La Historia como tragedia

Por Manuel Justo Gaggero*

Habían pasado solo 3 días desde que terminara el verano en ese tórrido año 1976 cuando comencé a escuchar, ese 24 de marzo por radio, marchas militares y un comunicado de los tres Comandantes en Jefe –Videla, Massera y Agosti- anunciando lo que ya era la “crónica de un final anunciado”; que ocuparon el Gobierno.

Nosotros sabíamos, por la información obtenida por nuestros compañeros  del Servicio de Inteligencia del PRT, que  desde finales de junio de 1975, luego del “Rodrigazo”, el Partido Militar tenía tomada la decisión de desplazar a Estela Martínez de Perón y dar el golpe y la fecha prevista era ésta. Intentamos movilizar a los partidos democráticos para conformar un frente antigolpista y para ello contamos con la colaboración de Agustín Tosco que viajó, clandestinamente, en julio de ese año a Buenos Aires.

Encontramos una buena recepción a la propuesta en Oscar Alende, Raúl Alfonsín, Bernardo Alberte, Héctor Cámpora y Alicia Eguren, entre otros, pero eran un obstáculo para concretar ese objetivo las dirigencias del peronismo y el radicalismo y la actitud renuente de la conducción  burocrática del movimiento obrero.

Por otra parte, los empresarios y la Sociedad Rural fogoneaban a los militares instándolos a ocupar, formalmente, la Casa Rosada. Lo que estaba ocurriendo en esas horas. Al salir de la casa -en realidad una habitación que alquilábamos en San Isidro- observé numerosos retenes militares. Tenía una cita en San Martín con Edgardo Enriquez, el hermano de Miguel el Secretario General del MIR chileno asesinado por la  represión pinochetista en el país hermano. Al llegar  tomamos un café y me comentó, asombrado, que le llamaba la atención que no hubiera resistencia alguna al golpe.

Le comencé a describir cómo era el contexto. Un gobierno impopular, una represión para estatal –la Triple A- que   secuestrara y asesinara a 1500 militantes populares, cientos de presos políticos y dirigentes políticos y personajes de la cultura que optaron por el camino del exilio refugiándose en la Embajada de México.

En el plano internacional el Secretario de Estado del gobierno republicano de los Estados Unidos, Henry Kissinger, dándole el visto bueno a la Junta Militar para reprimir lo que entendían que era un intento  de convertir a la Argentina en una nueva Cuba, una falacia que  les permitía justificar el Terrorismo de Estado luego de la derrota en Vietnam.

Nuestro Partido lanzó un documento llamando a los argentinos a tomar las armas, en un desesperado intento por frenar lo que sin duda abriría los días de “noche y niebla” en el proceso más tenebroso de la historia moderna de nuestro país.

Después de una larga conversación lo llevé a Edgardo a encontrarse con los integrantes de la Junta Coordinadora Revolucionaria que integraban el ELN boliviano, el Movimiento Tupamaro del Uruguay, su organización y el PRT-ERP.

De aquel encuentro  inolvidable, que con dolor recuerdo ya que Edgardo fue secuestrado y asesinado meses más tarde como parte del Plan Cóndor -la coordinación represiva de las dictaduras del Conosur- nos encontramos hoy, a casi 50 años de aquellos episodios, enfrentando un proceso similar en la Patria de Tupac Amaru.

El pasado 20 de octubre se llevaron a cabo elecciones presidenciales y el candidato del MAS y titular del Poder Ejecutivo de Bolivia, Evo Morales, fue reelecto con una amplia mayoría. La oposición de derecha, encabezada por el ex presidente Carlos Mesa, quedó a 10 puntos por debajo de Evo. Sin embargo, la gran burguesía santacruceña,   respaldada por las multinacionales que pretenden quedarse con los recursos naturales del hermano país –hoy nacionalizados- no podían permitir que siguiera gobernando quien había forjado este Estado Plurinacional y con el argumento del “fraude” empezaron a llevar adelante protestas callejeras respaldadas, primero, por la cúpula policial y luego por el Ejército. Exigían la renuncia del Presidente y de su gabinete y nuevas elecciones.

Como respuesta, Evo convocó a un nuevo proceso electoral pero eso no era suficiente y frente a una virtual guerra civil renunció a la Presidencia. Al mismo tiempo los sediciosos se preparaban para asesinar al compañero que transformó ese país.  Le ofrecieron 50 mil dólares a un miembro de la Seguridad para que lo entregara. El gobierno de los Estados  Unidos respaldó  a los golpistas; como lo hiciera  en la década de los 70.

Como contrapartida México le ofrecía refugio y asilo y desconocía a los usurpadores. Nuestro “republicano” Presidente no sólo que se negó a condenar la sedición golpista sino que además su Canciller -Jorge Faurie-funcionario menemista, ex socio del Secretario de Menem, Ramón Hernández, en negocios poco claros en la década del 90, sostuvo que no había Golpe de Estado.

Nuevamente y a pocos días de que se termine esta pesadilla, Mauricio Macri ratifica su rol de vocero de los intereses imperiales en la Región. Ayer  respaldaba la intervención armada en Venezuela y hoy apoya a unos militares que retrotraen la historia de nuestro Continente en casi 50 años repitiendo los argumentos utilizados por los genocidas en la  década del 70.

Con su postura compromete a nuestro país que ya tiene un nuevo Presidente que ha respaldado al gobierno legítimo de la hermana Nación y realizado gestiones para que México le diera asilo a los funcionarios perseguidos.

Lesiona, asimismo, los principios de autodeterminación de los pueblos y de no intervención. No lo podemos permitir.

*Abogado y periodista. Ex Director del diario “El Mundo” y de las revistas “Nuevo Hombre” y “Diciembre 20”.