El primer ajuste neoliberal

Por Carlos Saglul*

Para  la historia oficial el primer gran ajuste neoliberal que registra la Argentina comienza  un 4 de junio de 1975 por la mañana cuando Celestino Rodrigo (foto de portada) en un ademán demagógico de austeridad se sube al subterráneo para jurar como Ministro de Economía de Isabel Perón. Sobran cámaras para filmarlo. Pero en  realidad, hay una pre-historia oculta y son las reuniones que mantiene el Ministro de Bienestar Social, José López Rega, en ese momento jefe de facto del Gobierno de Isabel Perón, con los principales sectores empresarios ligados al capital multinacional y los jefes de las Fuerzas Armadas.

Ellos son los que definen el ajuste que sobrevendría y cuyo fracaso, los convencería en la necesidad de instaurar meses después el terrorismo de Estado como única forma de viabilizar la transformación económica del país que se proponían. Treinta mil desaparecidos, miles de militantes y delegados sindicales asesinados, presos, exiliados, despedidos, fueron el saldo del parto de la Argentina neoliberal.

De Gelbard a la máquina de picar carne

Ricardo Zinn.

El Pacto Social de José Ber Gelbard había dejado de latir casi junto al cuerpo del general Juan Perón. Lo siguió en el cargo de ministro de Economía Alfredo Gómez Morales, en el fondo tan liberal como Rodrigo, pero sin el necesario arco de alianzas que lo respaldara para llevar adelante el ajuste salvaje que se intentaría pocos meses después. La crisis energética cuadruplicó el precio del barril de petróleo, se deprimieron los precios agrícolas, quedó cerrado para las carnes argentinas el mercado de la Comunidad Económica Europea, que además duplicó los subsidios a la producción del campo. Un ciclo económico terminaba.

Rodrigo, un oscuro ingeniero, era en realidad “Chirolita” de un cuadro al servicio de los grupos económicos concentrados: Ricardo Zinn. Él fue el verdadero autor del plan de ajuste. Por eso, una vez que su plan fue derrotado por las masas obreras volvió a ejecutarlo con mejor suerte con el Proceso de Reorganización Nacional, a profundizarlo con Carlos Menem, hasta que murió en un extraño accidente aéreo, junto a José Estenssoro, titular por aquel entonces de YPF.

El 4 de junio de 1975 se conocían los detalles del ajuste neoliberal que pensaba llevar adelante Celestino Rodrigo: Devaluación de más del 150 por ciento, suba promedio de los servicios públicos del cien por ciento, incluido el transporte, aumento en los combustibles del 180 por ciento.

Las medidas dispararon la inflación licuando las deudas de gran parte de las empresas y disminuyendo enormemente los salarios. Zin se proponía aumentar la productividad de las empresas vía devaluación del peso, licuando los salarios al tiempo que el terrorismo de derecha trataba de mantener a raya al sindicalismo combativo como el de Villa Constitución, cuyos dirigentes fueron presos o desaparecidos, durante el gobierno de la última esposa del general Perón.

Los anuncios de Rodrigo se realizaron cuando las negociaciones paritarias estaban por terminar. Había casi un acuerdo general que rondaba el 38 por ciento. De repente todo se disparó. Los gremios se negaron a firmar los aumentos acordados. El gobierno ofreció un 45 por ciento de incremento, luego un 65 pero no logró calmar las aguas. Se reanudaron las paritarias y pocos acuerdos cerraron por debajo del 130 por ciento.

Como el Ministerio de Trabajo se negó a rubricarlos, los metalúrgicos realizan una movilización para “agradecer a Isabel los convenios firmados”. La cúpula de la CGT, ante el cariz que tomaban los acontecimientos –adopta el código de procedimientos- se manda a mudar del país con la excusa de la reunión de la Organización Internacional del Trabajo. Isabel habla por cadena nacional para suspender las negociaciones colectivas.

Los consejos de Rogelio

Isabel Martínez de Perón.

El vandorista Rogelio Papagno, de la UOCRA, recomienda que “los obreros  no deberían pedir lo que el país no les puede dar”.

