Crisis del 2001 en Villa María: “Las necesidades eran las mismas, lo que cambió fue el escenario de las peticiones”

Por Jesús Chirino*

El lunes 17 de diciembre de 2001, el nerviosismo recorrió la ciudad adquiriendo especial relieve en las extensas colas en las puertas de los bancos. Allí estaban los indignados que no podían retirar sus dólares de las entidades crediticias. Por su parte los docentes provinciales soportaban largas horas de espera para cobrar el 60% de sus haberes en bonos Lecop.

Las trabajadoras y trabajadores de la educación provincial no solo cobraron el pago parcial de sus sueldos con demora, también les fue abonado con los mencionados bonos al portador que no les servían para todo tipo de pago. Esto les obligaba a cambiarlos por pesos, transacción en la cual generalmente se perdía poder adquisitivo. No en todos lados aceptaban los Lecop, por ejemplo el pago de un crédito hipotecario del Banco Nación debía hacerse en peso.

Dirigentes bajo la racionalidad neoliberal

Quienes hacían colas en los bancos de Villa María, al igual que en otros puntos del país, se desahogaban insultando a dirigentes políticos, especialmente al entonces ministro de Economía Domingo Cavallo. La figura de este economista se planteó como un analizador de la política nacional que permitía preguntarse si el establishment político no actuaba como partido único. Cavallo había ideado y puesto en práctica su plan económico neoliberal durante el gobierno del peronista Carlos Saúl Menem y, en 2001, era ministro de Economía del Gobierno radical liderado por Fernando de la Rúa. Por encima de las supuestas diferencias discursivas los líderes de esos partidos se manejaban dentro de la “racionalidad” neoliberal.

En  los bancos, desbordados por la demanda, el malhumor se palpaba fácilmente. Quienes eran titulares de depósitos en dólares se quejaban porque ofrecían devolverles pesos. Los bancos argumentaban no poseer dólares. El desborde de los bancos también se daba por la gran demanda de atención que producía el pago desdoblado  de salarios. El viernes 14, en la sucursal del Banco de Córdoba, situada en San Martín y Entre Ríos, los jubilados que concurrieron a cobrar sus haberes formaron una cola que llegó a superar una cuadra de extensión.

El recorte local

En ese clima desde la Intendencia municipal, a cargo de Eduardo Accastello, se planteó un fuerte recorte de salario para los y las trabajadoras municipales. El entonces secretario de Gobierno, Julio Ferro, se reunió con el dirigente gremial Camilo Rodríguez y le hizo conocer que el Poder Ejecutivo pretendía quitarles a los empleados, en forma definitiva, el adicional por antigüedad; reducirles el monto del adicional por presentismo y recortar los días de licencia. Luego de la reunión, que duró dos horas, Camilo Rodríguez hizo declaraciones públicas dando a conocer lo que Ferro le había comunicado acerca del ajuste local. El dirigente sindical anticipó que los trabajadores municipales no aceptarían lo que le parecía una “propuesta lapidaria”. Señaló la dureza del ajuste diciendo “nos proponen que trabajemos una hora más gratis o trabajar una hora menos y reducir el sueldo el 14%”. En relación con la disminución de los días de vacaciones dijo “quieren que sean días corridos y no hábiles, también harían desaparecer los 10 días de licencia que tenemos por razones particulares”. A Rodríguez le parecía increíble lo que se proponía realizar el municipio que también quería “eliminar la antigüedad definitivamente y reducir el monto del presentismo en un 30%”. Como Secretario General del gremio municipal, Rodríguez manifestó su oposición al recorte.

Para entonces había quedado lejos una propuesta del concejal oficialista, José Carignano, en relación con redireccionar fondos previstos para viáticos y propaganda. En su edición del miércoles 19, El Diario informó acerca de la reunión que el intendente Accastello mantuvo con la directora de Presupuesto, Daniela Lucarelli, con el objetivo de recortar en un millón y medio de pesos el presupuesto que dos meses antes había sido elevado al Concejo Deliberante. En tanto los empleados municipales continuaban manifestándose en contra de la versión local del ajuste a la vez que organizaban reuniones y asambleas en diferentes lugares.

