La lucha pasa por los lugares de trabajo

La situación para la clase obrera es muy grave, muy preocupante, porque Macri y los empresarios con sus proyectos de Reforma Laboral, Previsional y Económica, han declarado la guerra de clases, así de cruda, clara y trasparente es la realidad laboral.

Por Leónidas “Noni” Ceruti*

Y los trabajadores le van a dar pelea, porque tienen historia de luchar. Porque cargan en sus mochilas grandes huelgas, movilizaciones, planes de lucha, y generaciones que dieron la pelea con los empresarios, los gobiernos y sus planes anti obreros.

La pregunta es ¿dónde dar la pelea?

La batalla principal se debe dar en los lugares de trabajo, sin descartar otras formas de luchar, como las movilizaciones, los actos, las denuncias, etc.

Lo que quieren los capitalistas es más producción, mas disciplina, más sometimiento, menos derechos, y quieren menos respuestas de la clase obrera, para que sus ganancias sean mayores y todo eso se llama: más explotación.

Además Macri y Cía., cuentan para implementar su proyecto con un sector del sindicalismo, los burócratas, que siempre han traicionado a la clase obrera, y desde hace años se suman para congelar los salarios y aceptar las pautas salariales que les imponen. Son los que siempre negocian a espaldas de los asalariados.

Hoy la lucha debe pasar por estar movilizados en los lugares de trabajo: las escuelas, las oficinas, los hospitales, las fábricas, los comercios, etc.

Y para hacerlo, los trabajadores cuentan con dos armas poderosas: las Asambleas dentro y fuera de esos espacios, donde los que deliberan, deciden y ejecutan son los asalariados y los Cuerpos de Delegados en acción, que junto a los militantes gremiales, deberán enfrentar al capital y sus servidores, pero también convencer a muchos/as compañeros/as que no ven esta ofensiva patronal.

La pelea debe ser cuerpo a cuerpo en defensa de los derechos laborales y de ir por más, mejores salarios y mejores condiciones de trabajo.

Y el esfuerzo debe ser mayor, se debe redoblar la militancia, para ponerle freno a estos vampiros que quieren quedarse con la sangre de los trabajadores, de sus fuerzas, y con la felicidad de sus familias.

La dictadura del capital

La lucha principal debe ser en los lugares de trabajo, porque es el espacio sagrado para los patrones, donde ellos deciden lo que se debe hacer, y ahora quieren más Producción, Más Disciplina, Más Ganancias y Ningún Reclamo.

La dirección del proceso productivo, es ejercida por la patronal, que asume en el capitalismo una forma despótica. Por eso el capital se opuso y se opone a cualquier modificación de la organización del trabajo en ese espacio.

Lo que Macri y Cía., quieren es que las masas de asalariados concentrados en los lugares de trabajo, sean sometidos a una organización y disciplina militar.

Los obreros, soldados rasos de la industria, trabajan bajo el mando de toda una jerarquía de sargentos, oficiales y jefes. No son sólo esclavos de la burguesía y del estado burgués, sino que están todos los días y a todas horas, bajo el yugo esclavizador de la máquina, del capataz, y sobre todo, del industrial dueño de la fábrica. Y este despotismo es tanto más mezquino, más odioso, más indignante, cuanta mayor es la franqueza, con que proclama que no tiene otro fin que el lucro.

En la producción no hay libertad, no existe debate, distintas posiciones, pluralismo, crecimiento de las personas. Reina la autoridad. Al interior de la fábrica hay absolutismo, sumisión, control, exigencias.

En ninguna parte se ve tan patente la esclavitud impuesta por la burguesía al proletariado como en la fábrica. Dentro de la fábrica, la libertad está, de hecho y por ley, en la agonía. De puertas adentro de su fábrica, el patrono es un legislador absoluto.

El rol de los delegados

“Por esa razón, los delegados y los cuerpos de delegados, es algo que al sistema capitalista le es muy difícil de digerir, porque pone en cuestión el mando del capital en la esfera de la producción, precisamente en el ámbito donde la patronal tendría que poder desplegar todo su poder autocrático, allí donde su voluntad tendría que acatarse sin ningún tipo de cuestionamientos ni restricciones. En ese lugar, donde es el reino de la patronal, se levanta una institución que le cuestiona su poder absoluto.