Como luego se repetiría en la historia, la bestial política de ajuste que intentó Celestino Rodrigo no tenía como objetivo detener a la inflación sino la transferencia de ingresos de un sector a otro de la sociedad, barrer con el poder de los sindicatos y la reprimarización económica.

“Señores nuestra política parecerá dura pero es en bien del país. Los versos, las guitarreadas no caminan más… no hay que hacer huelga para no facilitar a la antipatria”, defendió el plan de Rodrigo, el ministro José López Rega. También el  diario La Nación elogió “la inusual coherencia del gobierno” demostrada en las medidas a  tomar. Tanto Rodrigo como Zinn fueron agazajados en una cena que tuvo lugar en las  instalaciones de  Acindar por el Consejo Empresario Argentino. Estaban allí representantes  de casi todas las grandes empresas trasnacionales y sus socios criollos.

En la calle el clima era otro. La leche subió el 65 por ciento, los medicamentos 70 por ciento, el  transporte tuvo un cien por ciento de incremento.

José López Rega.

López Rega se reúne con los mandos de las Fuerzas Armadas y trata de pactar la intervención de la CGT. Sabía que la presión de las bases hacia el paro inminente. Por el  contrario, los comandantes de las  Fuerzas Armadas se reúnen con Isabel y  le plantean la necesidad del  alejamiento de López Rega. Lo mismo hacen los dirigentes de la CGT a través de sus  secretarios adjuntos Adalberto Winner de Luz y Fuerza y José Báez del Seguro (Lorenzo Miguel, Casildo Herrera y gran parte de la  conducción estaban en Europa participando de una reunión de la OIT).

Nunca como en esos días, los trabajadores movilizados repiten consignas como aquella que dice “con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes”. Finalmente la CGT declara la Huelga General, la primera de toda su historia durante un gobierno peronista. Sería algo más que un paro dominguero. Las calles son ganadas por los sectores más combativos del movimiento  obrero.

En Córdoba más de cien mil huelguistas piden que se respete el aumento del cien por ciento que han logrado. Millares de obreros de la Ford y otras empresas se meten como un río en laAautopista Panamericana rumbo a la Capital Federal. En Santa Fe, se toman las rutas y una verdadera marea humana se nutre de trabajadores de Fiat, General Motors, Peugeot. En la Plata, Propulsora se declara en asamblea permanente. Metalúrgicos y otros sindicatos ganan las calles en Mendoza. El país es un polvorín.

Las organizaciones revolucionarias participan de las protestas, hostigan a las fuerzas de la represión cuando intentan reprimir. Hay banderas de Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo en las marchas. El  aire ya no huele a ajuste sino a rebelión.

Alfredo Martínez de Hoz.

El Congreso Empresario Argentino presidido por Alfredo Martínez de Hoz y la Sociedad Rural Argentina que habían apoyado el plan Zinn-Rodrigo se dan cuenta que la reconversión que intentan llevar adelante requiere de tiempo y sangre (la nuestra). Hay que eliminar toda resistencia obrera. No pasará mucho tiempo para que el comandante en jefe del Ejército, Alberto Numa Laplane, sea reemplazado por Jorge Rafael Videla. Los grupos económicos más concentrados, la oligarquía, han tomado nota de que la reconversión que quieren realizar es imposible sin destruir hasta la más mínima  expresión de organización del Movimiento Obrero y sus conducciones antiburocráticas.

Finalmente -después de una monumental movilización el 27 de junio de 1975 que colmó la Plaza de Mayo- cae Rodrigo, los militares meten en un avión a José  López Rega y lo mandan a Madrid. Más allá del triunfo coyuntural el país ya no sería el mismo. No solo porque el salario de la mayoría de  los trabajadores no se recuperaría, sino porque el golpe de marzo de 1976 ya estaba en marcha. Nacía la Argentina neoliberal que aún hoy  sufrimos.

*Periodista

Nota publicada en el Periódico de la CTA Nº 102, correspondiente al mes de mayo de 2014