Ernesto Jauretche y los lados de la grieta

El Estado durante la pandemia, las organizaciones políticas frente a los avances reaccionarios, y el rumbo ambiguo del Gobierno. En esta entrevista, el escritor despliega una lúcida y profunda observación sobre la realidad nacional y regional. “El intento de destitución recién se inicia”, advierte.

Por Carlos Saglul

Hace un par de días su cara apareció en los diarios. Fue cuando se dio a conocer que se habían encontrado archivos de los servicios de inteligencia de la dictadura con un álbum de fotos de los “subversivos” más buscados por los genocidas. Ernesto Jauretche, sobrino de Don Arturo, es parte de la generación de los 70, ex militante montonero, periodista y autor de “No dejes que te la cuenten” entre otros libros. Nació a la política cuando ya existía “la grieta”, solo que tenía otro nombre. También estaban ya los grupos económicos concentrados, Clarín, Techint, Ledesma, el asedio a la democracia y algo que por suerte parece superado: los golpes de Estado. De eso hablamos.

-El bloque de poder que tiene enfrente el actual gobierno pone nervioso al más pintado. ¿Se respondió correctamente al desgaste y el clima de destitución?

-El intento de destitución recién se inicia, apuntan a construir consensos alrededor de ese objetivo. Hoy por hoy no tienen el aval de la ciudadanía. Las declaraciones lamentables del ex presidente Eduardo Duhalde y de la jefa del PRO, Patricia Bullrich son, por ahora, gestos aislados. No obstante, es evidente que están preparando el clima.

Hasta aquí las respuesta a esas maniobras han sido institucionales, prudentes, tratando de no pagar por el pito más de lo que el pito vale.

La peor parte de esta ofensiva fue la huelga policial, los efectivos en la puerta de la residencia de Olivos. Obvio, esto está lejos de parecerse al clima de golpes de Estado como el de 1976.

-Evo Morales había mejorado mucho la situación económica de la Policía que contribuyó a su destitución. Lo mismo hizo el PT con los habitantes de las barriadas populares de Brasil, abandonadas por los cuadros políticos, ocupadas por los evangelistas y donde nadie se movilizó para enfrentar la destitución de Dilma Rousseff y el posterior encarcelamiento de Lula…

-En política se no se trata de ocupar los territorios militarmente o solamente llegar a través de medidas administrativas en beneficio de sus habitantes. Es necesario hacer docencia y lograr que la gente se organice para defender sus intereses.

El discurso del gobierno, aún el del propio presidente es poco claro a la hora de marcar al enemigo, definir claramente un proyecto que le dé futuro a la angustia de los sectores populares. Además faltan cuadros medios que vinculen las bases con el Estado.

El territorio debe ser atendido. No se puede pensar en la gente como un sujeto pasivo. Necesitamos organizar a las bases alrededor de un proyecto colectivo y solidario, darle sentido al esfuerzo cotidiano.

La ayuda social sola no sirve por más calidad que tenga. Si no se enriquece la conciencia de la gente los beneficios económicos no hacen otra cosa que fogonear el individualismo, dar lugar a demandas personales que terminan siendo canalizadas por la desestabilización neoliberal. Insisto, políticas para el territorio, es mucho más que medidas económicas.

No son sujetos aislados los que pueden cambiar la historia ni especialistas, o científicos por más capacitados que estén. Se necesitan cuadros que organicen a las mayorías populares y las trasformen en protagonistas de la construcción de un futuro más justo.

-¿Es la pandemia lo que no permitió movilizar al pueblo para enfrentar el clima destituyente?

-El discurso del gobierno habla de la unidad de todos los sectores sociales como su máximo objetivo. Es decir, se pone en una misma bolsa al poder económico concentrado y los sectores empobrecidos por esa concentración de la riqueza. Es imposible conciliar intereses que son antagónicos. Es un discurso que confunde, no clarifica.

No es la pandemia lo que no permite la organización de los sectores populares. Todo lo contrario. Es un momento que facilita evidenciar el lugar clave del Estado. Pero es necesario salir a explicarlo.

La gente recibe la ayuda como un derecho, algo natural y hace bien. El Estado dispone que tengas que estar en cuarentena y por lo tanto es razonable que te paguen el sueldo. Te solicitan no salir de tu casa y eso explica que te provean de alimentos.

No se insiste, lamentablemente, en qué pasaría si estuvieran en el gobierno los representantes de esos intereses con los que justamente te quieren “reconciliar”.

Es muy difícil construir poder sin aceptar la necesidad de mostrar esa contradicción. Obviamente, la historia no se detiene y tarde o temprano el gobierno va a tener que reaccionar. Eso que llaman “la grieta” -que hace rato existe- no te deja más remedio que elegir de qué lado estas parado. No se puede caminar con un pie en cada lado de la grieta. Esta crisis terrible impondrá a la larga elegir entre movilizar al pueblo, organizarlo o reprimir.

-Los neoliberales hablan de pueblo, un pueblo que dicen “está cansado y se puso de pie a recuperar la libertad”. ¿El pueblo peronista dónde está?

-El neoliberalismo habla de república, agita banderas argentinas desde sus coches importados, en los balcones de los barrios de gente de guita. Ellos hablan en nombre del pueblo cuando en realidad todo lo que defienden son los intereses de una minoría, seguir obteniendo ganancias extraordinarias a costa de una pobreza que no deja de crecer. Hablan de recuperar una libertad que jamás estuvo siquiera amenazada.

El pueblo humilde no se ve en las manifestaciones. Son los que más respetan la cuarentena. Eso demuestra que siguen a su gobierno al actual y por eso no salen masivamente a la calle. Pero, ¡ojo! La salida de la pandemia será muy complicada desde el punto vista económico.

-Y más cuando tratan de forzar una devaluación…

-Están bárbaras las medidas de asistencia económica que se tomaron pero hay que contener a la gente políticamente. Lo contrario es dejar que crezca otro Jair Bolsonaro.

Si no organizamos al territorio, la CIA y el Departamento de Estado te mandan a las Iglesias evangelistas como ya sucede en otros lugares del continente.

Decimos que los neoliberales tratan de presentar a la política como una mala palabra y es verdad. Pero entonces, no corramos el riesgo de quedarnos encerrados con los técnicos en la soledad de los despachos. Es necesario que los partidos políticos que forman parte del frente que gobierna cumplan con su rol y salgan a buscar a la gente. El año próximo hay elecciones, es necesario organizarse. Hagamos política antes que sea tarde.

Foto: Captura entrevista en Canal 9

Fuente: www.canalabierto.com.ar