La cultura y el deporte en el “Club Villa Carlitos”

OPINIÓN

Por Jesús Chirino*

Más allá de la “historia de los grandes personajes” y entendiendo que los procesos sociales no solo se reflejan en los acontecimientos políticos o cambios institucionales, se abre un amplio y rico campo de estudio que, entre otras cosas, incluye la historia de los barrios y las prácticas culturales de su gente.

Y sabiendo que la historia de los barrios no solo pasa por las instituciones del lugar o que intervienen en ese sector, nos animamos a recordar algo de los pasos iniciales de la vida del Club Atlético Villa Carlitos.

El barrio

Quizás lo primero que debemos señalar es que la institucionalidad marca como barrio aquello que señala la división política en el plano, pero ese recorte geográfico es modesto y no siempre se ajusta a la realidad de quienes viven en el sector. Es claro que un barrio es mucho más que los límites territoriales constituidos a partir de necesidades administrativas o urbanísticas, cosa que puede constatarse en la historia de los distintos núcleos urbanos locales que luego constituirían importantes barrios de Villa María. Teóricos afirman, no sin razón, que el barrio es “arte de coexistir con los otros”. Con aquellos con quienes, de manera cotidiana, entramos en contacto ya sea por proximidad o por el reiterado encuentro en el espacio público común del barrio. Es en ese espacio donde generamos nuestra identidad de “vecino”, algo que bien podríamos situar entre lo íntimo y lo anónimo. El barrio es el espacio que alberga la intimidad de nuestro hogar a la vez que forma parte de eso que nos resulta más anónimo como es la ciudad.

Cuando marcamos nuestro sentido de pertenencia al decir “mi barrio”, entendemos que pertenecemos a esa geografía a partir de que en sus calles caminan muchos de nuestros recuerdos y su paisaje nos resulta familiar. El barrio puede ser tan importante en la historia de un sujeto al punto de dejarle marcas de pertenencia indelebles, y esto sucede porque generalmente es esa la región en la cual se aprende la matriz de relación con el espacio público.

Desde esta visión la historia de vida cultural en los barrios adquiere un destacable valor. De allí que reviste importancia rescatar el registro de la vida social y cultural de las modestas instituciones fundadas por vecinos de nuestros barrios.

Club Atlético Villa Carlitos

Durante la segunda década del siglo pasado, la geografía de un sector que ahora corresponde a una parte del barrio “Nicolás Avellaneda”, comenzó a ser modificada por la construcción de humildes casas donde cientos de familias trabajadoras, afincaron sus hogares. Popularmente esa barriada era conocida como “Villa Carlitos”, algunos dicen que era una referencia al primer nombre de uno de los hijos de Carlos Anselmo, dueño de tierras en el lugar. En cambio existen quienes vincularon a “Carlitos” con el primer nombre de ese propietario que desarrolló varios emprendimientos urbanísticos en Villa María. En ese sector de la ciudad, el 18 de septiembre de 1941, se fundó el “Club Atlético Villa Carlitos”.

La primera comisión del novel club, apenas iniciado el mes de noviembre del año de su fundación, se dirigió al intendente municipal Salomón Deiver solicitándole “dos trofeos consistentes en dos copas” para ser otorgadas como premios en un campeonato de bochas y otro de fútbol. El jefe comunal, que ese mismo año había inaugurado varias obras en el sector de la costanera, no descuidaba la actividad cultural en los barrios y otorgó lo solicitado.

Por su parte la institución también generó recursos propios. Un registro de esto quedó en el Decreto Municipal N°321 por el cual se autorizó que el club vendiera mil números de rifa para recaudar fondos.  Fue en ese mismo año que la comisión del club solicitó permiso para “realizar… dos carreras de bicicletas en el barrio Villa Carlitos”. La competencia, puntualiza el escrito, se desarrollaría por la calle “La Rioja al 2400, hasta calle 64, de calle 64 hasta Salta, de Salta a Independencia y de Independencia a La Rioja”. Los deportistas del pedal recorrieron diez veces el circuito establecido.

