Un refugio para la cultura y la memoria

En medio del Valle de Paravachasca, sobre la ruta provincial E56, el Refugio Libertad alberga otro refugio, el cultural. Una propuesta de soberanía que dialoga con los proyectos agroecológicos y de la economía popular. En 2018, vecinxs de la zona recuperaron este predio que estaba abandonado, donde funcionó un centro de detención clandestina en época militar y que hoy es una semilla de esperanza por el buen vivir.

Por Redacción La tinta

A 55 km al sur de la ciudad de Córdoba, al margen norte del río Los Molinos, entre el “Puente Negro” y la localidad de San Isidro sobre la ruta E56, un enorme cartel que señala “Refugio Libertad”. 880 hectáreas -en su mayoría- de extensión serrana y monte nativo se han transformado en un campo comunitario trabajado y gestionado por familias y trabajadores de la zona que desarrollan unidades productivas de diversos tipos: vacunas, porcinas, ovinas, agricultura, apicultura, cunicultura, de huerta, reciclado.

Ahí, donde hoy se desarrollan esas actividades, funcionó un centro clandestino de detención en la última dictadura cívico-militar-eclesial. Es el predio del ex-Grupo 141 de Artillería del Ejército, dependiente de la Dirección de Fabricaciones Militares, que desde 20018, construye memoria y otra apuesta de comunidad.

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Imagen: Germán Saretti

Tras años de abandono, fue recuperado en 2018 -por vecinxs organizadxs en Trabajadorxs Unidxs por la Tierra (TraUT)- y hoy está habitado con diversos proyectos de soberanía alimentaria y agroecología, propuestas culturales, de formación y educación. En uno de los edificios, funciona la sede de la Región Centro de la Escuela Nacional de Organización Comunitaria y de la Economía Popular (ENOCEP), que es la escuela de formación de la UTEP.

Desde La tinta, conversamos con Julieta Reyes, gestora cultural del Refugio Cultural, quien nos cuenta sobre el origen de la propuesta. “En 2019, surgió el deseo de crear una agenda cultural propia. En este sector del Valle, estamos lejos de ruta 5 -que es corredor turístico- y estamos más cerca a la ruta 36, que es zona rural de gente nacida y criada allí. Entre esas delimitaciones geográficas, estamos construyendo esta propuesta cultural innovadora y situada. Entendemos que tener una agenda propia garantiza accesos a ciertas instancias culturales que, de otra manera, muchas veces es difícil por varios motivos: hay poca frecuencia de colectivos, en todos los hogares no hay un auto disponible para moverse o un entorno que pueda facilitar llevarte a un taller, a ver una obra, una banda, una peli, a compartir instancias de esparcimiento. El Refu Cultural nació con la idea de acercar a este territorio propuestas con la diversidad de quienes habitamos la zona y de otros lugares”.

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Imagen: Refugio Libertad

Al espacio cultural, el proyecto de Sitio de Memoria y la Biblioteca Margarita Zeniquel lo llevan adelante Evelyn, Graciela, Adrián y Julieta, cada quien con un rol específico en esas áreas. Decidieron hacer el espacio cultural en conjunto con la biblio. Reyes destaca: Lo cultural viene ocurriendo en casi todo el predio, desde la parte histórica hasta las partes que están siendo recuperadas ediliciamente. El espacio permite la mixtura de convivir entre el arte y la cultura en un espacio en las condiciones que está”.

Les importa alojar diversidad de propuestas, plantean que cuanto más diversidad, más garantías de que más personas accedan a conocer y, sobre eso, decidir qué les gusta y qué no. Han pasado por el espacio desde fiestas gauchas, propuestas para las infancias y la última actividad, que fue la feria de diseño impreso Churrinche y un Encuentro de Muralistas. Pasaron obras de teatro como Operativo Pindapoy de Jorge Villegas, en 2019, que se hizo en el comedor, hasta una obra de teatro que recientemente hizo su última función, la cual intervino uno de los edificios históricos del cuartel. Los Ahogados, de un elenco compañero y amigo, del Teatro de Ilusiones Animadas, y se hizo con luz natural. Las residencias artísticas son una novedad de este año, hicieron una en marzo y repetirán en septiembre, y para agosto, lo nuevo es un laboratorio vinculado al movimiento y al trabajo con elementos de la naturaleza y de la biología. Además, cada fin de año, hacen el cierre del Encuentro de organismos de derechos humanos.

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Imagen: Refugio Libertad

“El espacio se resignifica con cada paso artístico, vinculamos cultura y memoria, y no necesariamente porque las obras aborden lo que ocurrió en el predio, sino porque los lenguajes artísticos, de alguna manera, vienen a refrescar la memoria e invitar a la reflexión de por qué hacemos lo que hacemos en este territorio”.


Cada vez que organizan y piensan las actividades, les interesa que convoquen por su atractivo, pero que también den pie al encuentro de la comunidad y a que sepan de la existencia del espacio. “Además de ser un lugar donde pasaron cosas muy terribles, hoy están pasando cosas hermosas y que significan un gran ejemplo de soberanía que se está llevando adelante en el Valle.Hay construida alrededor del predio una memoria tabú: ‘el ex batallón’, ‘la fábrica militar’, ‘una cosa abandonada de los milicos’, ‘donde pasaron cosas horribles’. Todo eso es real y también lo es el proceso de recuperación para el buen vivir, para la soberanía alimentaria, el trabajo sin patrones y de la economía popular, para la conectividad y la cultura comunitaria”, afirma la gestora cultural.

Desde el año pasado, articulan con proyectos educativos de visitas guiadas al Sitio de Memoria, con escuelas primarias y secundarias. Una apuesta para que las infancias y juventudes de la zona conozcan la singularidad de lo que fue y en lo que se ha transformado y lo que puede llegar a ser trabajando en conjunto, escuchando sus necesidades, ideas. Sobre esto, Julieta se detiene en un ejemplo: “En el Encuentro de Muralistas, una de las bandas que cerró es de freestyle de pibes de José de la Quintana a partir de un taller en la escuela a la que asisten, que dieron Los Hermanitos Díaz”. Una muestra de lo que se va generando cuando se apuesta por espacios culturales en los pueblos.


“Abrir el espacio para que se conozca la historia del sitio y la reconstrucción que se viene haciendo es un diálogo con quienes vienen en múltiples sentidos y es una invitación a que propongan actividades, ideas de cosas que les gustarían que pasen aquí”.


Lo que han gestado en poco tiempo, pandemia mediante, es admirable. Como bien lo indica su nombre, es un lugar para protegerse y crear comunidad. Julieta dice que tienen muchas ideas y sueños, que van haciendo de a poco, porque “el Refugio se sostiene por la resistencia de quienes lo llevamos adelante y también por políticas públicas que acompañan justamente estos procesos, que garantizan que medianamente podamos seguir funcionando, y es algo que es importante cuidar”.

Si aún no lo conocen, no demoren en llegarse hasta la zona.

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Imagen de portada: Imagen: Refugio Libertad

Fuente: www.latinta.com.ar