Gustavo Busso: “La sensación térmica es bastante peor que la temperatura real”

Por Jorge David Floriani

Gustavo Busso, es Economista y Magister en Ciencias Sociales, graduado de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional de Río Cuarto, y docente en el Doctorado en Desarrollo Territorial. Otro Punto dialogó con él para entender la situación económica que atraviesa el país y cuál es la perspectiva de cara a los meses venideros.

-¿Cómo está la situación económica del país?

-La situación es muy compleja. Si uno mira para entender la coyuntura del presente, debe entender que la coyuntura emerge de problemas estructurales históricos. En la cuestión estructural histórica, Argentina viene endeudándose mucho desde la última dictadura militar, en los tres ciclos neoliberales, que son esa misma dictadura, la etapa Menem-De La Rúa y la de Macri. La verdad es que dejaron a la Argentina en un serio endeudamiento por un modelo de valorización financiera. El nuevo gobierno sube con la promesa de cambiar el esquema de valorización financiera y endeudamiento mejorando la distribución del ingreso. Con una muy pesada herencia de una deuda impagable, luego en el medio la pandemia y ahora la guerra de Ucrania.

Este gobierno, la actual alianza gobernante, no ha podido cambiar la ecuación entre dólar, precios, salarios y tasa de interés. La inflación siguió muy alta y no ha podido mejorar, como decía en su contrato electoral, el ingreso de la población. En el fondo esa es la discusión interna de la alianza de gobierno. Es una situación muy compleja pero también porque el mundo está en una situación muy compleja. Argentina tiene que necesariamente bajar el ritmo de inflación, a pesar de que está aumentando en todos los lugares del mundo.

-¿La inflación es un mal endémico en la Argentina?

-El problema de la Argentina es que tiene una economía bimonetaria. Es uno de los países más dolarizados del mundo, pero en un contexto donde hay escasez de divisas. El gobierno anterior, que como todos los gobiernos tuvo problemas de liquidez de dólares, no sólo que no solucionó el problema, sino que lo transformó en un problema de insolvencia de dólares. Argentina está quebrada desde el año 2018. En dos años el anterior gobierno fundió la Argentina. Esta deuda es impagable dada la estructura que tiene Argentina. Para modificar la inflación hay que modificar esas estructuras que tocan grandes intereses, los de la clase dominante. La crítica que le hace la vicepresidenta al presidente es que, para mejorar el crecimiento del año pasado, y aunque menor, también el primer semestre de este año hay que acompañarlo con medidas distributivas. Eso implica tocar intereses y eso es en lo que no se ha avanzado.

-Las críticas de Cristina por no tocar ese tipo de intereses ¿No son intereses que tampoco tocó ella?

-Ella mejoró la distribución del ingreso, de los últimos 50 años el período 2003-2013 fue el mejor de Argentina. Pero el problema de Argentina es, para mí, el de los tres modelos neoliberales que han fracasado. Los modelos neodesarrollistas o llamados nacionales y populares son superiores, pero no han resultado suficientes. El dilema de aquí en más es que no podemos repetir el modelo kirchnerista ni el neoliberalismo de Videla, Menem, De La Rúa y Macri. Sería un nuevo fracaso. Hay que repensar la política, desde la necesidad de un acuerdo político para poder avanzar en los cambios distributivos necesarios. Hubo un proceso no sólo de endeudamiento sino de distribución regresiva del ingreso. Para hacer eso se necesita poder dominar la inflación. La inflación es el aumento generalizado y sistemático de los precios, pero algunos aumentan más que otros, por ejemplo, aumentan menos los salarios que los alimentos. Esto es así porque los alimentos están muy concentrados y monopolizados en muy pocas empresas, muchas de ellas transnacionalizadas.

-¿El consumismo produce inflación?

-La inflación hoy tiene multicausalidad y multidimensional. Hoy en día tiene un fuerte componente inercial, y también está centrado en lo cambiario más que en lo monetario. La escasez de dólares o cualquier rumor de posible devaluación a futuro se traslada a precios, sobre todo en una estructura concentrada. Lo que necesitamos es un Estado que se pueda poner a favor de la industria nacional, del empleo de calidad y la mejora de la distribución para poder ordenar la macroeconomía y subordinar los grandes intereses económicos para que no obtengan ganancias extraordinarias. El debate que se da al interior del Frente de Todos es el resumen de este problema de la Argentina. Necesitamos crecer, pero el problema es que el Acuerdo con el Fondo que el actual gobierno cerró sólo pateó la deuda para adelante, no solucionó el problema. De esa deuda algo se ha pagado. El tema es que la escasez de dólares y una deuda impagable en el Banco Central ha ubicado a la Argentina en este último mes en una situación estructural de golpe de Estado. Por la escasez de dólares, la escasez de gasoil y la posibilidad de algún desabastecimiento. Los sectores de poder económico, político, judicial y mediático juegan a favor de una devaluación, que sería lapidaria para la producción nacional y los ingresos de los trabajadores.

