En 2023 el riocuartense Norberto Severini (72) fue condenado por adulterar herbicidas, fungicidas e insecticidas en un galpón del sur de la ciudad, sin las mínimas medidas de seguridad. Llamativamente, desde el inicio de la investigación en 2018, una parte de ese cargamento peligroso quedó almacenado en el predio que se ocupa de tratar las aguas cloacales y desecharlas al río. Siete años después, un perito judicial está analizando la peligrosidad de los productos y el posible daño en el suelo con la idea de trasladarlos a un centro de tratamiento de residuos peligrosos.
Por Alejandro Fara*
La amenaza no se ve, está en el aire. Uno de los primeros en advertirla fue el dueño de la ferretería de la esquina de Manuel Pizarro y Pasaje Goethe. “Era un olor penetrante, nauseabundo y causaba irritación en los ojos y en las vías respiratorias”, recordó. Se lo comentó a los vecinos de esa manzana de barrio Fénix y le dijeron que hacía tiempo que ellos venían sufriendo los mismos efectos. Uno de los lugareños, de apellido Quiroga, confió que a causa del aire que se respiraba en el ambiente, se agravaron sus problemas respiratorios.

Era 2018 y así, de boca en boca, se encendió la alarma que dejó al descubierto lo que sucedía desde comienzos de ese año en el galpón con techo de chapas de zinc ubicado en el Pasaje Goethe 3131. El inquilino, Norberto Osvaldo Severini (72) acopiaba y manipulaba en ese galpón herbicidas, insecticidas y fungicidas altamente peligrosos para la salud, sin ningún tipo de protección y en zona no autorizada, pues si bien en ese pasaje sólo hay depósitos y terrenos baldíos, en los alrededores viven numerosas familias y funciona una iglesia evangelista.
La temeraria faena se prolongó durante 8 meses, hasta fines de agosto de 2018, cuando el comerciante inescrupuloso fue sorprendido con las manos en la masa. “Cuando llegué al galpón, Norberto Severini estaba vertiendo con una manguera el líquido de un camión cisterna en un bidón. En el lugar había muchísimos bidones vacíos. Fraccionaba y mezclaba los productos, y luego los vendía a unos 300 dólares cada bidón”, contó en tribunales, uno de los testigos.
De golpe, Severini pasó de la clandestinidad a quedar en la mira de la Justicia Provincial y del Juzgado Federal. Y, a los pocos días, agentes del Edecom y de la Policía de la Provincia trasladaban un importante cargamento de residuos tóxicos, desde el galpón del barrio Fénix a la Planta depuradora de aguas cloacales emplazada a la altura del kilómetro 601 de ruta 8, entrando por el camino a San Ambrosio, a 200 metros del paraje La Gilda.
La fecha del traslado quedó asentada en el libro de entradas de ese predio que, en su folio número 189 describe: “el día de ayer martes 11 de septiembre de 2018 vino personal del Edecom y de la Policía de la Provincia y dejó en el establecimiento agroquímicos confiscados, que fueron contados y acomodados”.

Desde entonces, los bidones con material tóxico siguen apilados en una sencilla caseta de la planta depuradora, a 150 metros del cauce del río Cuarto. ¿Qué es lo que contienen esos bidones y cuál es su peligrosidad? Según las muestras que tomó en el lugar el Centro de Excelencia en Productos y Procesos Córdoba (CEPROCOR) las sustancias químicas halladas fueron el insecticida clorpirifós, producto peligroso que resulta tóxico si se lo inhala o en contacto con la piel; metolacloro, un herbicida de la familia de las cloroacetamidas peligroso (Clase III) y de toxicidad aguda; Cipermetrina y Lambda cyalotrina (insecticidas piretroides); Clorpirifós y Profenofós (insecticidas organofosforados); Fipronil (insecticida de la familia de los fenilpirazoles), que resultan nocivos para la salud en caso de ingesta, inhalación o contacto con la piel; y bifentrin-, que puede resultar mortal por ingestión, en contacto con la piel y si se inhala; pudiendo provocar cáncer y daño en el sistema nervioso tras exposiciones prolongadas.
La investigación de Otro Punto reveló que el 9 de mayo de este año, es decir, siete años después de que se descubriera el galpón con sustancias peligrosas, llegó a la ciudad el perito ambiental Cristian Rancic con la misión de relevar el material tóxico y determinar de qué manera se lo podrá trasladar a un centro que esté en condiciones de almacenar este tipo de residuos.
El ingeniero José Durigutti, uno de los tres integrantes de la Oficina de Producción de Emos, acompañó al perito durante la inspección a la Planta depuradora y confió a este medio que el especialista hizo una advertencia por una posible contaminación al suelo. “Explicó que lo que podría pasar allí es que haya una contaminación hacia la napa de agua no potable que se encuentra en la zona de la planta”. Eso, remarcó Durigutti en modo alguno significa un riesgo para el agua que consumen los riocuartenses. “Tiene que quedar claro que esta planta es la que recibe toda la cloaca de la ciudad y su función es desactivar los elementos contaminantes que puedan tener esas aguas servidas para volcarlas al río sin riesgo alguno para la flora o los peces. El centro de captación de agua queda a kilómetros de allí, en la zona de Tres Acequias y la calidad del agua que de allí se extrae se monitorea todas las semanas”, aclaró.

