
Militante del Nacionalismo Popular Revolucionario, Giuliani es autor de otros tres libros, todos publicados por CTA Ediciones: “Pensamiento propio. Lo nuevo estaba entre nosotros” (2009), “Lo que somos. Parte de la historia que construye el futuro” (2011) y “Qué rumbo hay que tomar. El valor de la autonomía” (2023).
El aporte de Manchado fue interesante en tanto y en cuanto bajó el cable a tierra para recordar al autor del texto y su familia desde lo cotidiano por haber vivido de cerca sus vicisitudes haciendo referencia a la vida en el macrocentro de la ciudad en los años 60, a la amistad de “los muchachos” -por los tres hermanos Giuliani- con Perchante y la seguridad que brindaba la calle en aquel tiempo donde imperaba el Estado de Bienestar.

Hizo referencia y nombró con precisión anécdotas con vecinos que vivían en proximidades del Buen Pastor, que era el sitio donde residían la familia Giuliani y la de los Manchado-Perchante. También realizó una fuerte reivindicación de las mujeres que bancaron la prisión de los tres hermanos -Celia Mancinelli, Aída Giuliani, ‘Mima’ Gatica, ‘Chela’ Santa Cruz, Suana Aguirre- y la manera que regaban solidaridad y sacrificios para ir a visitar a los tres hermanos a las cárceles de la dictadura; y a Julio Mancinelli, cuñado de “Pipón”. Se trató de un fresco pintoresco que ayudó a desacartonar al personaje y ponerlo en perspectiva de una juventud que, por entonces, vivía con un profundo compromiso en clave colectiva.
Por su parte, Vaca Narvaja, mencionó como conoció al protagonista de la presentación, y remarcó su lealtad en la lucha política y sindical y su rigor profesional. “Pipón era una rara avis del sindicalismo cordobés de ese tiempo: Los lunes a la noche viajaba a Córdoba para ponerse al frente del Cispren y los miércoles se tomaba el colectivo de vuelta para estar los jueves en la redacción del diario Puntal, donde completaba su semana laboral, que incluía los fines de semana. No había tregua ni descanso para poder cumplir su rol de periodista y sindicalista. A la consigna ‘somos lo que hacemos’ que acompaña el título de este libro ‘Pipón’ la honraba siguiendo la mejor tradición del sindicalismo combativo de Córdoba: predicar con el ejemplo, como hacían sus admirados Agustín Tosco y Atilio López”.

“Este libro discurre con el estilo periodístico característico de ‘Pipón’: El tono enérgico, la escritura clara, comprometida, sin concesiones; un entramado narrativo que cruza el anecdotario, el testimonio y la reflexión, donde cada capítulo condensa las enseñanzas de la experiencia: Las alegrías y sinsabores de la lucha, la alegría de la victoria, las consecuencias de la derrota, la claridad del camino emprendido, los tropiezos que obligan a levantarse y volver a andar. En definitiva -como escribió Eduardo Galeano-, el inalcanzable camino hacia la utopía (el que mejor nos enseña a caminar)”, finalizó.
El autor -uno de los fundadores del Círculo Sindical de la Prensa y la Comunicación de Córdoba (Cispren) en 1984 y del Foro de los Derechos Humanos y la Justicia Social de Río Cuarto un año antes- hizo un repaso de los acontecimientos que le tocó vivir en esos tiempos turbulentos, violentos, vertiginosos: “Soy sobreviviente de una generación masacrada que luchó y murió peleando por la Liberación Nacional y Social. Y aunque hoy hayamos retrocedido hasta el punto de ser gobernados por un coimero fascista que ha declarado la guerra a los trabajadores y sectores populares, seguimos creyendo que en las reservas morales de nuestro pueblo está la posibilidad de dar vuelta la tortilla”.

El histórico dirigente de la CTA recordó con emoción a algunos de sus compañeros de militancia desaparecidos durante la tiranía oligárquico-militar : “El sacrificio de estos compañeros -que no cayeron en una ‘Guerra Sucia’ ni fueron víctimas de ‘abusos de la represión’, como reza el aparato propagandístico del régimen- no habrá sido en vano si somos capaces de ratificar nuestra voluntad de recordar que nuestros 30 mil compañeros vivieron, lucharon y murieron por una Patria justa y liberada. Una Patria para todos”.
“En agosto de 2007, con tres de mis cuatro hijos (Julia, Federico y Matías), ingresamos al penal de Rawson donde pasé parte de mi cautiverio. Esa noche lloramos, nos abrazamos, confraternizamos, cantamos y nos reímos con otros ex presos políticos de todo el país en una peña en Trelew que animó el inmenso Daniel Viglietti. Un día después, el 22 de agosto, al cumplirse 35 años de la ‘Masacre de Trelew’, se inauguró el Centro Cultural por la Memoria en el Viejo Aeropuerto, Base Aeronaval ‘Almirante Zar’. Más que nunca, ese día sentí que no nos han vencido”, remató.