“Más que lluvia de inversiones, sufrimos una lluvia ácida”

El economista Sergio Chouza, docente de la UBA y la UNDAV, analiza los alcances de la “primavera pichettista” en los mercados financieros, el récord inflacionario y la pesada herencia que dejará el acuerdo con el FMI. Coletazos de un neoliberalismo anacrónico y “ultra ideologizado”.

En las próximas semanas llegarán al país 5.400 millones de dólares correspondientes al desembolso trimestral del FMI por el acuerdo stand-by. Con este nuevo giro, Argentina acumulará unos 44.600 mil millones de dólares desde junio del año pasado.

Esta nueva bocanada de dinero fresco no fue la única noticia celebrada por Cambiemos en las últimas horas. El anuncio de la candidatura oficialista de Miguel Ángel Pichetto para la vicepresidencia no sólo repercutió en leves bajas del dólar y el riesgo país, logró la aprobación de varios holdings financieros que se vio reflejada en un día de euforia para los mercados. Algunas de las firmas que celebraron la postulación fueron Techint, Metrogas, Edenor, Telecom, Pampa Energía, YPF, Banco Galicia, Central Puerto, Grupo Clarín, Aluar y Loma Negra.

Incluso el índice de precios al consumidor del INDEC que marcó un 3,1% de inflación en mayo pasado fue motivo de alegría en Casa Rosada, aún pese a haber coronado una interanual del 57,3% (la más alta desde 1991).

Sin embargo, en economía, los motivos de júbilo para unos pueden significar señales de alerta y preocupación para otros. Por eso, para analizar los alcances de la “primavera pichettista” en los mercados financieros, el récord inflacionario y la pesada herencia que dejará el acuerdo con el FMI, Canal Abierto dialogó con el economista Sergio Chouza.

– En medio de la crisis económica y tras el anuncio electoral del oficialismo, en los últimos días los mercados financieros vivieron una  suerte de “primavera pichettista”. ¿De qué manera puede repercutir en la economía?

-Los mercados suelen tener estas burbujas, pero por ahora lo encapsularía a lo estrictamente financiero.

La explicación es que, en términos de una expectativa de mayor gobernabilidad de cara a un potencial segundo mandato de Macri, el anuncio de Pichetto expresó la posibilidad de mayor consenso con los gobernadores justicialista y un gesto hacia los mercados de un político pro mercado.

Ahora habrá que ver cuál va a ser el grado de sustentabilidad en la suba de los principales bonos. Hay que esperar semanas o meses para ver su traducción, sea en términos de estabilidad o volatilidad. Otra cuestión más lejana es si esta euforia tiene posibilidades de derrame sobre la economía real.

– A la baja del dólar y el riesgo país, se sumó una suba en las acciones de los principales bancos, distribuidoras de energía y empresas de telecomunicaciones…

-La respuesta del mercado financiero responde a un escenario electoral con dos modelos en pugna: uno que pone el foco en la producción nacional y el otro a satisfacer las demandas de los mercados financieros.

No es fortuita la respuesta positiva por parte de sectores como el energético, el financiero y el complejo agrario orientado a la exportación. Hoy los bancos tienen una rentabilidad mayor al 70% (20 puntos por encima de la inflación), los grandes exportadores de materia prima se vieron beneficiados por la devaluación y la baja de las retenciones y las distribuidoras de energía se favorecieron con la modificación del esquema tarifario y la desregulación del sector.

Sin embargo, parece difícil que este auge pueda repercutir en una mayor salubridad para los sectores que explican el 80% de la economía argentina. Es decir, aquellos que dependen del consumo y el mercado interno. Para que esto suceda tiene que haber una mejora en la productividad y en un incremento de los salarios reales.

– Después de los picos inflacionarios de fines de 2018 y principios de este año, el Gobierno celebró el 3,1% de mayo. ¿Hay una tendencia a la baja?   

-Se trata de un problema histórico para nuestro país. De hecho, a fines de 2014 y 2015 ya teníamos niveles inflacionarios desacoplados respecto de la región. Sin embargo, creo que la lectura que hizo Cambiemos no hizo más que agudizar el problema. De hecho, tenemos una inflación interanual por encima del 57%, los niveles más altos desde 1991.

