Alberto Belloni: El obrero ilustrado

Alberto Belloni nació en Pérez (provincia de Santa Fe) el 22 de marzo de 1931, en un hogar de inmigrantes campesinos semianalfabetos. De niño pasó a Puerto San Martín, donde, al terminar el ciclo primario ingresa en una de las Escuelas de Aprendizaje creadas por el Presidente Castillo, egresando en 1948 con el título de “obrero instruido” y dos años después especializado en mecánica de grandes motores Diesel. Con ese oficio se traslada a Rosario y comienza a trabajar en los astilleros del puerto, ya afiliado a la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE).

Su pasión por la lectura se manifiesta muy pronto y ese interés lo lleva a fundar una pequeña biblioteca pública en Puerto San Martín, denominada “Domingo Cullen”. En Rosario vive en una modesta pensión y destina la mayor parte de sus ingresos a adquirir más y más libros, apasionado ya entonces por la historia argentina y americana. En 1952, en su afán por instruirse políticamente, se conecta con intelectuales  como Enrique Rivera, Carlos Etkin, Jorge Abelardo Ramos y Jorge Enea Spilimbergo y en 1953 integra junto a ellos el Partido Socialista de la Revolución Nacional. Se trataba de un intento de crear un partido de izquierda nacional que luchara junto al peronismo pero que marchara separado.

Cuando se produce la contrarrevolución militar de 1955, Belloni se suma a la resistencia que se desarrolla en las filas obreras. El Partido Socialista de la Revolución Nacional edita el periódico Lucha Obrera y él lo distribuye profusamente en Rosario.

Entre 1957 y 1958, discutiendo los borradores con Ramos y Spilimbergo, escribe “Del Anarquismo al Peronismo” que se editaría en 1960 en la mítica colección “La Siringa” del editor Arturo Peña Lillo. Ese texto fue en su momento la primera versión de la historia del movimiento obrero desde la perspectiva de la izquierda nacional y fue reeditado en varias oportunidades y reproducido total o parcialmente en fotocopias cientos de veces, siendo actualmente texto obligatorio en varias universidades argentinas.

Ya desde 1956 es Secretario General de la Comisión Interna de delegados y en 1957 es nombrado miembro de la Comisión Directiva de las “62 Organizaciones Sindicales” constituida en Rosario, participando en reuniones de esa confederación sindical a nivel nacional. Entre 1959 y 1961 forma parte del Secretariado Nacional de ATE, desde 1958 hasta 1960 es representante de ATE en el Comité Central Confederal de la Confederación General del Trabajo (CGT) y entre 1961 y 1963 es miembro de la Comisión Directiva de ATE de la Provincia de Santa Fe.

A principios de 1962 publica en la colección “Coyoacán”, editorial impulsada por Ramos, “Peronismo y Socialismo Nacional” donde explicita más rigurosamente las tesis de la izquierda nacional anticipando un término que varios años después usaría Perón.

Sin embargo sus diferencias con Ramos se profundizan y no participa entonces de la creación del Partido Socialista de la Izquierda Nacional que nacería a la vida política pocos meses más tarde.

Concluye sus mandatos como dirigente sindical y con una actitud pocas veces vista en la historia del movimiento obrero retorna a su puesto de trabajo en los astilleros, sin cesar en su tarea de organizador de agrupaciones sindicales para enfrentar a la creciente burocratización que se produce en la dirección del movimiento sindical. Pero su presencia ya es molesta en Rosario para la burocracia sindical y amenazado de muerte se traslada a Buenos Aires donde dicta clases de historia argentina y latinoamericana en el Instituto Bachiller que prepara alumnos para el ingreso a la Universidad.

Participa entonces en la fundación de la revista “Programa para los Estados Unidos Socialistas de América Latina”, junto a Ricardo Carpani, Rubén Bortnik y Mauricio Prelooker, de la que se editarían dos números, en julio de 1964 y marzo de 1965, bajo su dirección. En el primero de ellos publica un artículo titulado “Sobre la Cuestión Nacional”.

También, en 1964, junto a Carpani y Bortnik y con la participación de Juan José Hernández Arregui, Rodolfo Ortega Peña, Eduardo Luis Duhalde y otros compañeros crean la agrupación “Cóndor” (Centros de Orientación Nacional de Organización Revolucionaria) en cuyo manifiesto inicial declaran reconocer el papel hegemónico de la clase obrera argentina en la guerra patriótica contra el imperialismo adoptando la metodología del marxismo como “guía de acción política de las masas”. Pero el agrupamiento se disuelve poco después sin alcanzar la repercusión popular que sus propulsores esperaban.

Belloni no volvería a formar parte de agrupamientos políticos pero seguiría incansable su tarea de propagandista y publicista, dando charlas y escribiendo artículos en distintas revistas. Colabora además con investigadores tanto argentinos como extranjeros brindándoles su apoyo bibliográfico y de documentación.

Pese a no contar con título universitario entre los años 1973 y 1974 es designado profesor de Historia Económica y Social en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata.

Paulatinamente va tornándose crítico de la orientación que toma el peronismo y su conducción acercándose entonces a las posturas del Partido Revolucionario de los Trabajadores, vinculándose a antiguos compañeros con una militancia de superficie, pero sin incorporarse al partido, ya que no comparte la visión militarista ni tampoco sus posturas rígidamente antiperonistas. Aún así colabora con una serie de artículos titulados “Pasado y presente del peronismo” en la revista “Liberación” que edita ese grupo político, firmando con su verdadero nombre lo que provoca ser incluido en las listas de la Triple A.

El 1º de julio de 1975 un grupo armado irrumpe violentamente en su domicilio en San Juan y Boedo y Alberto junto a su compañera Estela Weissberg, salvan milagrosamente sus vidas porque estaban ausentes.

Comienza entonces un período de clandestinidad y sus secuelas: El dormir alternativamente en distintas casas, la imposibilidad de volver a su domicilio, de juntarse con sus libros que eran parte de su vida y por último la necesidad del forzado y desgarrador exilio.

En París, soportando bastantes penurias económicas y de aislamiento, Alberto y su compañera participan denodadamente en las luchas por hacer conocer la represión abatida por la dictadura militar sobre los sectores populares de la Argentina, integrando el Comité de Solidaridad y presentando a la Organización Internacional del Trabajo una lista de trabajadores argentinos desaparecidos que elaboró personalmente.

En octubre de 1980 participa del II Seminario Internacional sobre Historia del Movimiento Obrero Latinoamericano, realizado en Caracas, Venezuela, presentando una ponencia sobre “La Argentina de los años 1943-1946”.

Finalmente, restaurada la democracia, en 1985 pueden volver a visitar Argentina, pero ya ellos se habían convertido en extraños. No había lugar para sus ideas ni para sus personas. La Argentina los había expulsado.

Luego sobrevendría su enfermedad, agravada quizás por la distancia y el aislamiento y finalmente su fallecimiento en un hospital de París, el 21 de agosto de 2005.

Más que un intelectual, un militante humanista y libertario que, hasta el fin de sus días, reivindicaría su condición de obrero ilustrado.

(C. Berman Los Malditos, vol.III, pág. 56, Ed. Madres de Plaza de Mayo)

Fuente: www.pensamientodiscepoleano.com.ar