Lxs trabajadorxs del Polo de la Mujer exigen que se cumplan los protocolos por COVID

Diciembre trajo abruptamente la novedad de la variante Ómicron en la provincia y, con esta, una nueva ola de contagios, centros de testeos desbordados y aislamientos. En el Polo de la Mujer de la Ciudad de Córdoba, un alto número de trabajadorxs se vieron afectadxs. La respuesta institucional fue exigir a lxs trabajadorxs que concurran con hisopados negativos a sus puestos laborales a pesar de que los protocolos provinciales indican otras medidas de cuidado. Lxs trabajadorxs denunciaron la situación y esto se suma a una serie de reclamos históricos sobre sus condiciones laborales.

La provincia de Córdoba viene liderando el primer puesto con los casos positivos de COVID-19; en una semana, la escalada de contagios fue exponencial. Desde el Ministerio de Salud de la Provincia de Córdoba indicaron: “En caso de ser contacto estrecho, se deberá hacer aislamiento por 12 días y realizar dos hisopados para descartar la transmisión de COVID-19”. Hay que advertir que, la semana previa a la Navidad, los centros de testeos en todos los puntos de la ciudad estuvieron colapsados, largas colas al sol, demoras de muchísimas horas y, si bien fueron agregando algunas sedes, parece que la situación nunca mejoró.

En la dependencia del Ministerio de la Mujer, ante la noticia de que algunxs trabajadorxs dieron positivo en los testeos, la orden fue realizar un hisopado a todo el personal y, si fueran negativo, regresar inmediatamente a su trabajo. Ello implicó exponer al personal a largas colas de hasta 6 horas en presencia de personas con síntomas o contactos estrechos para acceder a un hisopado, incluso fuera de su horario laboral, porque no fueron garantizados desde la institución.

El Polo Integral de la Mujer es la institución de referencia para acompañamiento en situaciones de violencia de género para toda la provincia y el lugar específico en la ciudad de Córdoba para concurrir. Es tan paradójico ya que lxs trabajadorxs, principalmente de identidades feminizadas, hace años que son violentadxs por sus condiciones laborales. En diálogo con La tinta, Belén Valletto, delegada de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE-CTA), expresa: “Hacemos nuestro trabajo con mucho compromiso ético y político. Con el aumento de contagios, la tarea se vio afectada porque se fueron improvisando respuestas, que no siempre son acordes con los protocolos vigentes. Por otra parte, la necesidad de hacer aislamiento preventivo implica que muchos equipos queden con muy pocos profesionales, lo que dificulta y enlentece la atención de las usuarias”.

Comenta que la situación laboral está siendo complicada, “se evidencia en este último tiempo, un recrudecimiento de la violencia, las situaciones son cada vez más complejas, la articulación interinstitucional a veces es una misión imposible y no siempre es posible garantizar el trabajo interdisciplinario”. Los equipos son reducidos por lo que la cantidad de profesionales no es suficiente para la demanda cada vez más creciente, una situación de precarización laboral y recursos escasos, que de diferentes maneras viene siendo una constante desde hace años y con la pandemia se profundizó.

Lxs trabajadorxs tienen que lidiar con la tarea compleja de la escucha y el acompañar situaciones de violencias día a día, y además estar preocupadxs y exigiendo por condiciones de trabajo dignas y seguras. “A veces las condiciones laborales rozan la indignidad: salarios por debajo de la línea de pobreza, monotributos eternos, contratos que no garantizan estabilidad laboral, jornadas de trabajo de 8 horas, no reconocimiento del régimen especial por tarea de riesgo psicosocial”, añade la delegada.

En este momento, lxs trabajadorxs están exigiendo el cumplimiento de los protocolos preventivos de contagio de COVID-19 para el resguardo de la salud del equipo de profesionales y de las usuarias. Un nuevo reclamo que se suma al resto de las condiciones relatadas. ¿Se imaginan acompañar situaciones de vulneraciones y violencias en estas condiciones?

“Sostenemos nuestros reclamos históricos: precarizar es violencia y por eso exigimos recomposición salarial, el reconocimiento del régimen especial por tarea de riesgo psicosocial y que avancen con los pases a contratos de las compañeras monotributistas, compromiso ya asumido desde el Ministerio de la Mujer y homologado como Convenio Colectivo en el Ministerio de Trabajo”, sostiene Valletto.

Es por esto que nos seguimos preguntando: ¿quiénes cuidan a quienes nos cuidan?

Fuente: www.latinta.com.ar