A 22 años del FRENAPO: Por una democracia participativa

Por Juan Carlos Giuliani*

A 22 años de la Consulta Popular convocada por el Frente Nacional contra la Pobreza (FRENAPO), es justo y necesario reivindicar esa gesta que significa uno de los puntos más altos de acumulación de poder popular en la agonía de la resistencia y cuando asomaba un nuevo tiempo de esperanza colectiva. Fundamentalmente en días como los que corren, cuando el nuevo Gobierno Nacional reconstruye los paradigmas oligárquicos de dominación para atropellar los derechos de los sectores populares.

El 11 de septiembre de 2001 partieron desde el Congreso de la Nación -el mismo día en que cayeron las Torres Gemelas en Nueva York- siete columnas para iniciar desde distintos lugares de nuestro país caravanas que recorrieron pueblos y ciudades y culminaron el 21 del mismo mes en Plaza de Mayo. El objetivo fue difundir la Consulta Popular y los argumentos de la propuesta.

Frente a las políticas del Gobierno Nacional que significaban más ajuste en el marco de la Ley de Déficit Cero y el Compromiso Fiscal -firmado según las directivas del FMI- que implicaba el congelamiento durante cinco años del mal llamado gasto social, el FRENAPO impulsó la Consulta Popular los días 14, 15, 16 y 17 de diciembre.

Horas después que más de tres millones de argentinos se expresaran en las urnas, sobrevinieron las históricas jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001, cuando el pueblo hundió el canto del cisne del régimen neoliberal encarnado por el Gobierno de De la Rúa y Cavallo que ahora se empeñan en hacer resurgir Milei, Caputo y compañía.

La propuesta plebiscitada por el FRENAPO de establecer un Seguro de Empleo y Formación de 380 pesos mensuales para cada jefa o jefe de hogar desocupado; una Asignación Universal de 60 pesos por mes por cada hija o hijo de hasta 18 años; y otra de 150 pesos para los mayores de 65 años que no percibieran jubilación ni pensión constituye, con seguridad, un hito en el bagaje doctrinario de la clase trabajadora argentina.

Junto a los programas de La Falda (1957) y Huerta Grande (1962), al Programa del 1º de Mayo de 1968 de la CGT de los Argentinos, a los 26 puntos de la CGT de Ubaldini y la Constituyente Social, la Consulta Popular realizada entre el 14 y el 17 de diciembre de 2001 configura la iniciativa más ambiciosa del campo popular en los últimos años. Propuesta que, entre otras cuestiones, tuvo la virtud de poner negro sobre blanco un dilema de hierro: Ajuste o Democracia. Una alternativa que vuelve a cobrar estricta actualidad.

Fortalezas y debilidades

Fuimos capaces de convocar a la Consulta Popular frente a la inacción del poder político. De acertar en una propuesta con la que se identificó la mayorí­a de la población. De consignar de dónde saldrían los recursos para sostener el shock redistributivo. De construir un entramado organizativo que extendió territorialmente la iniciativa hasta llevarla al último rincón de la geografía nacional. De promover una masiva movilización federal y multisectorial. Esa fortaleza alcanzó para plantar una alternativa al discurso hegemónico, pero fue impotente para conducir y encausar la bronca popular.

Fue tan fuerte el impacto de la consulta del FRENAPO en el imaginario colectivo, que cuando el bloque de poder dominante ungía a Duhalde como Presidente en su intento por reconducir la crisis de gobernabilidad del sistema, éste no dudó en echar mano de esa herramienta, desfigurarla y convertirla en los planes jefas y jefes de hogar de 150 pesos que se extendieron en el tiempo.

De ese modo desactivó la protesta social, estableció el nuevo Salario Mí­nimo en la Argentina pos devaluación y rearmó una monumental red de clientelismo polí­tico, lo cual ha determinado la carencia de políticas sociales universales y la continuidad de las polí­ticas focalizadas que sustentan este perverso asistencialismo social.

A más de dos décadas de esos acontecimientos, hoy en día se requiere más que nunca de la movilización, unidad y organización popular para discutir las urgencias del hambre y la pobreza. Con casi un cincuenta por ciento de la población bajo la línea de pobreza resulta imperativo impulsar políticas públicas activas para terminar con el hambre y comenzar a pagar la monumental Deuda Interna con nuestro pueblo antes que seguir “honrando” las estafas del FMI y la usura internacional.

A 22 años del FRENAPO, evocar esa experiencia de masas implica un valioso aporte al proceso de construcción de un poder social en capacidad de discutir la distribución de la riqueza y la asignación de los recursos en nuestra Patria. Sobre todo en coyunturas como la presente, cuando vuelve a cobrar altura el revanchismo oligárquico en un nuevo intento de las clases dominantes por imponer su plan de gobierno antipopular y antinacional.

El Gobierno de Javier Milei viene a terminar con la faena de entrega, sometimiento y despojo que comenzó con el “Rodrigazo” en junio de 1974; siguió con la imposición a sangre y fuego de la dictadura genocida en 1976; la perfeccionó Menem en la década del ’90 -y el breve interregno de De la Rúa en los albores del 2000-; y se retomó quince años después con Macri. Vienen a exterminar los residuos de Soberanía envalentonados en su revanchismo patronal. Y lo hacen con el respaldo de los votos.

El Ministro de Economía, Luis Caputo, detalló un paquete de “urgencia económica”, eufemismo para englobar medidas de ajuste, devaluación y aumento de la inflación. Devaluación y ajustazo que generará más hambre y miseria a amplios sectores de la población. Una devaluación del 118% sobre una remarcación indiscriminada y generalizada de precios durante las últimas semanas es un verdadero asalto al bolsillo de los trabajadores y jubilados.
Lo que se anunció fue un verdadero Plan de Guerra contra el pueblo trabajador con medidas como la suba del tipo de cambio oficial, despido de trabajadores estatales, y reducción de subsidios de los servicios públicos. Tratan de infundir pánico a la gente para paralizar las previsibles reacciones de los damnificados por el brutal ataque al presupuesto familiar que fue rápidamente aplaudido por el FMI. Mientras tanto, la “casta” sigue intacta. El ajuste, como siempre lo hicieron los grupos de poder, se descarga sobre las espaldas del pueblo sufriente.
Vale la pena recordarlo: La Consulta Popular se realizó en mesas ubicadas en la ví­a pública, en lugares de trabajo, en locales sindicales y en distintas instituciones. Pese a la falta de infraestructura, de publicidad, de recursos económicos y la escasa difusión que tuvo en los medios de comunicación, la propuesta optativa del FRENAPO consiguió más votos que el Gobierno de la Alianza -algunos de sus ex funcionarios figuran en el Gabinete de Milei- en las elecciones legislativas obligatorias del 14 de octubre de 2001, prólogo de la huida de Casa Rosada en helicóptero del Presidente Fernando De la Rúa, y de la pueblada del 19 y 20 de diciembre que terminó con 39 muertos y 500 heridos en todo el país.

Al cabo de cuarenta años de una democracia colonial que se niega a abrir los canales de participación popular,  habilitar los mecanismos de consulta a la ciudadanía y, mucho menos, a plebiscitar sus políticas públicas, queda una certeza: El futuro está en nuestras manos.

*Periodista. Escritor. Congresal Nacional de la CTA Autónoma en representación de la provincia de Córdoba