El predominio de las nuevas derechas refleja el fracaso de las democracias representativas

Por Jorge Falcone

“Sin movilizar a las masas ni abandonar el culto al pasado, difícil será el triunfo de Lula. El fraccionamiento comunitario, potenciado por el desmantelamiento del mundo del trabajo a lo largo de cuatro décadas de neoliberalismo, hace sensible a la sociedad a un tipo de liderazgo salvacionista e inorgánico – una especie de neopopulismo – capaz de dirigir voluntades y transformar la ira social en fuerza política. Ese es uno de los temas que los intelectuales del lulismo olvidaron tomar en cuenta”.

Juraima Almeida en portal Tramas.

Cualquier observador atento del acontecer global advertirá que los índices oceánicos de abstencionismo que se observan actualmente en la mayoría de los comicios, la extrema polarización de numerosos electorados (como acaba de verificarse en Brasil), así como el ascenso del neofascismo en Italia, o la alianza local negacionista entre Milei y el bussismo, distan de ser fenómenos silvestres.

En efecto, todo indica que lo que hace agua es un sistema oportunamente propuesto como “el mejor de los posibles”, idea que ha instaurado un sentido común que – a falta de utopías de cambio radical – fue resignando a muchos pueblos a aceptar “el mal menor”, a delegar en dirigencias políticas venales y rentistas el ejercicio de la política, y por ende las grandes decisiones.

Consecuentemente, podría concluirse que el magnicidio fallido cometido en nuestro país por la banda mediáticamente bautizada como “Los Copitos”, más allá de eventuales terminales políticas discursivamente instigadoras, está lejos de ser un fenómeno de cabotaje.

Así, en cada latitud – al menos de Occidente – comienza a verificarse que estos grupos están capitalizando la insatisfacción democrática, en la medida en que encuentran espacio para encarnar la rabia supuestamente antisistémica que entre los 60 y 70 supieron representar esas izquierdas cuya indefinición actual cede terreno a la avanzada conservadora.

Este inquietante panorama se completa con un oficialismo que, a pesar del condicionante de su identidad política, cada vez se diferencia menos de la oposición, como quedó de manifiesto en el último y violento embate contra la comunidad mapuche residente en Ingeniero Mascardi (foto que ilustra esta nota), circunstancia en la que el proceder del Ministro Aníbal Fernández emuló al de la Jefa del PRO en el operativo que costó la vida de Santiago Maldonado, dejando al descubierto una matriz conceptual y represiva común y ajena a cualquier tipo de “grieta”.

Paralelamente, los gobernadores oficialistas del Norte Grande – en representación de sus colegas del resto del país y el ministro kirchnerista Eduardo “Wado” De Pedro en nombre de Cristina Kirchner – encaran una campaña pro eliminación de las PASO, dispuestos a ayudar a Sergio Massa a que estabilice la economía, y a movilizar al PJ en los distintos distritos desplegando un operativo de control de daño alrededor del Presidente.

Convencidos de que los que saben ganar elecciones son ellos, no piensan volver a caer en el error que consideran haber cometido en 2021, cuando, por cuidar las formas y la institucionalidad, dejaron que Alberto Fernández decidiera quiénes encabezarían las listas en Buenos Aires y CABA.

A su vez, el Instituto Patria, viendo como perdidosa la elección de 2023, concentra el esfuerzo en conservar su bastión bonaerense y comienza a barajar un posible entendimiento con la izquierda, mientras no sería descartable que, dada su feroz interna, el macrismo se desintegre en primera vuelta, cediendo significativo terreno a los “libertarios”.

Por lo demás, si la tensión entre PTS y PO no continuara escalando hacia una ruptura, también sería esperable un buen desempeño de la izquierda parlamentaria, que – recientemente fortalecida por el triunfo en el conflicto del neumático – quedaría en condiciones de capitalizar las banderas a las que viene renunciando el peronismo institucional.

El curso de la economía no hace más que crispar el escenario descripto.

El pedido público de CFK por tuit a Massa, para que diseñe “un instrumento que refuerce la seguridad alimentaria en materia de indigencia”, después de que el INDEC difundiera el dato de 2,6 millones de personas en esa condición (8,8%), canceló casi dos meses de idilio con el Súper Ministro, aunque podría interpretarse como un acto de oportunismo político para retener votantes. Por un lado, coincidió con el reclamo del movimiento piquetero durante el campamento que ocupó durante dos días la Avenida 9 de Julio. Por otro, la Vicepresidenta no podía ignorar que el decreto que estableció el “dólar soja” de $200 destinó parte de la recaudación adicional por retenciones a otorgar “una prestación monetaria extraordinaria y de alcance nacional, que asegure una adecuada alimentación a las personas en situación de extrema vulnerabilidad”. Vale decir, una discreta vuelta de tuerca en materia de asistencialismo, similar al “refuerzo de ingresos” que meses atrás promovía el cristinismo en reemplazo del frustrado proyecto de Máximo Kirchner.

Con una liquidación extraordinaria del agro de U$S 8.123 millones, las reservas solo subieron en U$S 887 millones, mientras que los pasivos monetarios subieron en $ 1,4 billones, esto explica la suba del dólar objetivo para el mes de octubre.

Los depósitos en pesos subieron $ 1,3 billones, lo que muestra mucho dinero en los bancos, aunque la demanda de dinero medida a 12 meses muestre una caída significativa. Los depósitos en dólares caen en términos reales.

En materia de préstamos no se observa una mayor demanda, aunque crecen por debajo de la inflación esperada. Por ejemplo, las financiaciones con tarjeta crecen al 70,6% anual y los préstamos personales al 50,5% anual, cuando la inflación objetivo estaría en torno del 85% anual, incrementando la recesión.

Preocupada ante una nueva ola de conflictos y reclamos paritarios alentados por los gremios más influyentes – como Bancarios, Seguro o Camioneros -, la coalición gobernante realiza ingentes esfuerzos por terminar el año garantizando una paz social imprescindible para ingresar al siguiente en condiciones de elegir nuevas autoridades nacionales en un clima de concordia. Sin ir más lejos, a pedido de las organizaciones sociales oficialistas, Alberto Fernández convocará en los próximos días al Consejo de la Economía Popular, órgano que fue creado con la ley de Emergencia Social de 2016 y que nunca se terminó de institucionalizar. A propósito de ello, esos movimientos presionan por un decreto para que sus cooperativas se incorporen a obra pública de baja complejidad de hasta $300 millones y de la construcción de viviendas.

Esta carrera contra reloj se asemeja a la que se produjo en 1975 después del “Rodrigazo” y desembocó en la primera hiperinflación de la Argentina. Con una gran diferencia: en aquella época el empleo en negro o precario era mínimo, ahora alcanza a más de un tercio de la población en condiciones de trabajar y sus ingresos fueron los que más perdieron frente a la inflación. En los primeros siete meses de este año subieron la mitad (31%)

Pese a todo lo expresado hasta aquí, late en el inconsciente colectivo un patrimonio de luchas y programas constitutivo de un valioso capital que el pueblo argentino no dilapidará. Es hora de que despierten las células dormidas que lo atesoran.

Fuente: La Gomera de David