Las autoridades, ante la reacción de los empleados, no ponían por escrito la propuesta del recorte y cortaban el diálogo con la entidad gremial. Eduardo Giambroni, delegado electo de los trabajadores del Palacio Municipal, declaró “después de tantos años, hoy podría decir que la casa municipal está totalmente irritada. No solamente por la expresión de las medidas que intenta aplicar el Ejecutivo contra los empleados, sino con los métodos utilizados por la Municipalidad para dar a conocer las medidas. Ya no llaman más a nuestro sindicato para hablar sobre esto, sino que nos comunicamos por los diarios”. El delegado gremial continuó diciendo “todo esto es una estrategia de mal gusto, no se puede no conversar con nuestros representantes. En la Casa Municipal hace años que no se percibe una irritación de estas características. Al momento en que estábamos conversando si cobrábamos el aguinaldo en Lecop nos salen que vamos a trabajar ocho horas y que nos recortan esto o aquello”. Por último reclamaba a las autoridades del SUOEM la realización de una Asamblea frente al Palacio municipal.

En el orden nacional los hechos se desarrollaban con mayor celeridad, para entonces ya se había efectivizado el recorte de las jubilaciones y los sueldos, en tanto desde la presidencia se declaró el estado de sitio. Comenzaron a conocerse los muertos por la represión y el grito “que se vayan todos” comenzó a resonar con mayor fuerza. En Villa María los concejales no sesionaron el jueves 20 y la Policía reforzó su presencia en distintos puntos de la ciudad. Entre esos lugares se destacaron los supermercados y el híper situado en  la esquina de los bulevares Italia y Vélez Sarsfield. Ya se conocía la noticia de los saqueos en Rosario, Entre Ríos y Buenos Aires, a la vez se conocían movimientos en los barrios de Villa María. Desde el municipio se convocó a una Mesa de Compromiso, integrada por instituciones que monitoreaban el tema social en la ciudad.  El Poder Ejecutivo local demandó a la provincia el envío de los módulos alimentarios adeudados y reforzar la cantidad de los mismos. El accionar político mostraba el impacto que tenían las noticias que llegaban de diferentes sitios del país, el pueblo estaba enojado y lo expresaba.

“Garantizar la paz social”

Mientras el tema gremial seguía complicado en la ciudad, los no docentes de la Facultad Regional de la Universidad Tecnológica Nacional cumplían a rajatabla un paro total de actividades, reclamaban el pago de su sueldo. En tantos los municipales hacían asamblea en cada lugar de trabajo, en contra del ajuste local. La denominada Mesa de Compromiso Social se reunió con el intendente municipal en el primer piso del Palacio Municipal. Allí Accastello señaló “no es momento de diagnóstico ni de buscar responsables. Debemos garantizar la paz social, esa es nuestra responsabilidad”. Para entonces ya se había producido la renuncia del presidente de la Nación. En paralelo con los acontecimientos ocurridos en la tarde y noche del miércoles 19 en diferentes puntos del país, el gabinete municipal estuvo reunido evaluando la situación y  tomando resoluciones. Fue así que unas 170 personas, entre policías, provinciales y federales, y dependientes de Seguridad Ciudadana del municipio patrullaron la ciudad “para garantizar la paz social” relató Accastello quien agregó “solo se encontraron dos focos de activistas políticos que, a través del diálogo, se pudieron solucionar”.

A la par se trabajaba para repartir módulos alimentarios, que no llegaban. El periodista de El Diario, Fernando Ceresole, el 21 de diciembre escribió “no nos equivoquemos, las necesidades eran las mismas, lo que cambió fue el escenario de las peticiones y eso despertó una acción más concreta y sin atajos”, lo  que eclosionaba era un modelo político de exclusión.

En los barrios de la ciudad había necesidades y los alimentos no llegaban. El obispo Roberto Rodríguez, el director del Hospital Pasteur y Otto Wester, secretario de Integración Comunitaria intercedieron en el barrio Las Acacias, un punto caliente. Se produjeron varias reuniones, luego se llevaron varios bolsones para poner paños fríos a la situación. También fue necesaria la participación de otros dirigentes justicialistas y funcionarios municipales en Las Playas y Los Olmos. En el barrio San Martín calmaron el clima dirigentes de la Unión Cívica Radical. Pero el modelo político imperante había dejado macerar las necesidades, no alcanzaba con promesas, el pueblo pedía que se idearan opciones fuera de la caja del neoliberalismo.

*Docente. Periodista. Secretario General de la Unión de Trabajadores de Estados Municipales (UTEM-CTA). Delegado Normalizador de la CTA Autónoma Regional Villa María

Fuente: www.eldiariocba.com.ar