Dictadura: La mentira de los que “no tuvieron problemas”

Por Jesús Chirino*

Aun con 40 años de democracia, algunos aún sostienen que la dictadura no afectó sus vidas. El estudio de la cotidianidad de aquella época los desmiente.

Los obedientes del despotismo y anestesiados moral, suelen insistir con ese discurso para descalificar la democracia que implica aceptar la existencia del otro que piensa diferente, cuestión que no puede darse dentro de un régimen de terror como el del período iniciado en 1976.

Lo cotidiano afectado por el contexto

El historiador Peter Burke señala que el concepto de vida cotidiana, por décadas, no despertó interés historiográfico por habérselo considerado algo trivial, pero si bien acepta que su abordaje presenta problemas para ser definido con precisión, remarca que comparte, con la “historia de abajo” y la “historia de la cultura popular”, el interés por el mundo de la experiencia ordinaria como punto de partida. Es decir, no se ocupa de la sociedad como algo abstracto, sino que problematiza la vida diaria de los sujetos populares. En el caso de algunas corrientes historiográficas enroladas en esta posición, también se ocupan del diario vivir de las élites.

En todos esos estudios se pretende  captar las diferentes prácticas y actividades que caracterizan la reproducción de los hombres particulares que, a su vez, crean las posibilidades de reproducción social.

En estudios de este tipo puede advertirse pequeñas modificaciones, en lo micro, que van cambiando la concepción de lo considerado normal y natural en una sociedad. Es así que puede rastrearse el camino de

la naturalización de algunas situaciones, actividades o prácticas, como también advertir pequeñas resistencias.

Claro que este enfoque historiográfico no debe dejar de considerar que la vida cotidiana no solo se produce desde abajo, sino que también en ella tiene injerencia, por ejemplo, las condiciones estructurales, políticas y sociales. Esto último es de gran importancia, pues si no se corre el riesgo de cometer errores de importancia. Algunos estudios que no consideraron la vinculación de las lógicas de individuos y de pequeños grupos con el contexto en la cual se producían, llegaron a la falacia de que la vida cotidiana durante la República de Weimar, el Tercer Reich y la República Federal no presentaba muchas diferencias. Ese error de lectura es cercano al que suele darse frente a filmaciones de individuos que suelen señalar que ellos no tuvieron problemas durante la dictadura argentina.

El terror produciendo sujetos políticos

Durante la dictadura argentina se implantó un régimen de terror que tenía como objetivo la producción de sujetos políticos obedientes que devaluaran convenciones sociales como el compañerismo y la convivencia social en favor del cinismo; la delación; el respeto de un orden despótico justificado por el supuesto bien que produciría en quienes obedecieran. En cuanto a lo del orden despótico, es claro que la aceptación de este iba de la mano de la negación de la soberanía popular y de un anestesiamiento moral. No debe olvidarse que a la par de eso estaban quienes produjeron resistencia o pequeñas propuestas alternativas. En aquel tiempo también se generó una valoración especial del orden, la represión como elemento “necesario” para establecer el mismo.

Obedientes que “no tuvieron problemas”

La producción sociocultural de la dictadura, en cuanto a una visión de la sociedad, aún persiste en muchos sujetos. De allí que es posible escuchar a quienes plantean que en “aquella época” ellos no “tuvieron problemas”, dejando de lado todo el horror de los secuestros, torturas, robo de bebés, desapariciones de personas, corrupción del gobierno militar y un largo etcétera. Es claro que esas posiciones no solo suelen devenir de un individualismo extremo, sino también de la aceptación de un orden despótico y la desconsideración moral del horror de todos los delitos de lesa humanidad probados.

Luego de todo lo que se conoce que pasó durante la dictadura, sostener que su vida no fue afectada por la misma significa colocarse, por lo menos, como obediente del régimen, pues la cotidianeidad de todos los sujetos fue atravesada por el orden despótico.

Algo de aquella cotidianeidad

En democracia los jóvenes pueden votar para elegir quién gobernará; durante la dictadura, por el solo hecho de ser jóvenes eran sospechosos. Actividades que hoy realizan con naturalidad, en aquellos tiempos eran prohibidas y algunas pasibles de castigo con arrestos y días de calabozo. Por ejemplo, no podían llevar el pelo largo y muchas veces eran arrestados y los pelaban en la comisaría. Tampoco las reuniones masivas de jóvenes para compartir alguna bebida o charlar no eran bien vistas. Es más, en alguna nota de este mismo espacio supe referenciar una carta realizada por un vecino de Villa María que se quejaba, ante el militar que dirigía la Fábrica Militar, por el ruido que hacían los jóvenes al salir de una confitería. El vecino decía que en ese desorden se advertía que de allí saldrían agentes subversivos de lo establecido, parecía que la diversión de los jóvenes tenía la semilla del mal. Tampoco podía escucharse cualquier tema musical. Era muy fuerte la censura tanto en el cine como en la música, existen interminables listas de películas y canciones prohibidas. El despotismo que se ejercía en el gobierno también era habitual en las instituciones de la sociedad, incluyendo las escuelas. Como ejemplo, recordemos alumnos echados de escuelas de Villa María por haber cantado parte de la marcha peronista.

Siguiendo con los ejemplos que también vivieron los obedientes de la dictadura que dicen no haber “tenido problemas”, se puede mencionar el congelamiento de salarios y la apertura irrestricta de la economía, lo que provocó el cierre de fábricas con el consiguiente desempleo. También era muy difícil informarse por los medios de prensa, pues en los mismos también se ejercía la censura. Se reproducían partes de prensa que hablaban de muertes producidas en “enfrentamientos con subversivos” pero en realidad eran asesinatos cometidos por militares. Más allá de las valientes acciones de algunos comunicadores que, entre líneas, intentaban informar, lo habitual era la desinformación. Entre los muchos temas que no se podían tocar en los medios estaba el de la gran corrupción en el gobierno militar. Podría proseguir con los ejemplos, pero el espacio de esta nota es limitado.

Un orden despótico no solo implica un gobierno cuyo poder no respeta los límites de la ley, sino que cualquier poder, por más pequeño que sea, solo tiene el límite quién tiene más posibilidades de imponer. Los obedientes de este tipo de orden también esperan poder ejercer “su poder”, sin límites, sobre aquellos que no son “obedientes”. La democracia, con todos los problemas que puede presentar, favoreciendo la conquista de derechos, no se les presenta como tierra fértil para sus deseos.

*Docente. Periodista. Secretario General de la Unión de Trabajadores de Estados Municipales (UTEM-CTAA). Secretario Gremial de la CTA Autónoma Regional Villa María

Fuente: www.eldiariocba.com.ar