Artigas y la identidad rioplatense

Por Pablo Adrián Vázquez*
¿Argentino oriental o adalid de la independencia del Uruguay? ¿Caudillo o republicano? ¿Gestor de la Patria Grande o bandido social enemigo de los porteños? Éstas y otras expresiones surgen sobre una de las figuras más emblemáticas del período de la emancipación rioplatense.
Nacido el 19 de junio de 1764 en Montevideo, se dedicó a las tareas rurales. Posteriormente, ingresó como soldado de caballería en el regimiento de Blandengues, siendo luego ayudante mayor del Cuerpo, controlando la frontera con el Brasil y brindando seguridad frente a los bandidos del interior de la Banda Oriental.
Las invasiones inglesas lo encontraron combatiendo al usurpador europeo. Siendo coronel se puso del lado de Buenos Aires, junto a Rondeau, frente a las pretensiones del Virrey Elío. Luego del Grito de Asencio, como comandante de los orientales derrotó a los realistas en Las Piedras y sitió a Montevideo. A disgusto con el armisticio, se trasladó a Ayuí, Entre Ríos, seguido por su pueblo, en un bíblico “éxodo”. En conflicto con Sarratea, supuesto jefe de los orientales por orden porteña, sería su cambio por Rondeau lo que lo decidió a continuar el segundo sitio a la capital oriental.
Ante la convocatoria a la Asamblea Constituyente del Año XIII, los delegados de los pueblos, habitantes montevideanos y de la campaña, previa reunión del 5 de abril de 1813 con Artigas, decidieron dar las bases para un futuro proyecto constitucional. José Rafael López Rosas, en su Historia Constitucional Argentina (1963), rescató las palabras de Artigas en el “Congreso de Abril” “Ciudadanos: los pueblos deben ser libres. Ese carácter debe ser su único objeto, y formar el motivo de su celo. Por desgracia – agrega – va a contar tres años nuestra Revolución, y aún falta una salvaguarda general al derecho popular. Estamos aún bajo la fe de los hombres, y no aparece las seguridades del contrato… Es muy veleidosa la probidad de los hombres – continúa -, sólo el freno de la Constitución puede afirmarla. Mientras ella no exista es preciso adoptar las medidas que equivalgan a la garantía preciosa que ella ofrece”.
Las instrucciones de Artigas, de tono republicano al estilo norteamericano, oscilan entre el sistema confederal y la orgánica federal, en un intento de mancomunar textos constitucionales de los Estados de la Unión con la influencia de la obra de Thomas Paine. Más allá de la técnica legal, lo importante fue, siguiendo a López Rosas, “el espíritu del documento artiguista el que se cuela en todo el litoral, para dar forma después a un legítimo federalismo de derecho… condensando su pensamiento político, dirá en ese entonces el caudillo: La soberanía particular de los pueblos debe proclamarse y ostentarse como el único objeto de la revolución de Mayo”.
Rechazados los diputados orientales, Artigas rompe con Posadas, quien lo acusó de traidor y pone precio a su cabeza.
Mientras recupera Montevideo y reúne a La Liga de los Pueblos Libres, que lo tienen como Protector, y con quienes se reúnen en Arroyo de la China (actual Concepción del Uruguay, Entre Ríos) y declara su independencia en 1815, un año antes que el Congreso de Tucumán. Los portugueses invaden la Banda Oriental y toman Montevideo, combatiéndolos hasta caer derrotado en Tacuarembó. 1820, luego de la batalla de Cepeda y el Tratado del Pilar, marcó el fin de su jefatura sobre el santafesino López y el entrerriano Ramírez, siendo éste último quien lo derrota.
En el tomo II de Crónica Histórica Argentina (1968), con el asesoramiento de A. J. Pérez Amuchastegui, se detalla su ocaso: “Finalmente, después de diez años de acción militar y política ininterrumpida, se exilia en el Paraguay, donde vive humildemente en una situación ambigua – entre prisionero y refugiado político -, pero con la consideración y las atenciones del dictador Francia, primero, y de Carlos Antonio López, después, así como también de los indios y los pobres que lo rodean, quienes lo llaman en guaraní Carai Marangatú (Padre de los pobres o, mejor quizás: Bondadoso señor). Después de tres décadas de exilio paraguayo, Artigas murió, a los 86 años, el 23 de septiembre de 1850. Sus restos fueron repatriados al Uruguay en 1855”.
