A Milei el malestar ajeno le divierte

Por Jesús Chirino*

Cuando estábamos recuperando la democracia, e incluso, después que asumió la Presidencia de la Nación el candidato de los radicales, se tornó habitual que el mismo Alfonsín pidiera un médico o una ambulancia en medio de sus discursos. Se llegaron a hacer bromas por la reiteración de esa escena donde el presidente pedía que ayudaran a quien no estaba bien. Sin perder el hilo de sus largas alocuciones, por advertencia de la concurrencia o porque él mismo lo advertía, señalaba el lugar donde alguien estaba descompuesto, y pedía atención médica. Así, desde el palco, indicaba el lugar donde se encontraba la persona afectada y decía “un médico por allí” o “allí una ambulancia” y seguía desarrollando su discurso. A nadie se le hubiera ocurrido que ese hombre fuera indiferente ante un desmayo o la descompostura de alguien que asistía al acto.

El actual Presidente de la Nación, ante el desmayo de dos niños durante su discurso no tuvo mejor idea que hacer chistes. Si bien las dos personas que se descompusieron en la escuela donde Milei cursó sus estudios fueron atendidas, las reacciones del Presidente lo pintan de cuerpo entero.

Las escenas mostraron mucho de este Gobierno y algo de lo que nos pasó como sociedad. Alguien distraído podría haber pensado que se trataba de las clásicas “bromas” de Tinelli (el mismo de la Mesa Contra el Hambre) donde la supuesta “gracia” pasaba por reírse de quien sufría por creer que le destrozaban el auto o situaciones parecidas. Pero también se visualizó, sin velo alguno, la insensibilidad de Milei para con el prójimo, aún tratándose de niños que se descomponen.

Allí la explicación de por qué no le importa hacer que la parte más pesada del ajuste la paguen los jubilados; que no tengan qué llevarse a la boca los niños que van a los comedores; que los enfermos de cáncer no reciban sus medicaciones; que los sueldos sean licuados y tantas duras realidades más.

Ante los dos desmayos de los alumnos, la reacción del Presidente fue realizar sus chistes de mal gusto, continuar con su show, y seguir hablando de supuestas teorías económicas, de sus logros, repitiendo frases hechas, despreciando e insultando a quienes no le dicen que sí. En esos dos gestos se vio por qué celebra el déficit cero que el Gobierno logró acumulando deudas y produciendo tanto hambre. El malestar ajeno le produce risas, le da para el chiste, no le importa.

Parece irreal pero ante la descompostura de dos personas, el Presidente hizo bromas y siguió hablando del aborto, de sexo, del miembro del burro, de que él llegó a Davos y de sus absurdas posiciones económicas. Milei se mostró indolente ante el sufrimiento ajeno, ya lo había mostrado de diferentes maneras, ahora lo hizo en estos actos. No pidió que atendieran a esas personas, no se preocupó, no gritó “un médico por favor”, por el contrario se rió, hizo burlas. El showman continuó con su acto, pero quizás analizar eso no es lo más importante.

Tal vez lo más profundo sea preguntarnos qué hacemos nosotros, como ciudadanos, ante tanta insensibilidad. ¿Nos reímos? ¿Festejamos? ¿Reaccionamos de otra manera? ¿Repudiamos?

Ante tremendas reacciones, lo que elijamos nos define, no hay lugar para mantenerse al margen porque todos los días muchos ciudadanos caen por las acciones de este Gobierno. No desconozcamos lo que pasó antes, pero la pregunta es qué hacemos ahora.

*Secretario General de la Unión de Trabajadores de Estados Municipales (UTEM-CTAA). Secretario Gremial de la CTA Autónoma Regional Villa María