Horacio Mujica: Un dirigente ejemplar

El 11 de abril de 2001 murió el dirigente político y sindical Horacio Pedro Mujica. Nacido el 30 de julio de 1935, comenzó a trabajar a los 12 años como cadete en una farmacia de Lanús Oeste, provincia de Buenos Aires. Diez años más tarde ya es delegado gremial. Militante del peronismo sindical combativo. Hombre de la Resistencia Peronista. Representante del sindicato farmacéutico en el Congreso de Huerta Grande, Córdoba.
Luchó contra todas las dictaduras militares que se entronizaron en nuestro país luego del golpe de 1955. Secretario General del gremio de Farmacia, como el sueldo asignado para tal función, no le alcanzaba para vivir, se consiguió un trabajo por la mañana; es decir no desvió un solo peso del gremio en provecho propio. Con el tiempo se convirtió en un compañero de extrema confianza para Jorge Di Pascuale en dicho sindicato. Y también su labor fue muy significativa en la experiencia única que fue la CGT de los Argentinos (CGTA) durante la dictadura militar de Onganía.
La represión mató a un hermano suyo (José María) el 30 de septiembre de 1976, cuando fueron a buscarlo a él al sindicato y no lo encontraron. Luego de un exilio interno, a partir de 1979 retoma su puesto de lucha contra la dictadura militar, desde la CGT sita en la calle Brasil y lanza junto a su conducción, el histórico Paro Nacional del 27 de abril de 1979. Con la vuelta de la democracia fue uno de los fundadores del Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA); siendo, además, su última aparición política, en el Polo Social del Padre Luis Farinello. Falleció el 11 de abril de 2001 producto de un cáncer.
Una compañera, Isabel Zarza, lo recuerda de éste modo: “Hombre siempre fiel a los nobles principios que dieron sentido en su obrar a favor de los trabajadores, de los humildes, de los necesitados y postergados, y de los que amamos esta querida Patria Argentina. Militante íntegro, dirigente ejemplar, amigo sincero, su temple y su lucha son guía y a su vez vocación y desafío para quienes aspiramos a integrar una Nación en la que la dignidad de sus hijos, la trascendencia de la persona humana y la justicia integran su propio ser inalienable. Escribo esto en prueba de reconocimiento y sentido homenaje”.
Fuente: Roberto Baschetti