La libertad de tener un día de descanso semanal

Por Jesús Chirino*

En los primeros años del siglo XX se sancionó la Ley 4.661, reconociendo que los trabajadores tenían derecho a descansar un día por semana. Esa norma estableció la  obligatoriedad y multa para los patrones que no la aplicaran en el territorio de la capital del país. Pero el respeto del derecho no se produjo de manera inmediata.

Los peones del municipio de Villa María no pudieron acceder a ese derecho hasta finales de los años 20 del mismo siglo.

Descanso para no trabajar como máquinas

A principios del siglo XX los trabajadores reclamaban, entre otros derechos, el descanso semanal. El diputado socialista Alfredo Palacios presentó un proyecto de descanso hebdomadario que no fue aprobado, pero en 1904 el Poder Ejecutivo elevó uno propio fijando que el descanso semanal fuera el día domingo. Discutido en la Cámara de Diputados de la Nación no fue aprobado, pero parte de su contenido se sumó al que presentó el diputado Argerich. Se reconoce que el socialista Alfredo Palacios fue el gran impulsor de la discusión que desembocó en la norma aprobada en las dos cámaras y fuera publicada en el boletín oficial del 6 de septiembre de 1905.

La denominada “Ley del descanso dominical”, en su primer artículo, señala: “En la Capital de la República queda prohibido en domingo el trabajo material por cuenta ajena y el que se produzca con publicidad por cuenta propia, en las fábricas, talleres, casas de comercio y demás establecimientos o sitios de trabajo, si más excepciones que las expresadas en esta ley y en los reglamentos que se dicten para cumplirla”.

En la discusión que se dio en la Cámara baja, el diputado Lucero, oponiéndose al tratamiento de la ley, por falta de estadísticas que permitieran conocer la situación de los trabajadores, señaló: “… en nombre de la higiene y de la fisiología podríamos exigirles a los patrones  algo más que el descanso semanal obligatorio; el salario mínimo, la jornada máxima, la habitación sana, y quizás fuéramos a parar hasta la reivindicación de los derechos económicos, tan famosos”.

Es decir que existía clara conciencia de la falta de reconocimiento de los derechos de los trabajadores, de igual forma se argumentaron cuestiones variadas en contra de establecer la obligatoriedad del descanso semanal.

En tanto, algunos diputados plantearon que el tratamiento de la ley tenía un sentido de equidad. Así, el legislador Oliver dijo que el proyecto se trataba “para evitar que en la lucha desigual de la concurrencia entre el trabajo y el capital, sea el trabajador obligado” a prestar  “servicios como máquina, sin descanso alguno, cuando hasta a los animales se les concede, de tanto en tanto, un reposo para que reparen las fuerzas perdidas”.

Peones municipales sin descanso semanal

En Villa María, luego de la intendencia de Eugenio Parajón Ortiz, que tuvo un desarrollo poco respetuoso de los derechos de los empleados municipales, asumió el radical Ernesto Díaz. El primer día de mayo de 1925 juró desempeñar el cargo para el cual había sido electo el 25 de marzo de ese mismo año.  Mediante el primer decreto que firmó designó como secretario a Marino Santucho Peña.

Debemos señalar que, en el caso de los empleados de menor jerarquía, Díaz tuvo un comportamiento algo diferente del desarrollado por Parajón Ortiz, quien apenas ingresó echó a la mayoría de los trabajadores del municipio. Díaz  llegó a rever algunas decisiones que habían implicado el despido de personal en educación.

A poco de iniciar su Gobierno, Ernesto Díaz elevó una nota al Concejo Deliberante que originó la Ordenanza N°10, la cual, en su primer artículo, dice “créase una plaza en el inciso 16…” del presupuesto “a los efectos de establecer el descanso hebdomadario en el personal municipal”. Mediante el segundo artículo se creó otro puesto con el mismo fin. Es decir, que se generaron puestos de trabajo para poder dar descanso semanal a los empleados municipales.

El 21 de junio de 1928, durante la votación de la norma, todos los concejales presentes levantaron la mano y la aprobación fue por unanimidad. El único concejal que no aprobó los puestos para permitir el descanso semanal de los estatales locales, fue el opositor Jurado Padilla, quien estuvo ausente sin aviso.

Recién ese año los peones municipales pudieron descansar un día a la semana, un derecho que había sido violado por tantos años. Pero como la historia nos muestra la conquista de derechos nunca es definitiva, los trabajadores siempre deben volver a luchar por tener derechos y libertades que se les vuelven a cercenar. En la discusión por la ley de descanso dominical, se habló de que había que reconocer la libertad de los trabajadores para poder contar con un día para sus actividades familiares. Un derecho que anteriormente habían tenido los esclavos.

*Docente. Periodista. Secretario General de la Unión de Trabajadores de Estados Municipales (UTEM-CTAA). Secretario Gremial de la CTA Autónoma Regional Villa María

Fuente: www.eldiariocba.com.ar