Patria no, bienvenida la colonia

Por Silvana Melo

Este hermoso país de los pies del mundo, este país con semillas de rebeldía que fueron perdiendo fuerza con la transgénesis, este país que soñó con la libertad –con aquélla-, no con este brutal estropicio en que la enajenaron, este país, éste que fue un poco libre, acaba de transformarse en un estado adoptivo, desgreñado, sudaca y maltratado del gran país del norte. Encadenado por una deuda infinita que no podrá pagar nadie. Y que el país padre abusador no tiene interés en cobrar porque ésa es la herramienta para sostener su marioneta en el rumbo deseado. Con la política en el camino que debe tener, con las urnas llenas de los votos para el presidente en cuya cabeza colocó el chip, con una pila de dólares para sostener el único gobierno de América Latina que puede ser lanza de su política anti China. Y que acompaña su espantosa alianza con el genocida Netanyahu en la masacre del pueblo palestino.

Eso es Argentina hoy, 40 días antes de una elección crucial para Javier Milei, que ve en ella la vida o la muerte. Personal. Política. Por sobre cualquier otro interés. Por sobre los 47 millones de personas que logran a duras penas sobrevivir a la barbarie de su gobierno.

El Banco Central –Luis Caputo, en realidad- vendió, quemó, 678 millones de dólares para frenar el alza del dólar la semana pasada. Gran parte del préstamo del FMI. Que le había prestado para pagar la deuda con el FMI. Es decir que ese préstamo se fugó en el sistema financiero para no perder las elecciones. Y la deuda siguió creciendo. Hasta que el FMI envíe otro rescate. Que también se escapará por el mismo encarnizado sistema de canaletas que otro encarnizado sistema de seres humanos anónimos e ignorantes de semejantes enjuagues que salpican sobre sus cabezas deberán pagar con su trabajo sin haber recibido un solo centavo de dólar. Es más: sin que se dieran cuenta, les han rebanado gran parte de sus salarios, jubilaciones y porvenires para pagar intereses de aquello que desconocen.

En terapia intensiva entró el país el sábado pasado. Hasta que Trump envió a Scott Bessent, el cirujano del Tesoro, a ofrecer el Fondo de Estabilización de Monedas. Que parece no necesitar un paso por el Congreso norteamericano (y si lo necesitaba es lo mismo) y mientras el Congreso argentino y la oposición argentina parecen hipnotizados, sin reacción, con los ojos rojos por el fuego trumpista y los festejos genitales incomprensibles de los libertarios.

Mucho dinero, baja el dólar, baja el riesgo país, los bonos, el Merval.

Se acaban las retenciones para los granos y las carnes.

Suenan los cuetes, las luces, la parafernalia festiva y las serpentinas.

La Argentina se ha salvado.

Ha subido tres escalones. Hay una estrella más en la bandera norteamericana. Un estado más de los unidos.

El costo fiscal de la quita de retenciones será de 1.500 millones de dólares. El presidente promulgó la emergencia en discapacidad pero suspende su aplicación por falta de recursos.

Su obscenidad quita impuestos al poder concentrado y fuga las reservas del Banco Central.

Todo para intentar ganar una elección.

Los mismos diputados y los mismos senadores que votaron la Ley Bases, que abrió el camino para todo lo que perpetró y cometió después, los mismos que le franquearon los portones del mega endeudamiento, después le vetaron los vetos de leyes que ahora buscará no aplicar: emergencia pediátrica y financiamiento universitario. No hay que olvidarlo. Mientras miles de millones van al pago de intereses de una deuda abultada por la timba financiera por dos gobiernos con los mismos protagonistas y otro en el medio que pecó de la más imperdonable inacción.

Habrá que estar atentos a las condiciones de estas ayudas extra de amigos que no lo son. Estados Unidos como país no ayuda a nadie. Trump es tan sentimental como Milei. Tienen una piedra en el corazón. Y condiciones implacables para estirar cualquier mano. De esas blanditas y húmedas, en las que nadie puede creer. Más cuando Estados Unidos no tiene intereses alineados con la Argentina. Son economías competitivas. Venden lo mismo. China compra lo que el país produce. EEUU compite. Es de imaginar cómo llegará la Argentina en esta competencia de tortugas y liebres.

Sí este país hermoso de los pies del mundo tiene mucho que dar a cambio. A Estados Unidos y a China. Tiene Tierra del Fuego y la Antártida para que se maten por una base militar. Tiene hidrocarburos no convencionales (drill, baby, drill!), tiene glaciares, agua dulce, litio, cobre, mucho territorio patagónico libre (sólo hay guanacos, según definió Patricia Bullrich) y mucho más para garantizar la devolución del Fondo de Estabilización de Monedas. Y para ser esclavos vivos presentes y futuros de la deuda que no se podrá pagar jamás.

Si Trump le puede sacar la visa a los jueces que condenaron a Jair Bolsonaro –alguien que le cae bien-, es decir interferir en la política y en la justicia de cualquier país, puede mirar para abajo y descubrir, como en Ucrania, las tierras raras que hay por aquí. Sin necesidad de meterse en la guerra de Putin.

Mientras tanto, tres millones de niños tienen hambre en este hermoso país de los pies del mundo donde la marioneta del norte miente con impunidad que sacó de la pobreza a doce millones de personas. Apenas ha sacado de la esperanza a unos 25 millones que ya no saben en qué magia creer cuando entran en los cuartos oscuros de esta democracia fallada y todo siempre es un cuento con final dramático.

Mientras tanto centenares de miles fatigan las seis de la mañana en motos de mandados, en trenes repletos, en basurales donde se rescata lo que descartaron otros, en las cosechas del azúcar, de las manzanas, en las canteras, en los talleres, en las fábricas, en hospitales donde se salvan vidas y donde se muere y donde se sobrevive apenas, en las aulas, en las sillas de ruedas. La vida se las arregla como puede en una época salvaje. Donde vale poco, la vida.

Mucho menos que ganar una elección de medio término en tiempos miserables.

Fuente: www.pelotadetrapo.org