Para el revisionismo histórico argentino la vinculación de Artigas con Rosas fue, y aún es, férrea. Quizás una mirada crítica podría encontrar diferencias entre la visión federalista del oriental con el gaucho de Los Cerrillos, pero, al final, primaría un mismo sentido americanista. Federico Ibarguren, en su conferencia José Gervasio Artigas, adalid de la independencia argentina de 1964, sentenció: “… Tacuarembó, es el primer capítulo de un largo drama… Su desenlace funesto… con la espectacular quiebra de la Unidad Nacional defendida por Rosas en Caseros contra el Imperio de Pedro II. Fue Caseros… la rendición rioplatense a las pretensiones imperialistas de los socios de Inglaterra… En otro orden de ideas, es necesario hacer saber que una cosa fue la Semana de Mayo porteña y otra muy distinta la Revolución de Mayo continental. En la primera está la clásica lucha entre Saavedra y el terrorista (sic) Mariano Moreno… En la segunda etapa está Artigas: contra la anglofilia de Sarratea y Rivadavia en 1812; y luego, contra la vergonzante política de Alvear y los directoriales hasta el año XX. Está, además, José de San Martín, sincero simpatizante del jefe de los orientales y enemigo declarado de Rivadavia. Pero, sobre todo, está presente la formidable y recia figura de Juan Manuel de Rosas, heredero único del sable glorioso del Libertador de América. José Gervasio Artigas, precursor del federalismo argentino, en cuyo ejemplo hubo de inspirarse nuestro don Juan Manuel”.
René Orsi, José María Rosas y otros rosistas analizaron al vencedor de Las Piedras. Pacho O’ Donnell indagó sobre el caudillo oriental en Caudillos Federales: El grito del Interior (2008), Artigas: La versión popular de la revolución de Mayo (2012) y 1815: La primera declaración de la independencia argentina (2015). Hasta nuevas investigaciones, como la de Gustavo Nocera Quién es Artigas: Viajando tras sus pasos, o de María Raquel Mendioroz Suarez con El sable que Thompson obsequió a Artigas, sobre la relación del oriental con Martín Jacobo Thompson, primer Capitán de Puerto criollo, emblema de nuestra Prefectura.
Pero que se dice sobre el héroe del otro lado del Río de La Plata? Tras la Guerra Grande y el acuerdo entre “blancos” y “colorados”, la idea fue cimentar la República Oriental del Uruguay con la figura de Artigas como máximo héroe nacional. Compilada su obra en el extenso Archivo Artiguista, se potenció el rescate de su ideario como prenda de unión. Pero siempre entró en tensión el Artigas “histórico” con la erección de Don José Gervasio como “mito fundante” de la nación uruguaya.
Alberto Methol Ferré publicó en Marcha, el 19 de mayo de 1961, su artículo Artigas o la esfinge criolla, donde consignó estos debates: “A partir de 1880, cuando quedó estabilizada la balcanización general latinoamericana, que se comenzó a sentir la necesidad de consolidar una conciencia uruguaya común superando el cisma interior de blancos y colorados. Y fue tomando vuelo así el regreso de Artigas. Un regreso singular y distinto. Ahora sería el gran mito unificador del país. ¡Los temores inamistosos y certeros de un Juan Carlos Gómez o un Melián Lafinur de ver transfigurado a Artigas en un edulcorado Washington o Jefferson se han cumplido! (…) Artigas, se define como la cuestión nacional. No se podrá en adelante encabezar un homenaje como lo hiciera Gustavo Gallinal en el Centenario: “Pierde valor la discusión de sí fue el fundador o precursor de la nacionalidad oriental. El título no interesa”. Y tanto no ha interesado, que el mismo monumento que vemos, en la Plaza Independencia dice lacónicamente: “Artigas”. ¿Por qué ninguna otra explicación? Quienes lo decretaron no se pusieron de acuerdo y optaron por no poner ninguna leyenda ¡Grave mutismo! ¿Tan difícil es el enigma?”.
El Comandante en Jefe del Ejército de Uruguay, aludiendo al ideario artiguista dijo: “Los uruguayos en general, los militares en particular, nos preciamos de ser artiguistas. Pero, ¿qué significa ser artiguista en pleno siglo XXI?… Ser artiguista hoy es estar cerca de la gente, particularmente de los más frágiles, es luchar por brindarle oportunidades a todos los uruguayos en condiciones dignas de vida. Es ocupar un puesto de lucha en la batalla más importante y urgente que hoy debemos librar: el combate frontal a la marginalidad social y cultural…”.
¿Debate zanjado o polémica abierta? Aún el prócer tiene mucho para decirnos con su ejemplo de lucha y su espíritu indómito.
 Artigas murió el 23 de septiembre de 1850, Santisma Trinidad, Asunción, Paraguay.
*Politólogo; Docente de la UCES; Secretario del Instituto Nacional Juan Manuel de Rosas
Fuente: Historia del Federalismo Rioplantese