Buscando a Robi y a Benito (I parte)

Por Manuel Justo Gaggero*

En este  19 de julio dos sensaciones nos embargan: De dolor y de tristeza, por un lado y, en otro escenario, una fecha que  nos interpela desde la esperanza y la Revolución. Como la vida; son dos facetas a tener presente. En el primer caso recordamos que hace 47 años .en un día como este en el año 1976- una  autodenominada “fuerza  de tareas” integrada por efectivos  del Batallón 601 de Inteligencia del Ejército y por personal de la SIDE irrumpió  con violencia, y disparando sus armas, en  un departamento ubicado en la calle Venezuela 3100 de Villa Martelli. En él se encontraban Mario Roberto Santucho, y su compañera Liliana Delfino, Benito Urteaga y su pequeño hijo José, de sólo 3 años -único sobreviviente, Domingo Mena y su compañera Ana Lanzillotto embarazada de 6 meses.

Este episodio ha dado lugar a innumerables interpretaciones y, por supuesto no faltan los que sostienen que  hubo un “infiltrado” en la dirección de nuestra organización -PRT ERP- o  que el lugar fue señalado por un compañero de Montoneros ya que se había pactado una  primera reunión de la Organización para la Liberación Argentina (OLA) -de la que participaría también la Organización Comunista Poder Obrero– y  a la que se había invitado a sumarse a las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP). Todas  versiones producto de una etapa signada por continuas caídas y , por supuesto, falsas y sin asidero alguno.

La verdad es otra. Los atacantes ignoraban  la identidad de nuestros compañeros. La patota la encabezaba  el capitán Juan Carlos Leonetti; aún hoy el predio sobre el que funciona el Batallón de Caballería Motorizada con asiento en la ciudad de Paraná lleva su nombre. Se produjo un tiroteo y como consecuencia del mismo resultó asesinado Benito Urteaga. Asimismo  fue gravemente herido nuestro Secretario General del PRT y Comandante del ERP Mario Roberto Santucho. Éste, junto con sus acompañantes, fue trasladado a la Unidad Militar de Campo de Mayo donde falleció pocas horas después  de su ingreso; sin que se le prestara asistencia médica. Su compañera y la pareja Menna, Lanzilotto, integran la larga lista de “desaparecidos”; víctimas del Estado Terrorista. Luego de 48 horas fueron identificados “Robi “y Benito. El episodio fue informado por todos los medios como un gran éxito en  la lucha  “contra la subversión judeo marxista”.

El propio Videla reconoció, en la Información Sumaria que se sustanciara en el Juzgado Federal de San Martín, que había redactado el comunicado. Luego de 7 días no se habló más del tema. Los diarios, sometidos a la censura de la Dictadura Cívico Militar, dejaron de hacer conjeturas sobre el operativo  que había “permitido aniquilar a la dirección de la organización revolucionaria”. Cabría preguntarse: ¿Qué cambió en una semana? No cabe la  menor duda que el Estado Mayor del Ejército y la Junta Militar variaron la táctica y la estrategia.

Cerca de 19 años más tarde, representando a los hijos de nuestro Comandante y al hermano de Benito, iniciamos  sendos Habeas Data; este instituto fue incorporado a la Constitución en la Reforma de 1994. Estaban vigentes las leyes de la impunidad votadas durante el Gobierno de Raúl Alfonsín y los indultos a los condenados en el “Juicio a las Juntas” dispuestos por  Carlos Saúl Menem. Uno recayó en el Juzgado  Federal de San Martín a cargo del Dr. Alfredo Bustos -Secretaría de la Dra. Martina Forns- y otro en el Juzgado Contencioso Administrativo Federal  N° 1 cuyo titular era el Dr. Ernesto Marinelli. En ambos expedientes, de varios cuerpos, logramos reconstruir aquellos hechos que nos habían llenado de tristeza. Resultó fundamental para ello el testimonio de un testigo de identidad reservada que estuvo protegido en la Oficina de Protección de Testigos a nuestro pedido.

Recordé que horas después de  ocurrido el episodio que estoy describiendo me encontré con Alberto -Eduardo Merbilahaá- que vivía en el departamento de abajo en el mismo edificio. Éste integraba el Buró y era mi responsable. Salvó su vida y la de su compañera gracias al portero. Era evidente que el “grupo de tareas” no conocía la identidad de los compañeros y por eso no rodearon el edificio y no detuvieron a los restantes miembros de la Dirección que habían acordado encontrarse en ese lugar para despedir a Robi y a su compañera que se había acordado que viajaran al exterior. Eso lo corroboran varios de los testimonios que obran en el expediente por lo que  toda especulación sobre esta caída queda absolutamente desvirtuada por los hechos.

¿Cabría preguntarse porqué razón el Partido Militar decidió preservar los restos de nuestros dos dirigentes? ¿Se trataba  de conservarlos como trofeo de guerra y prenda de negociación con el Ejército Revolucionario del Pueblo? Como declarara el genocida Santiago Omar Riveros, en ese momento el “capanga” del “Campo de exterminio” donde fueran torturados y asesinados 5000 compatriotas, Robi era el “Comandante del Ejército Rebelde”.

Desde hace más de 30 años están en curso estos dos procesos judiciales dirigidos a recuperar los restos de  ambos  y saber cuál fue el destino de Liliana, el “Gringo” y su compañera. En más de 2000 fojas hemos logrado reconstruir qué pasó luego que llegaran a Campo de Mayo. Por el testimonio del Dr. Carlos  Sparrow -médico en esa época de la Policía de San Martín- sabemos que lo obligaron a redactar las dos partidas de defunción “NN” de nuestros compañeros. Los médicos militares le manifestaron que temían la represalia del ERP. Dos testigos de “identidad reservada” aseguraron que el cadáver de nuestro Secretario General  fue exhibido en el llamado “Museo de la Subversión”.

Cabría preguntarse: ¿Porqué pensamos que van a aparecer? Los que, como  el autor de esta nota, militábamos en el Peronismo en 1955, vivimos el profundo odio que la oligarquía le profesaba a Evita. Sin embargo, luego del golpe militar de setiembre de ese año, su cadáver no sólo no fue destruido sino que se lo preservó. Sin hacer comparaciones, porque se trata de épocas distintas, es evidente que Robi y Benito son dos exponentes de la generaciones de las décadas del 60 y 70; respetados por todos los que tuvimos el privilegio de conocerlos y por los que integraron las organizaciones revolucionarias y populares. En estos días, en un juicio de daños y perjuicios que formara pare de la serie de acciones judiciales que hemos iniciado representando a las hijas de Santucho se ha dictado un fallo histórico que comentaremos en la próxima nota.

Tres años después, en un pequeño país  centroamericano –Nicaragua– era derrocado Anastasio Somoza Debayle, el “último marine” de una dinastía que gobernó ese país de “lagos y volcanes” durante cerca de 50 años. Esto también ocurrió en un día 19 de julio de  1979 y por eso decimos que frente al dolor que significó el episodio que comenzó en Villa Martelli; este triunfo popular fue una luz en el medio de un túnel y una comprobación que los pueblos  nos dan sorpresas.

*Abogado y periodista. Ex Director del Diario “El Mundo” y de las revistas “Nuevo Hombre” y “Diciembre 20”