-¿Esa devaluación no se viene realizando de hecho?

-Se viene dando, pero lo que quieren los sectores concentrados que tienen sus activos en dólares quieren una devaluación porque significa una transferencia de ingresos de abajo hacia arriba. Lo que necesitamos ahora es crecer, pero Argentina necesita un shock distributivo para que reactive el mercado y la producción interna que genera empleo. Crecer a través de empleos de calidad.

Es difícil lidiar con los sectores concentrados de poder porque no sólo tienen poder económico, porque tienen las divisas, sino que también tienen poder en lo judicial, mucho poder en lo mediático, mucho poder en lo externo como es el Fondo. El gobierno anterior ganó muy apoyado por el Fondo, por Estados Unidos, por Brasil, por la Justicia y el poder económico para al final chocar el auto de la calesita. Este gobierno actual quiso empezar, incluso desde el primer discurso del Presidente de marzo de 2020, con leyes de emergencia económica, sanitaria, educativa. Intentó y cuando vino la pandemia la agenda cambió totalmente. El gobierno desde entonces no ha avanzado en cambios institucionales más profundos que permitan al Estado tener más poder sobre la disposición de dólares. Esto implicaría un gobierno con la suficiente fortaleza para introducir esos cambios, pero, al estar dividido en su propia fuerza, es como un perro que se muerde su propia cola y no puede avanzar en ese sentido.

-Cuando habla de generación de empleo, ¿Qué opina de que hoy existen un millón y medio de trabajadores registrados que son pobres?

-Hoy en día ser asalariado formal no es sinónimo de salir de la pobreza. Ese es el problema en el que estamos. Ha habido una redistribución regresiva del ingreso a pesar del fuerte crecimiento del año pasado, de 10,10%, con una inercia de crecimiento que incluso ha llegado hasta el primer semestre del 2021 pero no se siente. La temperatura es distinta a la sensación térmica. La sensación térmica es bastante peor que la temperatura real. La distribución ha empeorado y con el fuerte proceso inflacionario ha deteriorado el ingreso fundamentalmente de los sectores informales pero ha llegado incluso a los trabajadores formales.

La problemática no es económica, es política. El problema es distributivo. Y el problema es que, mirando hacia adelante, las alternativas de poder que tenemos para el año que viene son las mismas recetas que han fracasado. La forma de salir es, justamente, saliendo del Fondo Monetario Internacional. Hay que intentar flexibilizar el Acuerdo con el Fondo porque te genera menos instrumentos y opciones, te ata de pies y manos, además de que es un acuerdo inflacionario. Argentina no tiene la correlación de fuerzas hacia el exterior y hacia adentro para avanzar más rápido en esto, menos con una alianza oficialista dividida. Se podría en la medida que se discipline al poder económico para que no tenga ganancias extraordinarias sino ganancias normales, pero para eso necesita ser un gobierno fuerte y confrontar. De todos modos, la confrontación va a venir, por abajo o por arriba. Para mí habría que avanzar en un fuerte plan de estabilización, para lo cual va a ser necesaria mucha fuerza y unidad política del oficialismo, e introducir una desaceleración de la economía.

-¿Qué pasaría si el Gobierno Nacional liberara los precios, dejara a las empresas sin subsidios y realiza un aumento de salarios?

-El tema de eso es que es algo que no necesariamente se resuelve con un decreto. No hay receta mágica para bajar la inflación, va a tardar un tiempo dada la situación estructural de la Argentina. Se necesita poder político para poder ordenar las variables macroeconómicas pero en un proceso que siga generando crecimiento económico para generar empleo e inclusión social real, no a través de planes. Pero, nuevamente, ante esta escasez de dólares quienes concentran esa moneda están apostando por una devaluación. Por eso digo que estamos en una situación muy parecida a un golpe del mercado al Estado. El gobierno está en una situación de mucha fragilidad. El aumento de salario debería venir, pero se tendría que dar en un contexto con crecimiento económico. La situación internacional está muy compleja y hacia adentro también. Hay que buscar consenso político para limitar la tasa de ganancia y la fuga de divisas hacia el exterior. Se necesita mucho poder político porque a quienes se enfrentan, más sus expresiones políticas como la alianza Juntos por el Cambio, no están dispuestos a aprobar ninguna ley del gobierno. Aparentemente es un callejón sin salida. Seguir así y aguantar hasta el 2023 no va a mejorar las cosas. Se necesita decisión política y cambio distributivo.

