El huevo de la serpiente

Por Juan Carlos Giuliani*

El 23 de agosto de 1962 -hace 61 años- era secuestrado el obrero metalúrgico y militante juvenil de la Resistencia Peronista Felipe Vallese. Tenía 22 años, trabajaba y desde 1958 era delegado en la fábrica TEA. Un grupo policial de la Unidad Regional de San Martín comandado por el Oficial Principal Juan Fiorillo lo raptó en la Capital Federal. Comenzaba a gestarse el huevo de la serpiente que se desarrollaría hasta el paroxismo durante la última tiranía oligárquico-militar.
Junto a Vallese fueron secuestrados su hermano mayor Ítalo Francisco Sánchez, Osvaldo Abdala, Elba de la Peña, Rosa Salas, Mercedes Cerviño de Adaro, Felipe Vallese (h) de 3 años de edad y dos niñas de 8 y 10 años, hijas de una de las detenidas. Todos fueron sometidos a torturas. Felipe Vallese nunca apareció, ni vivo ni muerto.

Un impensado elogio a lo mejor de Vallese surge del mismo comunicado de la policía: “Los detenidos tenían abundante propaganda peronista-comunista, panfletos cuyos títulos decían ‘Contra los préstamos del F.M.I. que atentan contra la soberanía del país’ y ‘No queremos préstamos que engorden a los enemigos del pueblo’. Firmados: Juventud Peronista”.

Felipe Vallese es el primer detenido-desaparecido de la historia contemporánea argentina. Fue secuestrado el 23 de agosto de 1962 y visto brutalmente torturado en una comisaría de Villa Adelina.

Joven, trabajador, integrante de la heroica Resistencia Peronista que peleaba en todos los frentes por recuperar las conquistas saqueadas por la “Revolución Fusiladora” mientras la clase política justicialista pactaba con el régimen, era un mal ejemplo que las clases dominantes debían eliminar.

El secuestro de Vallese fue un caso testigo de la desolación que provocó años después el genocidio perpetrado por la tiranía oligárquico-militar para apagar el fuego de la rebeldía popular e implantar la paz de los cementerios.

La lucidez de “Paco” Urondo rescató del olvido las dramáticas aristas que rodean la historia de un militante integral. Por eso su novela, “Los pasos previos”, incluye el “Caso Vallese”. Urondo es autor, a su vez, de “La Patria Fusilada”, un relato de otro experimento represivo previo al terror en gran escala instaurado por Videla, Massera, Agosti y Martínez de Hoz: “La Masacre de Trelew”.

La memoria colectiva guarda en su archivo el nombre de los que lucharon por la Liberación Nacional y Social. Muchos de ellos conservados en el anonimato por la historia oficial.

Frente al discurso colonizado del “posibilismo” y la proliferación de los que exaltan el conformismo y la derrota de los nadies como única salida a la catástrofe social impuesta por el cogobierno con el FMI -legión experta en el Stand Up mediático- queda el ejemplo a seguir de los que dieron la vida por una Nación Libre, Soberana y con Justicia Social. La oligarquía, los monopolios, los medios hegemónicos y las derechas partidarias saben que habrá reacción popular contra los atropellos y que deberán lidiar con la resistencia social que estará presente en la confrontación inevitable entre ajustadores y ajustados.

*Periodista. Congresal Nacional de la CTA Autónoma en representación de la provincia de Córdoba