Años después, en 1951, cuando ya contaban con personería jurídica, organizaron un “festival deportivo” para celebrar los diez años de existencia del club. Aquello que inició aquel mes de septiembre, se repetiría por varios años. Así tenemos que en 1954, el intendente José Perazolo, en los fundamentos del Decreto 672, decía “que estando este Gobierno comunal inspirado en los postulados de justicia social que caracterizan al excelentísimo señor presidente de la Nación, general don Juan Domingo Perón, en lo que respecta a la ayuda que debe prestarse a las entidades deportivas”, y ordenó la compra, en la joyería y relojería “La Suiza”, de una copa. El trofeo se puso en juego durante la conmemoración del décimo cuarto aniversario del club.

Deporte y cultura en el barrio

Durante esa misma Intendencia municipal se autorizaron dos eventos deportivos animados por el ciclista Antonio Pulicich. En febrero de 1955, Luis Reinoso, presidente del club, solicitó permiso a las autoridades municipales diciendo que el referido deportista intentaría “batir el récord provincial de permanencia en bicicleta de 65 horas, en la pista de esta institución de calle La Rioja 2650”. No tenemos registro acerca de la suerte de este importante evento, pero sí existe la certeza de que en noviembre de ese mismo año, 1955, luego del festival deportivo que se realizara para el aniversario del club, Reinoso y el secretario Quinteros, volvieron a solicitar permiso para que el mismo Pulicich realizara otra prueba de resistencia. Esta vez el ciclista pedalearía en un circuito callejero determinado para la ocasión. La hazaña dio inicio el martes 6 de diciembre, intentando permanecer “70 horas sobre bicicleta”.

La largada del “campeón de la provincia de Córdoba de permanencia en bicicleta” sería desde la “monumental pista del club” a las cuatro de la mañana. En un folleto que publicitó el evento puede leerse que “durante los días 6, 7 y 8, usted podrá bailar y divertirse, mientras Antonio continúa pedaleando”. El mismo escrito aclaraba que esa vez el campeón no estaría solo, lo acompañaría su hermano Italo, “con su bicicleta denominada ‘vacaloca’” con la que efectuaría, prometían, “interesantes acrobacias”.

No es difícil imaginar lo popular que habrá resultado el evento organizado por el club que tanto éxito tenía con sus bailes en la “pista al aire libre”. Es de destacar la actividad cultural y deportiva de la institución que organizaba espectáculos en su sede, pero también utilizaba el local del “ex Cine Ideal de bulevar Vélez Sarsfield 1901”. Un documento que registra esto, es el pedido de Simón Quinteros que, en una nota fechada en 1961, solicitó permiso para realizar un “festival de títeres y folclórico” en el lugar.  Años después, con la firma del mismo Quinteros, de Adolfo Fernández y otros vecinos del lugar, el club anuncia que realizaría “espectáculos radioteatrales”. La compañía de Plácido Giugia se presentó reiteradamente en el barrio. Por ejemplo, en diciembre de 1967, Ramón Sarmiento y Antonio Morra, anunciaron que ese grupo representaría la obra “Como los robles” cuya autoría le correspondía a Angel Fernández. Meses antes, los vecinos habían presenciado la puesta en escena de la obra “La plata del gringo”,  pero también se encuentran registro de actuaciones de conjuntos folclóricos, campeonatos de bochas, partidos de fútbol, certámenes de truco, kermés y bailes con grabaciones y con orquestas. También se organizaban juegos tradicionales como el sapo, la tapada y el tiro al blanco.

Bien puede hablarse de una intensa actividad cultural de parte del Club Villa Carlitos, todo un hito en la historia de la ciudad.

*Docente. Periodista. Secretario General de la Unión de Trabajadores de Estados Municipales (UTEM-CTA). Secretario Gremial de la CTA Autónoma Regional Villa María

Fuente: www.eldiariocba.com.ar