-¿Es alto el porcentaje del PBI que está destinado programas sociales?

-No recuerdo el número, que de todos modos ha aumentado a pesar de los ajustes. Lo que más ha aumentado en el gasto público son los subsidios a la energía, por los aumentos de los precios internacionales, Argentina ha gastado muchos dólares en esto. El problema no son los planes sociales porque en la medida que el país se recupere se irán eliminando. La cuestión mayor está en la transferencia hacia los de arriba, más que hacia los de abajo. Macri triplicó los planes sociales pero lo que se fue hacia arriba y se fugó al exterior fue lo realmente caro. Tomó deuda por más de 40 mil millones de dólares. Se endeudó para financiar la fuga de los mismos grupos que estaban directamente en el gobierno, ya sin intermediarios, estaba el director de Shell en Energía.

Sobre los planes sociales lo mejor sería ir sacándolos, pero hoy en día la situación social no te lo permite. Necesitas crecimiento económico para lograr empleo formal con sueldos adecuados.

El tema es político porque el cambio distributivo es muy resistido por los sectores más privilegiados que quieren seguir reproduciendo la situación de privilegio. Cortar con eso es lo que necesita Argentina. Hacia futuro se perfila complicado por un gobierno que no resuelve esta situación o un gobierno de los sectores concentrados. Un gobierno fuerte implicaría una política fuerte de unidad sudamericana para ingresar de otra forma a la globalización, no subordinado a Estados Unidos sino de una forma mucho más pragmática. Esto tiene que ser a partir de un bloque sudamericano que hoy es posible por lo que ha pasado en Perú, Colombia, Chile y seguramente en los próximos meses en Brasil.

Argentina tiene que ver qué sucede el año que viene, porque al gobierno ya le queda poco tiempo, es probable que ya sea tarde. De todas formas, el recuerdo de las pésimas administraciones es muy malo, y eso juega a favor del oficialismo. Si no alcanza a mejorar, aunque sea un poco el ingreso de la gente va a estar difícil de ser una opción creíble. Desde la unidad podría lograr la mejora distributiva cambiando la ecuación de los períodos neoliberales en los cuales el principal aumento era del dólar, después venían los precios, las tasas de interés y por debajo los salarios. Invertir esa lógica es lo que prometió el actual gobierno y es lo que la Vicepresidenta le viene exigiendo al actual Presidente. Es ponerse firme en el control de la inflación y haciendo que tributen más quienes más tienen que han sido los beneficiarios del endeudamiento anterior y el aumento exorbitante de precios, sobre todo empresas alimenticias y energéticas. Cuando la frazada es corta el gobierno tiene que decidir a quién tapa y a quien destapa.

-En medio de toda esta situación, ¿Cómo se explica que los gobiernos de las provincias no sólo no hayan entrado en crisis, sino que hasta sigan haciendo obra pública y con superávit?

-Así es. Tampoco es que el gobierno nacional no esté pagando los sueldos. Aun así los salarios de las provincias incluso Córdoba han estado por debajo de la línea de la inflación. No es que las provincias no tengan problemas, como en Río Cuarto mismo que se han endeudado desmedidamente en dólares en la gestión anterior. Todavía no hemos llegado a la crisis y el crecimiento se está dando, pero está ralentizado, se debería garantizar que las provincias puedan crecer con equidad distributiva y sostenibilidad ambiental.

Como sociedad necesitamos pensar en alternativas porque volver a lo pre-pandémico es parte del problema no de la solución. A la vez le tenemos que exigir a nuestra dirigencia política que pongan en el centro la equidad y la sostenibilidad, para pensar en la transición energética, la transición de la movilidad, la transición productiva. Salir de esquemas porque no alcanza solamente con el campo. Necesitamos agregar valor y para eso se necesita inversión. Por ejemplo, en nuestra región tenemos que dejar de exportar sólo granos.

