El “Operativo Cóndor” en las Islas Malvinas: Un ejercicio de Soberanía

El 28 de septiembre de 1966, un comando integrado por 18 jóvenes obreros y estudiantes peronistas, tomó el control de un avión Dougals DC-4 de Aerolíneas Argentinas, que había partido desde Buenos Aires a las 00:34 con destino a Río Gallegos, y lo desvió a las Islas Malvinas. Durante 36 horas siete banderas argentinas flamearon en el archipiélago ocupado por el Reino Unido. “Yo vi flamear la bandera argentina en Malvinas”. Así tituló Héctor Ricardo García su crónica sobre un hito en la historia: Fue el único periodista presente en el Operativo Cóndor, en 1966, una de las acciones más audaces de de la Resistencia Peronista.

Bajo el mando del militante peronista Dardo Cabo, un por entonces joven y obrero metalúrgico de 25 años, el comando peronista llevó a cabo el primer secuestro aéreo de la historia. El objetivo: Plantar la bandera argentina en nuestras Islas Malvinas, ocupadas militarmente -como ahora- por el Reino Unido. Aquella acción política-armada, asestó además un duro golpe simbólico a la dictadura que encabezaba Juan Carlos Onganía. La edad promedio de los 18 integrantes del comando era de 22 años.

Luego de meses de preparación, el comando obrero-peronista, subió a bordo del avioón Douglas DC-4 LV-AGG de Aerolíneas Argentinas, que partía desde Buenos Aires con rumbo a Río Gallegos. A las seis de la mañana, cuando el avión con 35 pasajeros a bordo sobrevolaba el Puerto de Santa Cruz, el comando tomó el cotrol de la aeronave y la desvió a las Islas Malvinas. A las 08:42, aterrizaron en su capital, rebautizada como “Puerto Rivero”.

“Muchachos, aunque nos cueste la vida. Lo de menos es que nos lleven a Inglaterra. Lo más glorioso, es que caigamos en el intento”, había dicho Dardo Cabo a sus compañeros del comando que llevó a cabo el “Operativo Cóndor”, antes de abordar el avión de Aerolíneas Argentinas

Una vez arribados a las Islas Malvinas, inmediatamente los integrantes del comando obrero-peronista, rebautizaron la capital del archipiélago como “Puerto Rivero”, en homenaje al patriota Antonio Rivero, un gaucho entrerriano que a punta de facón, y con tan sólo cinco gauchos más, resistió la invasión británica a nuestras islas en 1833. Al igual que ahora, en esos años, la denominación imperial de la capital malvinera es Puerto Stanley.

La toma de las Islas Malvinas por el comando obrero-peronista, generó una gran sorpresa y conmoción, tanto en la población kelper del archipiélago como en nuestro país.

La gesta patriótica duró 36 horas, hasta pasado el mediodía del 29 de septiembre de 1966. El comunicado emitido por el comando decía: “Operación Cóndor cumplida. Pasajeros, tripulantes y equipos sin novedad. Posición Puerto Rivero (Islas Malvinas), autoridades inglesas nos consideran detenidos. Jefe de Policía e Infantería tomados como rehenes por nosotros hasta tanto gobernador anule detención y reconozca que estamos en territorio argentino”.

El comando peronista estaba integrado por: Dardo Cabo, obrero metalúrgico y periodista (25); María Cristina Verrier, dramaturga y periodista (27); Fernando Aguirre, empleado (20); Ricardo Ahe, empleado (20); Pedro Bernardini, obrero metalúrgico (28); Juan Bovo, obrero metalúrgico (21); Luis Caprara, estudiante de Ingeniería (20); Andrés Castillo, empleado de la Caja de Ahorro (23); Víctor Chazarreta, obrero metalúrgico (31); Alejandro Giovenco Romero, obrero metalúrdico (21); Norberto Karasiewicz, obrero metalúrgico (20); Fernando Lisardo, empleado (21); Edelmiro Jesús Ramón Navarro, empleado (27); Aldo Ramírez, estudiante (18); Juan Carlos Rodríguez, empleado (31); Edgardo Salcedo, estudiante (24); Ramón Sánchez, obrero metalúrgico (20); Pedro Tursi, empleado (29).

Gesta para reafirmar nuestra Soberanía en Malvinas

Cuando el DC-4 logró aterrizar, los muchachos descendieron y desplegaron siete banderas argentinas. El Operativo Cóndor tenía previsto tomar la residencia del gobernador británico y ocupar el arsenal de la isla, mientras se divulgaba una proclama radial que debería ser escuchada en Argentina. El objetivo no se pudo cumplir porque el avión, de 35 mil kilos, se enterró en la pista de carreras y quedó muy alejado de la casa de sir Cosmo Haskard. La nave, además, fue rodeada por varias camionetas y más de cien isleños, entre soldados, milicianos de la Fuerza de Defensa y nativos armados.

Bajo la persistente lluvia y encandilados por potentes reflectores, los comandos bautizaron el lugar como Aeropuerto Antonio Rivero. El sacerdote católico de la isla, Rodolfo Roel, intermedió para que los restantes pasajeros -entre los que se encontraba Héctor Ricardo García, director del diario Crónica y de la revista Así- se alojaran en casas de kelpers, mientras los cóndores permanecían en el avión. Al anochecer, Dardo Cabo le solicitó al padre Roel que celebrara una misa en la nave y después los 18 jóvenes cantaron el Himno Nacional. Al día siguiente, luego de formarse frente a un mástil con una bandera argentina y entonar nuevamente el himno, el grupo entregó las armas al comandante aviador Fernández García, única autoridad que reconocieron. Los muchachos fueron detenidos bajo una fuerte custodia inglesa durante 48 horas en la parroquia católica.

El sábado a mediodía, el buque argentino Bahía Buen Suceso embarcó a los 18 comandos, la tripulación del avión y los pasajeros rumbo al sur argentino, adonde llegaron el lunes de madrugada. Los jóvenes peronistas fueron detenidos en las jefaturas de la Policía Federal de Ushuaia y Río Grande, en el territorio nacional de Tierra del Fuego. Interrogados por un juez, se limitaron a responder: -Fui a Malvinas a reafirmar nuestra soberanía. Quince de ellos fueron dejados en libertad luego de nueve meses de prisión. Dardo Cabo, Alejandro Giovenco y Juan Carlos Rodríguez permanecieron tres años en prisión debido a sus antecedentes político-policiales como militantes de la Juventud Peronista.

La casi aristocrática María Cristina Verrier, hija de un juez, y el medio plebeyo Dardo Cabo, hijo de un legendario dirigente gremial, se casaron en la cárcel. El resultado de esa unión en cautiverio fue una niña llamada María.

El 22 de noviembre de 1966, los integrantes del comando fueron enjuiciados en Bahía Blanca. Como el secuestro de aviones aún no estaba penalizado en Argentina, los cargos de la fiscalía fueron privación de la libertad, tenencia de armas de guerra, delitos que comprometen la paz y la dignidad de la Nación, asociación ilícita, intimidación pública, robo calificado en despoblado y piratería. Así trató la dictadura militar del general Onganía al grupo de jóvenes patriotas, a quienes definió como facciosos. La historia oficial echó un manto de silencio sobre esta gesta.