Dentro de las unidades de producción, donde no existe democracia alguna, los trabajadores lograron construir una organización que pretende implantar mecanismos democráticos de decisión, que plantea reparos a la dirección unilateral del proceso productivo. Los cuerpos de delegados y comisiones internas ponen en evidencia la contradicción entre apropiación privada y trabajo social”.

La dominación se encuentra en la producción, es dictadura del capital en la fábrica, que es el símbolo de la dictadura de la burguesía en la sociedad.

Para los patrones, no existe democracia dentro de los perímetros de la fábrica. Por eso los representantes de los trabajadores, ponen en cuestión uno de los pilares sobre las que se funda la organización social capitalista.

Durante todas las ofensivas del capital sobre el trabajo, los patrones trataron de retomar el control total de los lugares de trabajo, que en parte lo habían perdido a partir de la difusión de las comisiones internas, cuerpos de delegados, que cuestionaban algunas de las prerrogativas o de las facultades de la patronal al interior de las fábricas.

El objetivo central de Macri es liquidar las conquistas obreras y retomar el control completo de las empresas.

Para conseguir esos objetivos es indispensable golpear sobre quienes garantizan las conquistas obreras, es decir, tienen que arremeter contra las organizaciones obreras, los sindicatos y especialmente sobre las comisiones internas y cuerpos de delegados.

Hace falta debilitar las fuerzas del trabajo para poder avanzar y liquidar las conquistas obreras. Por eso los objetivos de la clase dominante no radican sólo en bajar los salarios y en empeorar las condiciones de trabajo.

En consonancia con estos objetivos, es imprescindible quebrar la memoria histórica, romper con las viejas tradiciones del movimiento obrero: las huelgas, las asambleas, las movilizaciones, los piquetes obreros, las tomas de fábrica.

Y el rol de los delegados, que están en el corazón de la sociedad capitalista, en el lugar de la producción, será fundamental.

Es en ese lugar es donde nacieron, donde son elegidos y cumplen sus funciones. Están en la primera trinchera de la lucha de clases: donde capital-trabajo, patrón y obrero, explotador y explotado, se ven las caras todos los días.

Pero ese escenario tiene una larga historia, desde el momento mismo que los trabajadores comenzaron a confrontar con sus explotadores.

Primeramente, fue la lucha por el derecho a la organización sindical, que signó toda una etapa de la historia de la clase obrera, en la cual se dispuso a discutir con la burguesía el valor de cambio de su mercancía, en tanto vendedor de su fuerza de trabajo.

Los asalariados, se organizaron en los gremios para resistir, bajo una forma que se distingue porque los trabajadores resisten para que dinero-mercancía se pague por más dinero. Por supuesto que la mercancía es fuerza de trabajo.

Pero, para entender mejor esto, ¿cómo resiste la clase obrera? Resiste igual que el tendero, porque regatea con su mercancía: como libre vendedor de su fuerza de trabajo, lleva a la venta su mercancía y exige más dinero por la misma. En el caso que se lo nieguen no vende y hace huelga.

En ese largo camino de resistencia los libres vendedores de fuerza de trabajo fueron necesitando de una organización externa a las fábricas. Y así surgieron los sindicatos.

¿Quién organiza a los trabajadores dentro de los lugares de trabajo?: los empresarios.

Estar dentro o fuera de las fábricas no consiste simplemente en un hecho geográfico, porque fuera están los libres vendedores de fuerza de trabajo y dentro están los obreros desposeídos de su fuerza de trabajo.

Dentro de las fábricas la fuerza de trabajo es posesión del capital y el salario se ha convertido en capital variable. El vendedor de fuerza de trabajo está siendo desplazado por el desposeído. El libre ciudadano, en el plano del intercambio está siendo reemplazado por el esclavo asalariado en el plano de la producción.