Es un desafío para la Argentina en su conjunto. Necesitamos una transformación estructural pensando no sólo en la recuperación resiliente sino en el mediano y largo plazo. Una sociedad civil activa y una dirigencia política regida por las necesidades reales de la población podrían hacer posible este escenario.

-¿Cómo podría darse un pacto político propuesto e impulsado por este Gobierno?

-El gobierno ha hecho propuestas muchas veces. La principal oposición ha dicho que no entraría en un pacto así, lo dijo Bullrich y Macri. En los dos principales frentes políticos, el de centro-derecha que es la Alianza JxC y el de centro-izquierda que es el FDT, en ambos hay dos líneas fuertes y disputas internas. En Juntos por el Cambio ha sido en parte también por el fortalecimiento de la Unión Cívica Radical, que ya está candidateando a Manes y a Morales. Hoy no se ve posible, de todos modos, que se dé una alianza.

De cualquier forma, es posible que sea necesario un triple pacto, no sólo el pacto entre el capital y el trabajo que siempre ha sido el rasgo de identidad del peronismo. Es necesario un pacto entre los distintos eslabones de la cadena productiva, porque hay eslabones que están muy concentrados como los sistemas productivos oleaginosos, por ejemplo, como vemos en la región. Un pacto entre esos capitales y el trabajo, pero también un pacto territorial, es decir un acuerdo entre las provincias y la nación para pensar otra Argentina. Es difícil ver hoy que se pueda concretar esto. El Estado podría tener la capacidad de realizar acuerdos así pero no contaría con el apoyo de la principal oposición.

El gobierno debería tomar medidas más contundentes para tocar intereses. Evidentemente va a levantar resistencia política, también judicial y mediática. El problema es político porque es distributivo. El oficialismo para esto necesitaría mayor coincidencia operativa de los sectores que componen hoy el gobierno. Ojalá también la heterogeneidad de la oposición pueda hoy poner en prioridad los intereses del país por sobre los partidarios y personales.

-Como economista, ¿Cómo nos ve en un futuro?

-Argentina tiene todas las condiciones para crecer. Si bien la pandemia y la guerra pueden generar malas noticias desde el contexto internacional, porque suben las tasas de interés sobre todo en países tan endeudados como el nuestro, pero a su vez sube el precio de nuestros principales productos de exportación. Ahora bien, si esas exportaciones siguen estando en muy pocas manos y extranjeras seguirá pasando lo que siempre ha pasado. A sus excedentes en pesos los dolarizan y los fugan, cuando no ha habido dólares han logrado cooptar o ser parte ellos mismos de la dirigencia política que en el gobierno han tomado deuda para poder fugar, después esa deuda le quedaba al pueblo argentino. Hay que salir del corsé del Fondo y que a la crisis la paguen quienes se han beneficiado de los endeudamientos como son los sectores financieros y concentrados.

-¿Por qué el Estado no impone por la fuerza lo que tiene que aplicar para nacionalizar? Se supone que quien gobierna es quien tiene el poder político.

-Eso es lo que exigen ciertos sectores de la alianza que gobierna como son el kirchnerismo y los movimientos sociales. Alberto acuerda y tiene buen diálogo, pero no confronta con los sectores de poder. Lo vemos porque no puede controlar la inflación y no tiene dólares. Al estar en esa situación el poder económico le cuenta las costillas y le hace corridas cambiarias. El gobierno debería apoyarse más en la movilización popular para avanzar en estas medidas de distribución. Argentina necesita dólares para crecer entonces el país debería tener mayor control sobre los dólares que genera el país. Cada vez que Argentina necesitaba crecer, al tener una estructura productiva tan desigual, aumentaba las importaciones, pero los dólares necesarios no estaban. Ahí venía la devaluación y eso históricamente se resolvía con un golpe de Estado. Detrás de los golpes venía la Sociedad Rural, como Martínez de Hoz, o un Cavallo que era de los grandes grupos económicos o un Melconian y Macri que eran parte del poder económico. El gobierno que tiene que haber en Argentina y que necesita la pequeña y mediana empresa es uno que se ponga del lado de la productividad y del empleo. El poder real hoy en día es el poder económico concentrado transnacionalizado y financierizado. Por eso se le exige a Alberto que se ponga más firme por un proyecto con mayor inclusión social.

Si seguimos así llegamos a fin de año con una inflación por encima del 80% con salarios que van a estar corriendo por detrás, se va a empeorar la situación social y aumentar la conflictividad por abajo desde los sectores marginalizados y excluidos, y por arriba que siempre está.

Fuente: www.otropunto.com.ar