Generar cambios a nivel político debe de ser la meta del activismo en el trabajo sexual

Nosotras lo denunciamos así, con las palabras que teníamos y con la bronca que sentíamos. Teníamos el cuerpo cansado de entrar y salir de las comisarías y de sufrir los abusos policiales sistemáticos.

La policía juvenil se fue con las manos vacías. Las trabajadoras sexuales no. Porque en ese momento de indignación nos unimos y empezamos a organizar. AMMAR Cordoba es una organización de trabajadoras sexuales que ya lleva dos décadas de lucha. La ola abolicionista vino después, mucho después de la organización. No es que no hubiera posiciones abolicionistas antes, pero fue recién entre el año 2010 y 2012 que apareció con una fuerza nunca antes vista en los medios de comunicación, en los foros políticos, y también en las líneas de financiación extranjera.

AMMAR Cordoba enfrentó la ola abolicionista de muchas maneras. Desafiamos públicamente la confusión entre trata de personas y trabajo sexual autónomo, consentido y adulto denunciando que esa confusión solo alimenta el estigma, la clandestinidad, la violencia y la explotación. Denunciamos que el abolicionismo no elimina las mafias ni hace a las mujeres menos vulnerables a la corrupción de la policía. Logramos ser parte del Comité provincial de la lucha contra la trata donde se sientan organizaciones abolicionistas, pero también estamos nosotras para asegurarnos que nuestras voces se escuchan.

Esto es así porque cuando se limpian los argumentos morales y de sexualidad, lo que se discute es el mercado del trabajo, el capitalismo y las condiciones que hacen posibles la explotación y la trata en las relaciones laborales.

Desde la lucha de las trabajadoras sexuales organizadas se logró derogar el violento y discriminatorio artículo 45 del Código de Faltas que condenaba la “prostitución molesta o escandalosa”. Conseguimos evitar las detenciones policiales constantes y sistemáticas, y denunciamos los abusos que se cometían en la ‘industria del rescate’ en los planes de lucha contra la trata. Respondimos, fuerte y claro, cada vez que alguien nos decía que no sabemos lo que queremos, o que no queremos hacer lo que hacemos, o que no lo hacemos por nosotras mismas.

Cuando nos invitaron a participar de este foro y responder a la pregunta ‘qué funciona y qué no funciona para descriminalizar el trabajo sexual’ miramos para atrás y la respuesta parece ser solo una: la política.

Creemos que la política tiene que ser la base de toda organización de trabajadoras sexuales. Al principio, desde la organización hacíamos muchas actividades relacionadas a la salud pública, prevención del VIH, servicios de atención médica e información amigables. Todas actividades muy importantes para la vida las compañeras. Pero creemos que las organizaciones de trabajadoras sexuales no pueden hacer solo eso. No pueden tener una estructura de ONG. Es fundamental adoptar la estructura de sindicato, tener delegadas de las zonas de trabajo, formarnos políticamente, escuchar otras luchas contra la precarización y la explotación. Esto es así porque cuando se limpian los argumentos morales y de sexualidad, lo que se discute es el mercado del trabajo, el capitalismo y las condiciones que hacen posibles la explotación y la trata en las relaciones laborales.

Las asambleas son – y tienen que ser – el espacio de construcción de la lucha de las trabajadoras sexuales, para poder tener una voz verdaderamente representativa. Nunca va a haber una voz igual, única y uniforme de todas las trabajadoras sexuales; esto es imposible para cualquier sindicato u organización social. Es importante decirlo porque vemos una y otra vez que aparecen en los medios testimonios aislados e individuales, que muestran a la trabajadora sexual como ‘un trabajo feliz’ o una ‘víctima de violaciones sistemáticas’. Esos testimonios se muestran como una verdad universal del trabajo sexual. Eso no existe.

La voz del trabajo sexual, tiene que ser una voz colectiva, debatida y consensuada desde las asambleas. Las puertas de las asambleas siempre tienen que estar abiertas a las nuevas compañeras, y tiene que destinarse dinero para cubrir con los costos de la participación política, como transporte y comida.

Es más, tenemos que promover el debate político de todas las formas posibles. Por ejemplo, AMMAR Cordoba tiene un ‘fondo político’ que solo lo usamos después de debatir políticamente en qué necesidades o para qué problemas lo vamos a usar. El debate sobre el destino de los fondos nos ayuda a promover otros debates políticos más amplios. De la asamblea sale todo: los problemas, las propuestas, las necesidades, todo.