El diagnóstico en el que insiste el oficialismo es darle una vuelta de tuerca más al torniquete monetario, aboliendo por completo la emisión. Se trata del liberalismo más recalcitrante.

El Gobierno tiene una mirada muy corta sobre la economía: no entiende la inercia de nuestra economía, la vinculación directa entre la volatilidad cambiaria y los precios internos, o la puja por el poder adquisitivo.

– El escenario comercial global pareciera tender al proteccionismo, ¿estamos a contramano del mundo?

-A diferencia de los 90´o inicios de este siglo, antes de que asumiera Cambiemos ya observábamos una retracción de los capitales en todo el mundo. En esa línea, los principales líderes globales -por ejemplo, Donald Trump en Estados Unidos, Angela Merkel en Alemania y el Partido Comunista en China- impulsan una relocalización productiva para que las firmas vuelvan a producir y generar empleo en sus países.

En nuestro país, desde 2016, hubo una apuesta “a tontas y a locas” por la inversión extranjera como principal motor del financiamiento de un proceso de desarrollo. Lo cierto es que, al mirar las cifras de inversión, queda claro que las divisas con fines productivos quedaron desacopladas respecto a la inversión especulativa.

Más que lluvia de inversiones, sufrimos una lluvia ácida.

– ¿Crees que esa evaluación errónea fue impericia o respondía a intereses?

-Entiendo las políticas del macrismo como respuesta a una cosmovisión ultra ideologizada, pese a tener un discurso que habla del fin de las ideologías y exalta el pragmatismo. Esta lógica se refleja claramente en la desesperada persecución de una armonización de las cuentas públicas.

Cuesta creer que una empresa internacional va a venir con inversiones por el sólo hecho de que se alcance el déficit cero. La verdad es que las firmas persiguen otras cosas a la hora de tomar decisiones: si van a poder realizar sus operaciones, si va a haber demanda interna para consumir lo que produzcas, si hay plataformas y estructuras para exportar, si existe una oferta de recursos naturales económicos.

– En los próximos días el FMI desembolsará unos 5.400 millones de dólares, acumulando giros por u$s44.600 millones desde junio del año pasado, cuando se cerró el acuerdo. ¿A dónde fue a parar ese dinero?

-Así es. Con este nuevo giro, el Fondo habrá desembolsado en torno al 75% del total del préstamo.

Por un lado, el dinero estuvo destinado a garantizar el re pago de la deuda con acreedores privados que no podemos re financiar; y por otro, a la fuga de capitales.

Para tomar noción de lo que implicó el acuerdo con el FMI, Argentina explicó entre el 50 y el 55% de la deuda total contraída en los últimos años por países emergentes.

– ¿Era necesario contraer esa magnitud deuda?

-Cuando se cerró el acuerdo, uno tendía a pensar que se trataba de un espaldarazo político para el gobierno de Cambiemos y un guiño a los mercados.

Más allá de lo cuantitativo, el gran problema fue el para qué. Además de garantizar los pagos y la fuga, desde hace meses el Tesoro viene financiando las ansias de dólares de parte del mercado. Sólo desde inicios de abril, el Tesoro licitó más de 3 mil millones de dólares.

– Todo indica que en los próximos años la Argentina no va a poder generar los dólares para cancelar las obligaciones con el Fondo. ¿Hay posibilidades de default?

-Un economista que está en mis antípodas pero al que le reconozco una honestidad intelectual, Carlos Melconian dijo días atrás que tenemos dos posibilidades, refinanciar o default. La Argentina tiene un cúmulo de vencimientos muy fuertes con el FMI entre 2021 y 2023, cuando vencen la mayor proporción de intereses y capital a devolver. Es difícil pensar que un país, con nuestra estructura productiva y cuentas externas, pueda generar esos dólares. Y si bien hoy en la actualidad tenemos un volumen de reservas relativamente cuantioso, en el momento en que el mercado vea que pasan de 60 mil a 40 o 20 mil millones de dólares va a ser difícil de parar la corrida.

Habrá que ver cuál es la próxima administración para conocer qué nivel de tensión vamos a tener al momento de la renegociación.

– Entonces, gane quien gane en las presidenciales, Mauricio Macri o Alberto Fernández se van a tener que sentar a tomar una cafecito con Christine Lagarde…

-Puede ser un cafecito, o puede ser un vaso de cianuro.

Fuente: www.canalabierto.com.ar