Reflexiones a 40 años de Marcha por “Paz, Pan y Trabajo” que hizo temblar a la dictadura genocida

Por Carlos Rang, Dlegado de ATE-SAF y Andrea Ferreyra, Delegada de ATE-Salud

Se observa desde hace algún tiempo que distintos sectores del movimiento obrero y particularmente del interior, vienen realizando plenarios de delegados de trabajadores en diferentes instancias organizativas, dando discusiones de alto contenido para intentar recrear una situación favorable a los intereses de nuestra clase.

Son los primeros balbuceos tendientes a retomar la iniciativa histórica donde lxs trabajadores jueguen un papel dirigente, para poder acaudillar a todo el movimiento social y de esta manera crear condiciones favorables para la emergencia de la hegemonía de nuestra estrategia obrera.

No se desconoce la gran derrota que sufrió el movimiento ni las debilidades estructurales, producto de la transformación capitalista en los últimos 50 años. Cambió radicalmente la morfología del trabajo, perdimos derechos históricos y existe ya un porcentaje reducido de trabajadores registrados; en esta nueva realidad laboral predomina la informalidad, la intermitencia y el trabajo sin patrones, por eso nuestro movimiento y nuestras organizaciones fueron perdiendo centralidad ya que no alcanzan a expresar los intereses del conjunto social más vasto, sino sólo los de un sector de lxs trabajadores.

Por eso la importancia de ampliar la mirada y que la misma sea más integral. Para ello se requiere de alta formación en los delegados de base y las juntas internas que permita organizar el territorio social más amplio, para que de esta manera se exprese la Unidad del conjunto de la clase trabajadora y nos permita mayor fuerza social.

No es lo mismo la unión de obreros que la unidad de la clase trabajadora; suenan parecido y guardan relación, pero no son lo mismo ya que los grados de conciencia adquirida por el conjunto en uno (clase) es mucho más profundo que en el otro y derivándose de este distingo diferencias también en el potencial transformador.

Por eso es importante nuestra memoria histórica y nuestros grandes hitos: el 17 de octubre, la resistencia peronista, los programas obreros de la Falda y Huerta Grande, los hechos insurreccionales como el Cordobazo y los Rosariazos, las grandes huelgas del 75 o el programa de los 26 puntos de Saúl Ubaldini.

Porque en cada uno de estos momentos se rompe la fragmentación y separación de lxs trabajadores y lxs mismos tienden a unirse y luchar por sus intereses inmediatos e históricos, empiezan a desarrollar prácticas y experiencias de lucha similares a las que habían tenido en otras épocas y lugares otrxs compañerxs de clase.

Aquí se visualiza la importancia de la unidad programática y la organización que se deriva de ella, para poder centralizar la dirección de la lucha de nuestros intereses en un mismo tiempo y con ello constituir una fuerza social necesaria para crear un escenario favorable a nuestra clase.

La importancia de estos plenarios de trabajadores de distintas centrales o sindicatos, está dada por ese esfuerzo por unir a nuestra clase y dejar de estar a contracorriente de ella. Hoy como ayer se requiere de la unidad para poder defender nuestros propios intereses dado que siempre existen otros intereses -los de la clase dominante- que intentan permanentemente dividir y confundirnos con sus ideologías y antinomias para que permanezcamos sometidos.

Partimos de afirmar que, en determinados momentos históricos, nuestra clase retoma la iniciativa y logra constituirse como fuerza social, entendido esta como alianzas sociales con otros actores del campo popular que están predispuestos a luchar en conjunto por demandas concretas. Se trata de las condiciones materiales de nuestra vida, las mismas reflejan las necesidades del conjunto y esto nos permite la conformación de un programa común que ya no se agota en consignas, deseos o principios ideológicos, sino que plantea la organización de la lucha dando nacimiento a un nuevo sujeto.

La clase hoy ya no puede adherir ni a la izquierda ni a la derecha, o a un lado u otro de la grieta. Éstas sólo son argucias ideológicas que imponen las clases dominantes con el objeto de dividirnos.

A 40 años de la gran movilización por Paz, Pan y Trabajo, hoy más que nunca debemos pasar a la planificación para la organización de la lucha, porque como lo dijo en su momento el compañero Saúl Ubaldini “Cuando se quiere luchar, siempre hay alternativa” y para que se cumpla la necesaria consigna “Que la Deuda no la paguen los de abajo“ la única manera que nos queda es luchar a fondo como movimiento por la defensa de nuestras condiciones materiales de vida.

¡¡¡Arriba lxs que se organizan para luchar!!!!

Fuente: www.atecordoba.org