La unión hace la fuerza

Las alianzas son fundamentales. Desde los primeros años, AMMAR Córdoba tejió una alianza estratégica con la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) que es una de las centrales obreras más fuertes de la Argentina e incorpora formas de trabajo informal, precario y marginado. Fue necesario el apoyo de líderes clave en la CTA, porque al principio había quienes no entendían qué hacíamos las trabajadoras sexuales ahí.

Compartimos el espacio gremial, las ideas, las experiencias de vida y pudimos ver todo lo que teníamos en común. Conocimos la lucha de los compañeros detenidos por luchar por un mejor sistema social y económico en la última dictadura militar en Argentina. También pudimos escuchar cómo se organizan otros trabajadores precarizados, como los carreros, naranjitas, etc. Esa alianza te permite identificarte como una trabajadora en un sistema capitalista perverso. Y nos fortaleció la lucha colectiva por nuestros derechos laborales, y para mejorar nuestra calidad de vida, tener obra social, jubilación, etc.

La alianza con la CTA nos enseñó a hablar el idioma del poder. La política nos hace escuchar, preguntar, contestar, discutir entre nosotras y con otra gente. Y así se les hizo más difícil decirnos que estamos confundidas, que no sabemos lo que queremos. Y no se trata solo de poner en palabras el deseo, la voluntad o los problemas, sino para ponerlo en esas palabras que son las que le llegan al poder.

Pero a veces esto tampoco es suficiente, porque hay gente en el poder que solo escuchan si se les habla en difícil y con varios títulos detrás del escritorio. Y eso pasó mucho durante y después de la ola abolicionista. Entonces, AMMAR Córdoba hizo otra alianza estratégica con profesionales y activistas que estaban a favor del reconocimiento del trabajo sexual. Se impulsó en 2012 la Red por el Reconocimiento del Trabajo Sexual que generó herramientas organizativas para visibilizar y acompañar a las voces de las trabajadoras sexuales. Desde la Red se hicieron campañas de difusión, charlas en la universidad o en museos; se publicó un libro que se llama ‘Parate en mi esquina’ que es el primer libro a nivel nacional dedicado íntegramente a argumentar a favor del reconocimiento del trabajo sexual.

Nuestra organización tiene una impronta local, pero hoy busca entrelazarse con redes y organizaciones de otras provincias y países. Desde el año 2018 organizamos Encuentros Nacionales de Trabajadoras sexuales, con compañeras de otras provincias que sumaron al debate. También estamos comenzando a coordinar junto a la Plataforma Latinoamericana de Personas que ejercen el Trabajo Sexual (PLAPERTS) realizando talleres de formación para nuestras compañeras y aprendiendo de las realidades en otros países hermanos de Latinoamérica. Sentimos que con paciencia estamos tejiendo redes poderosas que permitan romper el aislamiento de la estigmatización y de nuevo politizar nuestras necesidades.

AMMAR Córdoba nació de la necesidad de dejar de ir presas por ejercer el trabajo sexual en las calles, hoy seguimos militando enfocadas en las compañeras que ofrecemos nuestros servicios en la calle y abiertas a quienes trabajan bajo las nuevas modalidades de internet. Nuestras preocupaciones son enfrentar las consecuencias de la exclusión social, la problemática de la violencia de género y el abandono institucional.

Hoy nuestro objetivo desde el sur del mundo está puesto en poder construir entre nosotras una propuesta y una gran campaña por los derechos laborales con la Jubilación y la Obra Social como conquistas palpables. Junto a la Universidad Nacional de Córdoba hemos realizado un relevamiento social que indica que el 73% de nuestras afiliadas declaran ser jefas de hogar, 80% son mujeres solteras, 76% tienen hijos. Además el 93% de las trabajadoras sexuales no tienen obra social, el 92% no tiene otro trabajo y el 91% no tiene jubilación.

Esto es precariedad. Esto es político. No queremos que se oculte nuestra realidad. Tenemos confianza de que poco a poco organizadas, abiertas a aprender de nuestras alianzas vamos a poder alcanzar el reconocimiento del trabajo sexual como un trabajo.

Fuente: www.opendemocracy.net