Cómo se reactivó el caso
Severini pasó por la Justicia sin demasiados sobresaltos. En el Juzgado Federal lo acusaron del delito de falsificación o imitación fraudulenta a una marca registrada y el 7 de febrero de 2023 le dieron la probation, es decir que, a cambio de trabajos comunitarios, logró zafar de ir a juicio.
En los tribunales provinciales reconoció que “además de manipular las sustancias peligrosas, las retiraba del envase original y, luego de adulterarlas, las colocaba en cisternas contaminando de un modo peligroso para la salud, tanto el suelo del lugar como el ambiente en general”. Así, consiguió que en un juicio abreviado le dieran una condena de 3 años de cárcel pero en suspenso y le aplicaron una multa que difícilmente lo deje en bancarrota: lo obligaron a pagar un monto total de apenas 100 mil pesos, a desembolsar en 90 cuotas iguales.
La Sentencia número 138 de la Cámara Primera del Crimen, a la que accedió Otro Punto, fue dictada por la jueza Natacha Irina García, que en la actualidad está de licencia con goce de sueldo a la espera de que la Oficina de Sumario Administrativo del Tribunal Superior determine si le abre o no un jury de enjuiciamiento.
En ese fallo, la magistrada le pide al Secretario de medio ambiente de la provincia de Córdoba que en el término de quince días, presente un plan para determinar el destino final que tendrán los residuos peligrosos que quedaron en la planta depuradora de Emos y en el galpón del Pasaje Goethe 3131.

Pero ni la disposición final de esos residuos, ni la remediación del suelo se cumplió hasta ahora. Así lo advirtieron en la Cámara Primera del Crimen de Río Cuarto los otros dos vocales, Daniel Vaudagna y Nicolás Rins, cuando se dispusieron a reactivar las causas que la jueza García les dejó como una incómoda herencia.
El 11 de abril de este año, la Cámara puso en conocimiento de esta irregularidad a la Administración del Poder Judicial para que se encargue de la disposición final de los residuos peligrosos decomisados en la causa Severini. Según informó a este medio el área de prensa del Tribunal Superior de Justicia, la Secretaría Penal del TSJ y la Administración General del Poder Judicial designaron por sorteo el perito y lo enviaron a Río Cuarto para que haga el relevamiento e inventario de los químicos decomisados.
Tal como se dijo, el perito ya recorrió las dos “zonas rojas” el viernes 9 de mayo y ahora deberá encargarse de contactar un servicio de operación y transporte de residuos peligrosos.
Dos días después de la visita del perito, este periodista recorrió las manzanas del barrio Fénix más próximas al galpón contaminante y se topó con una respuesta inesperada de los vecinos. Ninguno de ellos conocía qué es lo que almacena el galpón que hoy tiene atravesadas varias fajas con la leyenda “CLAUSURADO”. Solo una pareja de sexagenarios que viven a la vuelta del tinglado, dijo recordar vagamente que años atrás, los habían citado de tribunales para hablar de algo relacionado con agrotóxicos. “Fui, pero al final no me tomaron declaración. Ya ni me acuerdo por qué”, dijo la mujer y, con una leve caricia al lomo de su perro labrador, volvieron a la calma de un domingo sin novedades.
*Director periodístico
Fuente: www.otropunto.ar