“Separación de la Iglesia y el Estado”: Librepensadores de 1906

Por Jesús Chirino*

Cuando aún tenía vigencia la preeminencia del liberal conservador Partido Autonomista Nacional, algunos militantes de distintos partidos políticos y la  masonería se encontraban en movimientos como el de los librepensadores, que planteaban, entre otras cuestiones, la separación de la Iglesia y el Estado.

Este movimiento, en el cual participaban mujeres, tuvo su expresión en Villa María.

Por un Estado laico

A principio del Siglo XX, en Argentina adquirió trascendencia el movimiento de librepensadores, que de cierta manera estaba inspirado en organizaciones originadas en Europa, a mediados de la centuria anterior. Expresión local de un movimiento que trascendía los límites nacionales, cuestión reflejada en el carácter internacional de los congresos organizados por este sector en nuestro país. Del movimiento participaban destacados intelectuales, algunos provenientes de la masonería, que integraban distintos partidos políticos.

Para tener un panorama de quiénes participaban del movimiento de librepensadores, se pueden señalar personalidades como Alfredo L. Palacios, Juan B. Justo, Alicia Moreau, Julieta Lanteri, Leopoldo Lugones, Lisandro de la Torre, Enrique del Valle Iberlucea, Juan Balestra y Eduardo L. Holmberg, todos adherentes a los principios del laicismo, el racionalismo y un profundo anticlericalismo. Desde principios de 1900, los librepensadores pugnaban por conseguir la separación de la Iglesia y el Estado, lo que implicaba, entre otras cosas, la no existencia de un presupuesto estatal para el culto,  prescindir de la presencia del clero en los ámbitos educativos, hospitalarios, carcelarios y también en los lugares donde se ejercía la beneficencia.

Es decir, se trataba de una lucha política para que el Estado, laico, se hiciera cargo de funciones que habían venido cumpliendo las instituciones eclesiásticas.

Librepensadores locales

En Villa María, los librepensadores también se organizaron, así lo muestra un documento guardado por el Archivo Histórico Municipal, en el fondo documental “Bernardino Calvo”. Allí se encuentra un ejemplar del “Boletín Oficial Nº5 del Sub-Comité Nacional del Libre Pensamiento” con sede en esta ciudad. Está fechado en agosto de 1906 y confeccionado en la imprenta “El Progreso”. En la portada se aclara que se trata de una publicación mensual. Desgraciadamente, hasta el momento solo conseguimos este número, al cual pareciera faltarle las últimas páginas. De todas maneras, no solo es útil para documentar la existencia en Villa María del “Sub-Comité” y su adhesión a la “Federación Internacional del Libre Pensamiento”, sino que también permite acceder tanto a conceptos que entonces manejaban los librepensadores locales como a los nombres de quienes integraban la organización en una Villa María que aún no había sido declarada ciudad.

Encontramos que Leopoldo Lugones figura como Presidente Honorario. En tanto que Manuel José Lascano era el presidente y la vicepresidencia le correspondía a Bruno B. Ceballos. Del cargo de secretario se ocupaba Julio H. Roca; y de la prosecretaría, Emilio Pellegrini. También integraban la comisión Antonio Bonadero, Leopoldo R. Ceballos, José Vieyra, Francisco Seco, Francisco Piattini, Teodoro S. Cearra, Basilio P. Hoare, Aníbal F. Calvimonte. En tanto que en la Comisión de Propaganda participaban, entre otros, Alfredo Vitulo, José Estevez Prieto, Gabriel Plá, Felipe Poretti, Emilio Morelli, Juan A. Verdaguer. También existe un largo listado de personas que figuran como adherentes, entre muchos otros nombres están los de Anita Del Matti, Arturo Vieyra, Bernardo Seco, Carlos Baumann, José Seco, Emilio Seco, Santiago Godino, Miguel Parra, Enrique Sabattini, Silvino Seggiaro, Alberto Durrieu, Pedro Bataglia, Juan Seco, Luis Filipa, Wenceslao Urquiza, Isidro Oliver, Antonio Rolando, Daniel Chanquía y José Basoli.

Fundamental participación femenina

Es importante rescatar el nombre de Anita Del Matti, única mujer que figura como adherente, dado que en el sumario del boletín figura un “Comité Femenino de Propaganda”, pero al faltar esas páginas, no podemos acceder a la composición del mismo. El dato significativo es la presencia femenina militando en el movimiento del librepensamiento villamariense.

Sí podemos afirmar que, por entonces, María Abella era la presidenta honoraria de la Comisión Femenina de Propaganda en el Congreso Internacional del Libre Pensamiento, que ese mismo año se realizó  en Buenos Aires, con la participación de socialistas, anarquistas y masones. El “Subcomité” villamariense fue invitado a ese evento en la Capital Federal, donde Abella se destacó con su conferencia titulada “Programa mínimo de reivindicaciones femeninas”. Su discurso provocó críticas, incluso entre las feministas, y como consecuencias de esas y otras  disidencias terminó creándose, en 1909,  la Liga Nacional de Mujeres Librepensadoras.

Cómo hacer la separación

En el boletín de los librespensadores locales se reprodujo el programa del evento internacional bajo el título “Congreso Universal del Libre Pensamiento de 1906. En Buenos Aires”. Entre los muchos temas de significancia a tratar, el primer punto se refiere al “Estudio de los medios más eficaces para obtener la supresión de los ejércitos permanentes”, también se plantea la “negación del carácter internacional que se han atribuido los misioneros de las religiones positivas”, la “abolición de las misiones costeadas por el Estado”. Otros puntos planteados para tratar en el congreso es la “negación de la existencia del Pontificado como poder político internacional, por ser contrario al principio de la soberanía popular”, y la “supresión de las llamadas leyes de excepción de carácter político o religioso”.

Dentro de las “Cuestiones de derecho público” se señalaron, entre otros, los siguientes ítems:  el “monopolio completo del Estado laico en la instrucción pública”; la “prohibición de las procesiones religiosas por las calles”; “higienización obligatoria de los conventos y templos por las municipalidades”, “abolición del juramento religioso en todos los actos públicos”; “separación de la Iglesia y el Estado, su conveniencia moral y económica”; “limitación del derecho de propiedad de las asociaciones religiosas a las solas necesidades del culto”; “supresión de las órdenes monásticas”; “supresión de las fiestas religiosas en el calendario del Estado”; “supresión absoluta de todo privilegio o excepción a favor de los individuos que hagan un medio de vida del ejercicio de un ministerio religioso, cualquiera que él sea”.

Como podrá notarse, la separación de la Iglesia y el Estado no era una proclama sin contenido, sino que abarcaba diferentes aspectos de la problemática, planteándose propuestas concretas para hacerla efectiva.

*Docente. Periodista. Secretario General de la Unión de Trabajadores de Estados Municipales (UTEM-CTA). Secretario Gremial de la CTA Autónoma Regional Villa María

Ilustración de portada: Leopoldo Lugones, Alfredo Palacios, Rafael Pellegrini, los hermanos Seco y María Abella.

Fuente: www.eldiariocba.com.ar