La negación de la realidad

OPINIÓN

Por Alejandro Olmos Gaona*

Así como antes del 2015, los relatos oficiales, sobre un supuesto modelo de inclusión social, mostraban que la Argentina transitaba uno de los mejores periodos de su historia, aunque las evidencias mostraran una realidad diferente, con un modelo agro exportador y extractivista creciente, con la entrega a los consorcios internacionales de nuestros recursos naturales, y con una pobreza y una marginalidad estructurales, hoy asistimos a un discurso ficcional, que trata de encubrir que vamos derecho a una crisis descomunal, además de hipotecar día a día el futuro de nuestro pueblo, sometiendo la economía a los burócratas del FMI, y abdicando a cada paso de una soberanía de la que va quedando muy poco.

A la abyecta corrupción del gobierno kirchnerista, sucedió la abyecta corrupción de los ceos que gobiernan,que es continuidad de una corrupción estructural propia de un empresariado prebendario y venal, que desde 1976, usufructuó de los recursos del Estado con la complicidad de dirigentes políticos que fueron cómplices del saqueo.

Cuando se plantean estas cosas, que surgen de investigaciones que hago desde hace años, de pruebas acumuladas en una justicia que no hace nada, surgen las negaciones, con nuevos relatos de diversa factura, como la afirmación mendaz de la ex presidenta, que se atrevió a decir en Clacso, que las organizaciones sociales recién arrancaron durante su gobierno.

Ahí van dos ejemplos de los extremos a los que se puede llegar en la negación de la realidad:

1.- En 1902, entró en erupción el el volcán Santa María, arrasando pueblos de Guatemala, sumergidos en la lava, la ceniza y las oscuridades que hicieron espantar a la pobre gente, que huía despavorida hacia no se sabe dónde. En la plaza principal de Quetzaltenango, mientras el fuego atronaba, y el suelo era sacudido, en medio de los tambores del Ejército, un enviado del Presidente de la República, Estrada Cabrera, leía un comunicado dirigido al pueblo, informando que todo está en calma, como así también todos los volcanes y que todo ocurre en otro país. Como todo está normal, nada impide celebrar las fiestas programadas para ese día.

2.- En 1908, el Congreso Nacional de Colombia, aprobó una ley por la cual los indios no existían en San Andrés de Sotavento y otras comunidades indígenas donde se habían descubierto yacimientos de petroleo, y debido a ello el gobernador expide una certificación pedida por las petroleras norteamericanas, para aniquilar a esos pueblos sin complejos o desterrarlos, ya que de existir estarían violando la ley.

De estos ejemplos de negación de está llena la historia de nuestra América, y aunque han pasado los años, estas técnicas siguen siendo habituales, para ocultar lo que está pasando.

La deuda externa pública sigue creciendo, se acordó y se pagó a los buitres, se sigue negociando la soberanía de la Nación y ahora las decisiones las toma el FMI., las reservas del Banco Central son una ficción, y la deuda cuasi fiscal sube a extremos desconocidos. Echamos a Repsol, pero acordamos con Chevron y con Dow Chemical en el año 2013, y este gobierno ha respetado escrupulosamente esos contratos. Se modifica el presupuesto de un plumazo sin intervención del Congreso, debido a las facultades del jefe de gabinete y nos dicen que todo va a mejorar , aunque los hechos y la cifras contradigan la realidad oficial a cada paso.

La dirigencia opositora se debate en la coyuntura, sin plantear una alternativa de país distinto, y solo exhiben fuegos de artificio que no conmueven al oficialismo, que sabe como controlar las desmesuras de los que se le oponen. Unos y otros coinciden en la misma forma de hacer política, y el resultado está a la vista.
Ahora se buscan unidades para enfrentar al gobierno, aunque para eso haya que cambiar viejas posturas y discursos críticos, se ha entrado en el negocio de los acuerdos y las componendas, aunque para ello haya que abjurar de la coherencia y de la dignidad.

El gran ausente en la mesa de los acuerdos y las negociaciones siempre es el pueblo argentino, al que la dirigencia política sólo invoca para legitimar una representatividad que no tiene, al que el sindicalismo utiliza como bandera de una lucha que no ejerce, y que para el empresariado, tanto nacional como extranjero, resulta un sector al que se le debe quitar todo protagonismo, limitándole cada vez más sus derechos laborales. Ese pueblo es el que en todos los casos siempre ha soportado los ajustes, las rebajas salariales, el desconocimiento de los derechos adquiridos, la falta de planes de vivienda, la precariedad de la enseñanza, la deficiente implementación de los programas de salud y asistencia sanitaria, la inequidad social. Es al que se rebaja en su dignidad a través de planes de asistencia siempre escasos, que parecieran una suerte de dádivas, cuando en realidad se trata de una ínfima parte de lo que les corresponde, de una riqueza generada por ellos y que fuera ususfructuada por otros, contando con la complicidad de los poderes públicos que integran un sistema diseñado para ese fin.

Las palabras se desvalorizaron de tal manera en la Argentina de hoy, que nadie cree ya en su significado real o en aquello que representan. La similitud de los discursos políticos, las muletillas que se utilizan, la analogía entre los planes económicos de los partidos mayoritarios son de tal envergadura, que si se cambiaran los personajes y se alteraran las fechas de cuando fueron expuestos, podría advertirse que nada ha cambiado en esencia, sino que, por el contrario, se trata de las mismas recetas de siempre, con una apariencia de mensaje nuevo.

La política —el “arte del gobierno” como la llamaban los antiguos— ha devenido en un camino sencillo y fácil para el triunfo de logreros, trepadores y mediocres, y si existen honrosas excepciones que dignifican su ejercicio, éstas conforman apenas un sector aislado que día a día se debate en un medio hostil, donde las formas habituales de la representatividad democrática son simplemente una ficción.

La fraseología de la dirigencia política y de los distintos grupos de poder está llena de voluntarismo e hipocresía. Todos parecen haber perdido la memoria y nadie se atreve a decir la verdad de lo que pasa. Los planes que se proponen y las ideas que se trasmiten responden a aspectos parciales o escindidos de la problemática nacional, sin que exista una visión integradora y realista de lo que se debe hacer. Lo que se dijo ayer, se desmiente hoy; la disciplina partidaria es la que rige la conducta de los diputados del pueblo, que responden a las decisiones de la cúpula y no a las obligaciones contraídas con sus representados.

Algún sector tendrá la lucidez de darse cuenta, que de esta forma no iremos a ningún lado y seguiremos en esta mediocridad que está cada día afectando cada vez más la vida de nuestro pueblo?

La dirigencia política tendrá conciencia, que nuestros libertadores se jugaron la vida, para darnos una libertad y una soberanía que se desconoce y se negocia a cada rato? Podrán salir de las vidrieras mediáticas y jugarse en serio para construir un país distinto. Hace años Perón habló de la comunidad organizada, y ese planteo fue sistemáticamente desconocido por sus seguidores en función de gobierno.

Si no hay organización, sino nos plantamos con decisión para enfrentar a este gobierno de mediocres y corruptos, con superficial imágen de corrección, Sino construímos alguna instancia superadora de una dirigencia política que solo se representa a si misma, nos convertiremos en un país inviable, el ejemplo más significativo de una Nación que debió ser y que hoy muestra la triste realidad de un enorme fracaso.

*Historiador. Especialista en el tema de la Deuda Externa.