La organización sindical, organización de los libres vendedores de fuerza de trabajo, no se proponía (por lo menos en su surgimiento) más que el papel de resistencia a la explotación capitalista, ya fuere en lo concerniente a las condiciones de trabajo como al plano salarial.

Con los años, al interior de las fábricas, en el corazón de la producción, los trabajadores parieron a los Delegados y Cuerpos de Delegados.

Lo hicieron para mejorar las condiciones del trabajo y conquistar otras reivindicaciones como: condiciones laborales, medidas de seguridad, ritmos de producción, ropa de trabajo, intervalos para comer, etc.

Fueron y son un escudo para contener los intentos permanentes de los patrones de mantener o recuperar sus prerrogativas y aumentar la explotación,
El delegado, es elegido porque es conocido directamente por quienes lo eligen. Su designación representa así la voluntad colectiva de los trabajadores en el lugar de trabajo.

No es nombrado por ninguna organización externa a los trabajadores, sino que es exclusivamente la expresión de la voluntad de los compañeros. Son los más representativos, porque en su elección participaban todos. La elección de los delegados, se fue extendiendo de una fábrica a otra fábrica.

Los cuerpos de delegados, son la representación del conjunto de los obreros de una fábrica ante la patronal, como lo es cada delegado ante los compañeros de su sección.

Por eso, son organismos que surgen desde abajo, incorporando a todos los trabajadores, agrupados o no en los sindicatos. Expresan la capacidad de auto organización de la clase obrera, en cuanto no se sujetan a reglamentos anteriores, del estado, de la empresa o del mismo sindicato. Se basan en un funcionamiento permanente de asamblea, se constituyen por el sistema de delegados directos. Establecen normas de vida democrática en la fábrica.

Los períodos de mayor funcionamiento democrático, coincidentes naturalmente con aquellos de mayor actividad de la clase obrera, donde son habituales las reuniones por sección y asambleas de fábrica.

De esa manera, los obreros conquistaron un órgano de defensa permanente de sus derechos, al cual puede acudir y sobre el cual ejercer presión directa, durante el trabajo cotidiano.

El cuerpo de delegados y los delegados están en la primera línea de la lucha de clases: el interior de las fábricas. Como organización hunden sus raíces en el lugar de trabajo, en el proceso productivo, y es una especie de parlamento interno.
Antes de que surgieran, en las fábricas, imperaba una dictadura abierta del patrón, fueron ellos los que vinieron a poner límites a ese poder.

Sus formas de protestas fueron desde el trabajo a reglamento, de brazos caídos, quites de colaboración, paros, tomas de fábricas, y en algunos casos con control y gestión obrera de la producción.

Entendiéndose esta última forma como el manejo del proceso productivo, no solamente para poner en cuestión el despotismo del patrón sobre la producción, sino contraponer la organización obrera, la de los productores directos a los del capital. Hacer valer sus opciones técnicas, su forma de ver la organización del trabajo.

Es decir, desbordaron la lucha legal por la reglamentación estatal de las condiciones de trabajo, para asumir la lucha por el control obrero del uso de la fuerza de trabajo por el capital en el lugar mismo de la producción.

Fueron y son el germen de la lucha por terminar con la separación entre los organizadores intelectuales de la producción y los productores inmediatos. Es decir, por sustituir la división del trabajo en la fábrica y en la sociedad, por la organización del trabajo, por la decisión libre, colectiva y racional de los productores. Tienden a desbordar los límites de la fábrica y extenderse a la sociedad.

Los cuerpos de delegados, con su surgimiento cambiaron las relaciones de fuerzas en el interior de los lugares de producción favorable al trabajo y desfavorable al capital.

Son organismos de formación de los trabajadores.

El temor de la burocracia sindical hacia los delegados es perder el poder, el monopolio al interior de las fábricas, cuando se eligen delegados que no respondan verticalmente a sus órdenes.

Por ello la importancia de los delegados en la lucha a dar en todos los lugares de trabajo.

Marchemos, gritemos, protestemos… que cuando se escriba la historia de este tiempo que nos tocó vivir, se sepa que no estuvimos de acuerdo…” (Raúl González Tuñón).

*Historiador

Fuente: wwwlaizquierdadiario.com