La esperanza de los dueños

Por Néstor Pérez*

El cocinero se dirige a los animales cautivos que esperan su final en la antesala de la cocina:

“¿Con qué salsa quieren ser comidas?”…
Una humilde gallina se atreve y suelta:“¡Es que nosotras no queremos ser comidas en lo absoluto!…”
“Eso está fuera de la discusión”, cierra el verdugo en la narración de Eduardo Galeano.

Los argentinos sin herencia, ni activos financieros, ni yates, los de a pie, los nadie, quienes no tenemos más abrigo que la voluntad para seguir empujando, estamos a un paso de ser devorados por los dueños del país en un procedimiento jamás imaginado por esa corte de influyentes hombres de negocios; sin sangre, por el voto popular, en elecciones libres.

A esa mesa de la inesperada antropofagia nos está llevando un sujeto brutal, vergonzante, adiestrado, maltratador y violento como Javier Milei.

Arrima las sillas a ese banquete un electorado solicito y desafiante, ignorando que forma parte del menú propuesto por los libertarios para engordar a sus patrones, los acreedores que afilan el cuchillo detrás del candidato; quienes están cayendo en la trampa son, trabajadores, estudiantes, comerciantes, desocupados, mal ocupados, explotados, desarrapados. También los definitivamente caídos del sistema, los que creen ya no tener nada que perder. ¿Nada que perder?

Les queda la vida, su perdurable mala vida, la que claudicará cuando no haya una sola cama de hospital gratis a la que acudir.

Les queda el aula de establecimientos públicos cuando la instrucción de los hijos es el propósito de todo descalzo.

Les quedan sus viejos, esos viejos insultados gravemente por el candidato del fascismo.

Les queda el agua de ríos y mares que, según el loco malo, se deben poder contaminar sin consecuencias.

Les queda la memoria común, que Milei tapa de mierda, ajustando su revisión al enfoque de los asesinos del pueblo.

Heridos de angustia y desesperanza ofrecen la cabeza para que la rebane un plantel de hombres y mujeres que desprecia la tradición democrática, aquella que surgiera de las cenizas luego del fuego homicida de militares y civiles al servicio de los depredadores de afuera y de adentro. Que desprecia nuestra historia compartida, de dolor, padecimientos y reconstrucción. Que derrama veneno en la leche de la solidaridad y la vocación colectiva para reconstruir esta Nación, deshecha por dirigentes políticos acostumbrados a los padecimientos ajenos y a su movilidad social incorregiblemente en ascenso.

Parado en la mentira de que Argentina conspira en cada proceso electoral contra la chance de permitirle a los dueños del capital que produzca y reparta riquezas, el peligroso candidato de La Libertad Avanza ofrece destruir lo que pudiere quedar sano del Estado benefactor, gestionado por partidos de raíz popular como el peronismo o el radicalismo, ambas construcciones sociales de masas, llegadas al poder para contestar programas de exclusión social, trabajo esclavo, ningún derecho, impulsados por los sectores dominantes en los siglos XIX y XX.

La promoción de Milei es la esperanza de los dueños. Cada promesa económica que suelta ataca el horizonte de los sumergidos. El ajuste somos vos y yo, no la dirigencia política a la que se abrazó como el náufrago al madero.
Javier Milei es la amenaza más grave a la que pudiera someterse a la democracia.

Obstruir su ascenso es nuestro más grave desafío como sociedad democrática.

*Periodista. Secretario de Finanzas del Círculo Sindical de la Prensa y la Comunicación de Córdoba (Cispren-CTAA)