuencia lo conduce a cursar la carrera de ingeniero agrónomo en la Escuela Nacional de la especialidad de la misma Universidad cordobesa. Así, agrega a sus diplomas de médico y abogado, el nuevo diploma de agrónomo. Y será su última aventura, su última “locura”. Enferma, y debe abandonar su amada Córdoba para buscar asistencia médica en Buenos Aires. Allí, fallece el 22 de abril de 1907.

Sus aportes, en las más diversas áreas, apuntando siempre hacia una sociedad mejor, merecen un reconocimiento del campo popular que hasta ahora no se ha producido. En cambio, inversamente, los sectores del privilegio han respondido silenciándolo.

(R. A. Lopa, Los Malditos, Vol. I, Pág. 69, Ed. Madres de Plaza de Mayo)

Fuente: www.pensamientodiscepoleano.com.ar