El FMI está contento, el Gobierno también y los jubilados tampoco

Por Eugenio Semino*
La semana pasada hemos visto el anuncio del acuerdo con el FMI realizado por el actual gobierno. En un mensaje emitido de manera doble, primero el anuncio realizado por el Presidente de la Nación y después la explicación técnica llevada a cabo por el Ministro de Economía, se expusieron una serie de cuestiones sobre el pasado, el presente y el futuro de la economía argentina.
Entre esas cuestiones estuvo el tema de las jubilaciones. Lo mencionó el Presidente y lo retomó el Ministro de Economía. El 2020, según el mandatario, fue el año en que se recuperaron los derechos de los jubilados. El ministro, a su vez, aseguró que el acuerdo logrado con el FMI garantizaba que se mantendrían los derechos de los jubilados.
Ahora bien, tal como fue demostrado en diversos artículos de la prensa, y tal como puede constatar cualquier ser humano que maneje las cuatro operaciones básicas de la matemática, en el 2020 los jubilados y jubiladas cobraron menos de lo que les correspondía con la fórmula que había establecido el gobierno anterior, y que fue reemplazada por una serie de aumentos por decreto dictados en razón de la emergencia económica.
Y lo cierto es que la situación no solamente no se revirtió al año siguiente sino que se agravó al punto tal de que la última Canasta Básica del Jubilado triplicó el monto de una jubilación mínima. En semejante contexto la afirmación de que se mantendrán los derechos de los jubilados parece un delirio.
¿Cuáles son los derechos que se van a mantener? ¿Cuáles son los que se recuperaron?
Tradicionalmente los políticos mentían hacia adelante, prometiendo un futuro que nunca se concretaba. Pero mentir hacia atrás, aseverando que no ocurrió lo que ocurrió, lo que fácilmente puede constatarse que ocurrió, o mentir en tiempo presente, pretendiendo que la situación actual es positiva cuando es objetivamente miserable, representa un paso más en la enajenación de la clase política con respecto a la realidad social.
Por otra parte, y esto es algo que también la mayor parte de la sociedad percibe sin problemas a pesar de lo que diga cualquier funcionario, el ajuste sobre las jubilaciones no se anuncia, se realiza de hecho. En un país con más de 50% de inflación anual, en el cual todos los números tienen que modificarse de manera permanente para no quedar por debajo, o demasiado por debajo, de la línea de flotación, no es necesario disponer ninguna medida concreta de ajuste. Alcanza con ir definiendo aumentos que queden por debajo de la inflación y el ajuste se realiza solo, de manera gradual a lo largo del año.
Ante semejante contexto el mensaje para los jubilados debería ser el de la vieja promesa hacia futuro, reconociendo por lo menos que la situación actual es insostenible. Si esto no se admite no hay ninguna posibilidad de entablar un diálogo coherente con la comunidad.
Si los más altos funcionarios del gobierno se expresan de ese modo, ¿qué respuesta puede esperar un jubilado del resto de los niveles de la administración pública? ¿Qué confianza se puede tener en las instituciones? Por ejemplo, ¿qué se puede esperar del sistema de prestaciones del Pami, que tiene que responder por la salud de millones de personas y cuya creciente ineficiencia está llegando a niveles antes insospechados? Aplicando la lógica de sus superiores, las autoridades del Pami pueden considerar que su desempeño a lo largo de los últimos años ha sido inmejorable.
Pero volviendo al tema económico, si algo de lo que está siendo planteado en este artículo es incorrecto, invito respetuosamente al señor ministro de Economía a debatirlo públicamente, en el momento, lugar y condiciones que considere adecuadas.
Negar la crisis no es una estrategia para resolverla, es una forma de profundizarla. Si las condiciones actuales no se pueden revertir, que por lo menos nos den una explicación honesta de lo que está ocurriendo.
*Defensor de la Tercera Edad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Presidente de la Sociedad Iberoamericana de Gerontología y Geriatría