A 46 años de la muerte de Jorge Cafrune

Este 1º de febrero se cumplen 46 años del fallecimiento del reconocido cantor argentino. Cafrune supo llegar al corazón del pueblo a través de las letras de las canciones que interpretaba, llenas de un gran compromiso social.

Por Mónica Hernández

El Turco, como lo llamaban sus amigos, nació el 8 de agosto de 1937 en Perico del Carmen, provincia de Jujuy. De ascendencia sirio-libanesa, pero con profundas costumbres gauchescas, comenzó a cantar en 1957 en “Las Voces del Huayra”. Ariel Ramírez los descubrió y por aquellos años les ofreció una gira, la cual se frustró debido a que Cafrune y otro de los integrantes del grupo folklórico fueron convocados al servicio militar.

Al regresar a su provincia natal fundó “Los Cantores del Alba”. En 1960 inicia su carrera solista y Jaime Dávalos en 1962 lo invita al 2° Festival de Cosquín, donde se consagró como revelación.

Amante de la vida de campo y de los caballos, en 1967 inicia la gira “De a caballo por mi Patria”, a través de la cual llevó sus éxitos a todos los rincones del país.

En los años 60 se estableció en una estancia en Los Cardales, provincia de Buenos Aires, donde tenía una colección de monturas, estribos, rastras, riendas y otros accesorios gauchescos.

Jorge siempre tuvo gran cariño por nuestra provincia donde cosechó cantidad de amigos, especialmente en la ciudad de San Francisco. Allí conoció al grupo fundador de la tradicional Peña La Posta, integrado por don Oscar Orti, el caricaturista José Hernández y el artista plástico-actor Humberto Torres, además del luthier Aldo Merlino, quien le confeccionaba las guitarras criollas.

A principios de los setenta alquiló una carpa a la comunidad gitana que ubicó a a orillas del río Cosquín donde armó una peña.

Hasta 1977 realizó actuaciones en Europa, especialmente en España donde se presentó en el ciclo de cuatro programas de la televisión española (RTVE) “La hora de Raffaella Carrá”. No obstante, casi todos los veranos estuvo en el encuentro folklórico del valle de Punilla. “Eran tiempos muy peligrosos para un cantor costumbrista y peronista, sin embargo decidió no exiliarse”, refirió en una entrevista su hija Yamila.

“Yo me voy a atrever, porque es un atrevimiento lo que voy a hacer ahora, y me voy a recibir un tirón de orejas por la Comisión, pero qué le vamos a hacer. Les voy a ofrecer el canto de una mujer purísima, que no ha tenido oportunidad de darlo y que como les digo, aunque se arme bronca, les voy a dejar con ustedes a una tucumana: Mercedes Sosa”.
Jorge Cafrune, Cosquín, enero de 1965.

El 24 de enero de 1978 realizó su última presentación en el Festival de Cosquín, donde interpretó la mayor parte de su repertorio, en especial aquellos temas prohibidos por la dictadura militar, entre ellos “Zamba de mi esperanza”: “Aunque no está en el repertorio autorizado, si mi pueblo me la pide, la voy a cantar”, dijo exultante.

A partir de allí el entonces teniente primero Carlos Enrique Villanueva, a cargo del Centro Clandestino de Detención “La Perla”, sentenció que “había que matarlo para prevenir a los otros”.

Pese a todo, en medio de amenazas, el 31 de enero emprendió el viaje a caballo a Yapeyú desde la Plaza de Mayo de la ciudad de Buenos Aires, llevando un cofre con tierra de Boulogne-sur-Mer, lugar donde falleció el General José de San Martín, y fue atropellado a la altura de localidad bonaerense de Benavídez, en la madrugada del 1º de febrero. A raíz del impacto sufrió la fractura de varias costillas y fue asistido con demora. Ante el dolor insoportable le suplicó a su compañero: “Es mejor que me maten, no aguanto más… Te encargo a mis hijos, que no les falte nada”, y cuando era trasladado al Instituto del Tórax de Vicente López dejó de existir.

Poco después se rumoreaba que el accidente había sido provocado por orden de López Rega, porque él había dicho que Cafrune “era más peligroso con una guitarra que un ejército con armas”.

La causa fue caratulada como “muerte en accidente”, pero nunca el conductor pudo explicar qué hacía en ese lugar y el compadre que acompañaba al folklorista en el otro caballo hizo un pacto de silencio y nunca contó los detalles del trágico episodio.

Tenía 40 años. El hecho nunca fue esclarecido. Algunos creyeron ver en su muerte una reacción por haber cantado, días antes, “El orejano” y “Zamba de mi esperanza” -canciones prohibidas por la dictadura militar, en el Festival de Cosquín.

Cuatro hijas de su primer matrimonio -la cantante Yamila es  la mayor- y dos hijos del segundo -que concretó con una española-  componen la familia del hombre que desde 1972 alternaba su estadía entre Europa y la Argentina. Su voz, que evocó el drama del gaucho perseguido, los caudillos federales y los versos del “Martín Fierro”, se apropió, por derecho propio, de un espacio en la memoria musical argentina.

Fuente: www.lmdiario.com.ar; www.conlagentenoticias.com