Libertad para explotar al pueblo trabajador: Liberalismo económico y dictadura

Por Jesús Chirino*

Quienes adherían al “nuevo” liberalismo económico apoyaron la dictadura y sus atrocidades. Luego han operado de diferentes maneras para seguir presentando sus ideas como “algo nuevo”, como aquello que puede “cambiar las cosas”, aunque son concepciones que, desde la dictadura, se han aplicado varias veces en los gobiernos argentinos

Disciplinar con miedo

El 24 de marzo de 1976, Argentina inició el período más patológico y horroroso de su historia. Hacía tiempo que se venían ensayando cuestiones que desde aquel día tuvieron un inusitado desarrollo. Quienes mediante el golpe de Estado tomaron el poder desplegaron diferentes estrategias y acciones para sembrar el terror en la población a fin de disciplinarla.

El desprecio por la institucionalidad que significó el derrocamiento del Gobierno se extendió a todos los derechos humanos de los ciudadanos. Desde el Gobierno de facto se puso en marcha una planificación sistemática para secuestrar, torturar, asesinar y robarles pertenencias a quienes, sospechaban, podían ejercer resistencia a la dictadura. Es importante señalar que todo esto no es opinión, sino datos históricos verificables y que han sido probados en distintos ámbitos judiciales, como también fue demostrada la existencia de un siniestro plan sistemático para el robo de bebés.

Una libertad por todas las otras

No pocos intelectuales, que adherían al liberalismo económico y al conservadurismo político, pujaron para la concreción del golpe de Estado. Pretendían que asumiera un Gobierno cuyo norte estuviera marcado por sus ideas económicas, no les importaba si para eso sería necesario eliminar las libertades de los ciudadanos. Según ellos, debía priorizarse la libertad de comercio en detrimento de todas las otras libertades. No les importaba, por ejemplo, la libertad de expresión, la de circulación, la de pensamiento, la política, la de vivir, la de religión, etc. Para los golpistas, economistas o no, la única libertad inalienable era la de comercio. Los liberales de los ´70 que refiero tomaban algo de distancia de los más clásicos.

A finales del siglo XIX, Argentina se inscribió en la economía mundial como un país exportador de materia prima e importador de manufacturas. El Estado nacional logró su consolidación mediante el accionar de un grupo de dirigentes conservadores en lo político y adherentes al liberalismo económico que, de manera mayoritaria, pertenecían a la denominada región pampeana. El historiador Halperín Donghi señala que, en nuestro país, el liberalismo económico convivió tempranamente con el conservadurismo político-institucional, lo que en los hechos significa una clase dirigente con poco respeto a las libertades civiles y políticas.

Algunos integrantes del Gobierno dictatorial orientaban su simpatía hacia las políticas de la dictadura brasileña, que profundizaban la industrialización, en tanto que otros preferían la visión de la dictadura chilena, que seguía una política antiinflacionaria, monetarista y antiestatista. Esta última posición fue la que terminó dominando la política dictatorial argentina, que optó por el monetarismo para economías abiertas de la escuela de Chicago

Según el propio Milton Friedman, de la escuela de Chicago, el nuevo liberalismo se diferenciaba del clásico en el sentido de que no pretendía generar controles y sanciones, sino expectativas y un ambiente de libertad de negocio.

Durante la dictadura, ese nuevo liberalismo no se presentó solo como una teoría económica, sino como el único proyecto integral de sociedad posible. Y más allá de las discusiones internas que se produjeron dentro del Gobierno dictatorial, se impuso la idea de que debía terminarse con el Estado interventor que tenía vigencia desde los primeros Gobiernos radicales y el peronismo. Entonces se pasó del sistema de regulación y control del comportamiento de los actores económicos, mediante los acuerdos de precios y salarios, a la coordinación de expectativas  mediante señales del mercado, y se comenzó a apelar al manejo del tipo de cambio y de la tasa de interés.

El nuevo liberalismo gobernó varias veces

Si bien el poder dictatorial entendía a la economía como arma de transformación de las relaciones sociopolíticas, los resultados no fueron los mejores, a pesar del disciplinamiento de la población. Es decir que fracasaron las ideas económicas desarrolladas por ese Gobierno.

