La verdad no tiene remedio, aunque puede ser triste

Por Pablo Callejón*
Desde su construcción el Hospital de Río Cuarto se convirtió en un faro de la atención pública en Río Cuarto y la región. El ex Director Carlos Pepe había señalado que unas 700 mil personas concurren cada año al nosocomio para ser asistidos en diferentes patologías. La demanda aumentó fuertemente a la par de un agravamiento de la crisis social, el debilitamiento de las obras sociales y la concentración del sistema de atención privada. El imponente edificio inaugurado hace 18 años comenzó a revelar desde hace un largo tiempo las consecuencias de una mayor presión asistencial, la falta de mantenimiento, el mal uso de sus instalaciones y la necesidad de un incremento presupuestario capaz de solventarlo, sin recaer en un mayor deterioro estructural.
“En muchos pabellones tiene la misma pintura de cuando se inauguró. Se caen los cerámicos y nadie los cambia. Hay revoque roto, durlock destruido por los golpes o la humedad. Si se rompe una ventana o una puerta hay que hacer un trámite para que las arreglen”, lamentaron desde Salud Unida, la agrupación de autoconvocados que provocó un cimbronazo político y sindical desde su irrupción con protestas espontáneas que se extendieron a todos los hospitales de la Provincia.
La imagen de personas tapándose las vías respiratorias, en un intento por eludir el olor nauseabundo del agua de lluvia mezclada con materia fecal (presumiblemente de palomas) que se esparcía sobre áreas sensibles del Hospital, como los pasillos de ingreso a las terapias, provocó una señal de malestar que golpeó en las oficinas ministeriales de Córdoba. Unas horas después del reclamo público, el recorrido de arquitectos de una empresa privada, fue la respuesta inmediata ante una problemática urgente. El director del nosocomio, Iván Aznar, precisó que comenzarán los trabajos de reparación y limpieza de los techos, mientras avanzan en un “amplio plan de intervención” que intentará dar una solución integral a las falencias edilicias. Los trabajadores exigen un mantenimiento permanente.
Claudio Helbling, uno de los voceros de Salud Unida, destacó que “estamos viendo situaciones lamentables y tristes, como la caída de líquido con olor a materia fecal a metros del ingreso a las terapias de niños y adultos” y advirtió que “estamos ante una situación insalubre”. Para Helbling, “han caducado muchas áreas estructurales del Hospital, con condiciones inhumanas como la falta de aire acondicionado en lugares de internación en medio de la ola de calor”. El trabajador precisó que “durante las lluvias se han rebalsado cámaras de las cloacas y se inundaron distintas áreas”. El relato recuerda los videos de enfermeros y médicos tratando de sacar el agua acumulada en los sectores de guardia pediátrica y otras alas asistenciales por las filtraciones que se convirtieron en techos.
Las dificultades no solo emergen por las tareas insuficientes de mantenimiento, muchas de ellas tercerizadas a empresas privadas, sino por el maltrato de quienes concurren al Hospital. “Cuando le das una mala noticia a un paciente en una clínica nadie se pone a romper paredes o golpear puertas, aquí pareciera que tienen derecho a hacerlo”, lamentó un médico de varios años en el nosocomio. Una enfermera admitió haber observado a un hombre patear el acceso de un ascensor tras una supuesta pelea con su pareja y el personal de limpieza no oculta su indignación cuando encuentran pañales, envases de suero o elementos de higiene femenina en el interior de los inodoros. “De un día para el otro puede faltar una canilla, un picaporte y hasta las chapas que recubren las puertas de las habitaciones. Algunas personas no entienden de que este es el lugar donde se van a atender y pueden salvarle la vida a ellos o a cualquiera de sus hijos”, señaló resignada una de las empleadas.
La presión sobre el Hospital se profundizó con el cierre de miles de establecimientos sanitarios en localidades medias y pequeñas. El intendente de Adelia María, Jorge Marino, reconoció que “hace 40 años el pueblo tenía cinco clínicas y hoy solo cuenta con el hospital público”. Lo mismo sucede en Villa Huidobro, Huinca Renancó, Alcira Gigena, Vicuña Mackenna y muchas otras localidades que deben trasladar a sus pacientes cuando los casos adquieren mayor complejidad. “Hoy, hasta los partos se deben hacer en Río Cuarto”, admitió el intendente de Alcira, Fernando Gramaglia. Según datos de la Asociación de Clínicas, Sanatorios y Hospitales Privados de la Provincia de Córdoba (ACLISA), desde el año 2000 cerraron el 75% de las clínicas privadas de toda la provincia de Córdoba. De las 405 instituciones privadas con internación que había a principios de siglo, en 2013 se redujeron a 205 y actualmente sobreviven menos de un centenar de centros, en su mayoría radicados en las ciudades con mayor densidad poblacional. En toda la Provincia solo 52 localidades tienen clínicas con internación y desde la Asociación estiman que el crítico escenario podría agravarse en los próximos años.
El deterioro y la concentración de la asistencia privada, derivó cada vez más pacientes hacia la Salud Pública. El nuevo escenario no solo exige más hospitales, requiere, además, de un mayor presupuesto, mejor equipamiento y una recomposición histórica en los salarios de los trabajadores. Desde el Observatorio de Trabajo, Economía y Sociedad destacaron que, “mientras que en el año 2015 el rubro Salud representaba un 10,5% del presupuesto, en el 2023 no llegará al 8%”. Aseguraron que “hay una disminución en Salud que se suma a la caída del año 2022 (-15,7% respecto a 2021)”.
Durante la última discusión presupuestaria, la legisladora de Juntos por el Cambio Patricia de Ferrari reveló que “este año desaparecerán los recursos extraordinarios que se dispusieron en pandemia” y sostuvo que “los incrementos presupuestarios no logran compensar el ajuste que se impuso desde el 2016”. Para Ferrari, “si no se considera el gasto COVID 19 existe una tendencia constante a la desinversión pública” y alertó: “En el presupuesto 2023 Salud tendrá un aporte de $138 mil millones, lo que implicará un incremento del 110% respecto a 2022. Sin embargo, representará el 54% de lo que se destinó en 2016. No hay una “mejora” en la inversión en Salud, solo se recupera terreno perdido”. Desde el bloque opositor expresaron que “este ajuste se dio en un contexto favorable en términos de ingresos fiscales totales: se recaudó más dinero, pero se invirtió menos en salud”.
Las renuncias de médicos de guardia, que derivaron en un reclamo capaz de atravesar todas las áreas del Hospital de Río Cuarto, pusieron en evidencia la interpelación a los acuerdos alcanzados por el Sindicato de Empleados Públicos, liderado por José Pihen, un gremialista del riñón del peronismo cordobés. Los trabajadores decidieron apartarse de la representación que se sienta de ambos lados del mostrador y optaron por gestar multitudinarias asambleas que exigieron una fuerte mejora en sus haberes. Lejos de conformarse, los autoconvocados se mantienen estado de alerta y anticipan un contexto imprevisible para las negociaciones salariales. Ninguno de los médicos o enfermeros que integran Salud Unida esperan que el acuerdo paritario surja del diálogo entre el SEP y la Provincia.
En los últimos meses, el reclamo de trabajadores y pacientes se multiplicó a la par de un crecimiento inédito en la demanda. El Hospital que actúa como espacio formador en emergentología y cuenta con personal calificado en todas sus áreas, enfrenta el desafío de no recaer en un deterioro sistemático de sus condiciones estructurales. Y la verdad no tiene remedio, aunque también puede resultar triste.
*Periodista