Terminado el desarrollo del programa económico del ministro José Alfredo Martínez de Hoz, economistas liberales que elogiaban los objetivos de esa política terminaron acusándolo de dirigista y retirándole el mote de liberal. Esas discusiones se hicieron públicas en el diario La Prensa, allí se publicaron escritos de economistas liberales y golpistas como Álvaro Alsogaray, Alberto Benegas Lynch y Horacio García Belsunce.  Acusaban al Gobierno de haber perdido la oportunidad de realizar un cambio profundo de toda la sociedad argentina.

García Belsunce hablaba de un “extravío” de las metas originales del proceso. La queja principal de estos intelectuales pasaba porque el Gobierno dictatorial no había aplicado a fondo el liberalismo, pero en realidad lo que realmente trataban de hacer era rescatar el concepto de liberalismo económico.

Diciendo que se había llevado adelante una política económica híbrida, intentaban que el neo-liberalismo no quedara con la mancha de haber sido la teoría económica que orientó el accionar de la dictadura. Tuvieron cierto éxito en eso, de allí que algunos presentan como novedosas las mismas ideas económicas practicadas en la dictadura, que tuvieron un resurgimiento con el peronismo menemista de los años ´90 y en 2015. Argentina ya vivió  cosas como el achicamiento del Estado, privatización de las empresas públicas, desindustrialización, apertura irrestricta de las importaciones, ataque a instituciones que representan a actores económicos (sindicatos). Todas estas ideas siempre fueron presentadas como “salvadoras”, pero, como fracasaron, se vuelve a decir que en realidad no fueron tan exitosas porque “no se las aplicó a fondo”. Sería como decir que un veneno no nos hace bien porque no tomamos lo suficiente.

Neoliberalismo: Un Estado a favor del negocio de los poderosos

Mario Rapoport plantea que el modelo económico que terminó imponiendo la dictadura estuvo basado “en la acumulación rentística y financiera, la apertura externa irrestricta, comercial y de capitales, y el disciplinamiento social”. En la primera etapa se implementó un ajuste ortodoxo, con devaluación, liberación de precios, congelamiento de salarios, facilidades para las importaciones y se dejó de facilitar las exportaciones industriales.

El miedo impuesto por el terrorismo de Estado clausuró la resistencia social a la transformación regresiva de la economía que, mientras perjudicó a las grandes mayorías, benefició a los grandes grupos económicos y financieros, los intermediarios de las finanzas y el comercio internacional. En la segunda etapa económica de la dictadura se profundizó su orientación económica, generando legislación acorde y asegurando la hegemonía del sector financiero expresada en su capacidad para la captación y asignación de recursos, y la restricción del rol del Estado.

Si bien podría extenderme mucho en este tema, la nota tiene una limitación de espacio. Pero igual señalo unos detalles más. En plena dictadura, el 17 de noviembre de 1982, el Banco Central, mediante la circular A251, dispuso la estatización de la deuda externa privada, lo que representó un monto de 15 mil millones de dólares. Según se estableció en auditorías posteriores, la mayoría de esas deudas privadas eran simples asientos entre sucursales argentinas y sus casas matrices en el extranjero. Es decir que el Banco Central se hizo cargo del pago de auto-préstamos de esas firmas y de maniobras fraudulentas. ¿Pero no es que los neoliberales se oponen a que el Estado intervenga en la economía? La respuesta está en lo que dice Mark Fisher, con relación a lo sucedido a partir de la crisis financiera, por los créditos hipotecarios, iniciada en EE.UU. y que se extendió a otros países. Los economistas neoliberales salieron a pedir la intervención del Estado para salvar el sistema. A partir de eso, Fisher señala que “el neoliberalismo, aunque presume de una retórica anti-Estado, en la práctica no se opone al Estado de por sí, como lo demuestran los salvatajes bancarios de 2008, sino a un empleo particular de los fondos públicos”. La teoría económica neoliberal presume de muchos conceptos “científicos” que, en realidad, no son otra cosa que posiciones ideológicas. El secreto de ellos es presentarlos como la única manera de entender la realidad, aunque, cuando las papas queman, llaman a que el Estado intervenga a su favor.

*Docente. Periodista. Secretario General de la Unión de Trabajadores de Estados Municipales (UTEM-CTAA). Secretario Gremial de la CTA Autónoma Regional Villa María

Fuente: www.eldiariocba.com.ar